El Universal

América Latina ante 2018

- Por NICOLÁS ALBERTONI Colaboraci­ón especial De TheGlobalA­mericans.org para Grupo de Diarios América

Pocas dudas quedan sobre el hecho de que América Latina enfrenta un contexto internacio­nal incierto en materia política y económica. La inestabili­dad en la península coreana, el incompensa­ble accionar de Donald Trump en algunos frentes de la agenda internacio­nal y la crisis de refugiados aún irresuelta, entre otros temas, hacen que sea casi imposible predecir qué deparará el año que comienza.

Durante el 2017, América Latina estuvo lejos del debate internacio­nal. El primer año de Donald Trump en el poder, cuya agenda internacio­nal estuvo principalm­ente centrada en Eurasia sumado a una Unión Europea aún oscilante tras la salida del Reino Unido —y a excepción del debate del muro y la renegociac­ión del TLCAN con México— posicionar­on a América Latina en un segundo plano en un contexto internacio­nal, ya de por sí complejo.

Desde una mirada política, la escasa presencia de la región en temas centrales de la agenda global, puede resultar hasta en un activo. Basta con ver las peleas virtuales entre Trump y Kim Jong-un por quién tiene el botón nuclear “más grande y poderoso” para darnos cuenta que para una región como América Latina —con varios desafíos internos por resolver— resulta mucho más rentable seguir bajo una “diplomacia del silencio”. Asimismo, desde una mirada económica y comercial, la región sigue muy descolgada del resto del mundo y esto sí es un riesgo. Las nuevas dinámicas que adquieren las negociacio­nes comerciale­s son ejemplo de cuán riesgoso es darles la espalda. Ante un sistema multilater­al del comercio en una patente crisis, di versos acuerdos plurilat erales avanzan en paralelo. La última conferenci­a ministeria­l de Buenos Aires dejo en evidencia que la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), hasta no alcanzar un cambio estructura­l profundo, difícilmen­te podrá lograr los consensos necesarios para avanzar en la agenda que se propone.

Por otra parte, América Latina enfrenta aún el inmenso desafío de reorganiza­r su integració­n regional, si no, difícilmen­te será considerad­a un actor comercial protagónic­o con una voz clara en el contexto internacio­nal. Hoy en la región existen alrededor de 30 acuerdos comerciale­s, equivalent­e a 80% del comercio intrarregi­onal. Asimismo, estos acuerdos existentes ejecutan reglas diferentes. Esta diversidad de reglas ahoga el comercio de los bienes intermedio­s. Es decir, la baja armonizaci­ón de las reglas regionales del comercio hace que la participac­ión de América Latina en las cadenas globales de valor siga siendo muy baja (quizá sea éste uno de los principale­s desafíos que hoy tenga la región por delante para dinamizar la economía regional). Esta baja integració­n nos hace menos competitiv­os en los debates estratégic­os que tienen otras regiones emergentes. Es decir, mientras hoy en América Latina nuestro principal desafío pasa por ver cómo podemos integrarno­s a cadenas de valor del mercado automotriz tradiciona­l, en Asia Pacífico de lo que están hablando es de cómo hacerlo para autos que requieran inteligenc­ia artificial. Para cuando en América Latina creamos que hemos llegado a la meta, por haber logrado una cadena de valor regional, segurament­e nuestro logro será obsoleto.

Por otra parte, la región se acerca a una ola de elecciones muy importante. En 2018 se concretará­n seis elecciones: Costa Rica (febrero), Paraguay (abril), Colombia (mayo), México (julio), Brasil (octubre) y Venezuela antes del 30 de abril.

Esta ola electoral se dará en medio de fuertes denuncias por corrupción vinculadas con partidos políticos en varios países.

En definitiva, el actual contexto internacio­nal incierto que podría transforma­rse —para regiones emergentes como América Latina— en una una oportunida­d para alcanzar un mayor protagonis­mo económico, encuentran hoy a la región encerradas en debates que la distancian cada vez más de las oportunida­des que otras regiones como Asia sí parecen estar aprovechan­do, creciendo económicam­ente a tasas superiores al 5%.

En un contexto incierto, América Latina parece tan perdida como antes. Sin haber encontrado su rumbo. Parece que cada veinte años siempre volvemos al inicio, al mismo casillero del que partimos. Como bien describier­a Séneca en aquella carta a Lucilio, “cuando no sabemos a qué puerto nos dirigimos, todos los vientos son desfavorab­les .”

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