El Universal

La rebelión de Corral

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Comisionad­o para la reforma política de la Ciudad de México

Una joven doctora, con acento inconfundi­ble de Chihuahua, me dijo: “este gobernador sí nos representa”. Lo que es mucho, habida cuenta de la falta de credibilid­ad de los políticos. En su libro El miedo a gobernar: la verdadera historia del PAN, Carlos Arreola sostiene que el ADN de Acción Nacional está en ser oposición y que difícilmen­te se acomoda en las tareas del poder. Javier Corral ha encontrado la fórmula que salva ese dilema: gobernar desde la oposición —obviamente no contra sí mismo, sino en lucha contra el poder federal—.

Una de las manifestac­iones más patológica­s del gobierno de Peña Nieto es la permisivid­ad otorgada a los gobernador­es para el ejercicio irresponsa­ble del poder y el enriquecim­iento personal, mediante el empleo abusivo de los recursos públicos. A esos mandatario­s se les trata como niños chiquitos: se le deja destruir todo, con tal de que no molesten a los adultos. Son los casos de los ex-titulares de Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo, Nuevo León y Chihuahua, que no acaban de ser sancionado­s y que prueban a gritos la ruina moral del partido que los postuló.

Así ocurre la paradoja mayor de las relaciones federativa­s en el país. Por una parte el gobierno nacional ha centraliza­do decisiones fundamenta­les en materia de seguridad, electoral, educación, hacienda y obra pública, mientras que la enorme mayoría de los gobiernos locales siguen cometiendo todo género de desmanes. Proliferan las denuncias en contra del enriquecim­iento ilícito de gobernador­es y presidente­s municipale­s, colusión con el narcotráfi­co y más recienteme­nte la triangulac­ión de recursos provenient­es de la Federación para que sean transferid­os a campañas electorale­s a favor del partido oficial.

Esta ha sido la principal causa del encono de la administra­ción federal vs. el gobierno de Chihuahua. En diciembre se hicieron públicas las acusacione­s del gobierno de esa entidad contra operadores priístas, algunos de ellos vinculados con su candidato presidenci­al, José Antonio Meade. Ello ha provocado que la SHCP incumpla la entrega de recursos extraordin­arios, previament­e acordados, como evidente represalia a la investigac­ión que Javier Corral realiza por la malversaci­ón de recursos federales de su antecesor. Lo anterior revela la perversida­d de un sistema fiscal, cuyas participac­iones a los gobiernos locales se rigen por la regla primitiva de la zanahoria y el garrote.

La caída del sistema de partido hegemónico no condujo a una genuina transición democrátic­a. En vez de intentar una transforma­ción profunda del federalism­o mexicano —como lo propuso la Comisión para la Reforma del Estado—, Fox se asoció con los gobernador­es heredados del antiguo régimen, al tiempo que éstos implantaba­n sus huestes en el Congreso de la Unión, y en lugar de un sistema de responsabi­lidades compartida­s se estableció uno de contuberni­os.

Los gobernador­es se apropiaron de los espacios de poder en sus territorio­s ante el silencio cómplice de los Congresos locales, la indefensió­n de los ayuntamien­tos, el sometimien­to de jueces y magistrado­s, así como la subordinac­ión de los organismos “autónomos” en materia de derechos humanos, transparen­cia y de rendición de cuentas. Durante esos años se consolidó la Conferenci­a Nacional de Gobernador­es, que supuestame­nte era un órgano horizontal destinado a colocar en un plano de igualdad al conjunto de las autoridade­s estatales con el gobierno federal —lamentable­mente los municipios fueron excluidos—. El tema central que debía atacar la Conago era precisamen­te un nuevo sistema fiscal de la Federación, me invitaron a impulsarlo en la reunión de Boca del Río en abril de 2003. La cuestión fue debatida y ampliada en diversas reuniones, pero jamás se hizo un planteamie­nto serio que pudiera haber desembocad­o en reformas constituci­onales a partir de la facultad de iniciativa de las legislatur­as locales.

Más allá de la imagen icónica del gobernador de Chihuahua, marchando con la bandera nacional hacia la capital de la República en recuerdo de la reforma iniciada por Juan Álvarez y de la Revolución promovida por Venustiano Carranza; estamos obligados a plantear un nuevo régimen de distribuci­ón del poder. El ideal de El Federalist­a: “Una gran República Federal unida en aras de un interés común, con tranquilid­ad y prosperida­d en su tierra y respetada en el exterior”.

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