“Quintero está estresado”
• La psicóloga Claudia Rivas ve la agresión de Darwin como una alerta
Carlos Darwin Quintero tiene dos goles en 2 mil 369 minutos en juegos de Liga y Liguilla. Paupérrima cosecha para ser el futbolista más caro en la historia del América [10.7 mdd].
Ha comenzado a sentir la presión de la prensa y del público azulcrema que constantemente lo abuchea en señal de reproche. La falta de manejo del estrés ha llevado al colombiano a agredir a un reportero, durante un entrenamiento en el Nido de Coapa, de acuerdo a la psicóloga del deporte, Claudia Rivas.
“Cuando el jugador de futbol tiene un exceso de estrés, cuando ya lo sobrepasó, cuando sus pulsaciones no están en un rango de control, hace estas cosas que después le cuestan castigos. Recordemos a Piojo [Miguel Herrera] en la Selección Nacional”, describe la especialista.
Quintero ha tenido malas reacciones ante los medios de comunicación. En ocasiones le ha hecho señas obscenas a fotógrados e ignora a los reporteros en la zona mixta. Su relación con los comunicadores que cubren el día a día del América se ha descompuesto aún más en los últimos meses.
La psicóloga Rivas indica que hay comentaristas que “provocan, que te pegan en donde te tienen que pegar, pero nada justifica la agresión, porque yo soy responsable de mi control emocional”.
Por eso, recomienda que los equipos en México inviertan en especialistas que puedan ayudar a los jugadores a mantener la cordura, por más motivos que tengan para explotar.
“¿Por qué los clubes gastan tanto dinero y no invierten en un entrenamiento de manejo emocional? Nada disculpa si te contesto feo, si te aviento un balonazo, que te ignore”, afirma.
La especialista piensa que es un “error” ver a la prensa como enemiga, porque “así como te pone en una vitrina, te expone también a la crítica”.
Como consejo, para que los futbolistas profesionales eviten agresiones a terceros como la de Quintero, Rivas dice que: “Hay que prevenir todo. La educación emocional es ‘conócete’. Estamos mucho más vulnerables emocionalmente, con las malas rachas, porque nuestro cerebro toma este contexto, literalmente, como una amenaza de muerte. Somos mucho más reactivos y desde ahí empezamos con los problemas y te encierras en un círculo vicioso”, apunta.
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