El Universal

El toma y DACA de Trump

- Por ARTURO SARUKHÁN Consultor internacio­nal

El discurso de Donald Trump sobre el estado de la Unión ante sesión conjunta del Congreso representa un potencial punto de inflexión para el futuro de la política migratoria estadounid­ense. Con un discurso ciertament­e más mesurado en tono y motivado por proyeccion­es y encuestas poco halagüeñas para el GOP hacia las elecciones legislativ­as de 2018, el mandatario transitó de la arrogancia ideológica y belicosida­d chovinista de su discurso inaugural hace un año, al populismo calibrado y un nativismo deliberado. En su perorata reminiscen­te de la retórica hitleriana del “Volk und Vaterland”,

Trump equiparó a los migrantes con la criminalid­ad y a la frontera con los terrorista­s, hilando una narrativa que busca confrontar a millones de estadounid­enses contra “el otro”. Y sin pudor alguno, dejó en claro que la potencial resolución al estatus migratorio de 1.8 millones de jóvenes indocument­ados, los llamados Dreamers, estará condiciona­da a imponerle al país la visión xenófoba que su procurador general Jeff Sessions, su asesor de política interna, Stephen Miller, y él llevan marinando desde la campaña.

Y es que el discurso es un “fuera máscaras”. Desde que canceló el año pasado el programa DACA (por sus siglas en inglés) instrument­ado por Obama para otorgar a los Dreamers

protección legal contra la deportació­n, Trump había adoptado posiciones discursiva­s contradict­orias con respecto a estos jóvenes; era como si no supiera si quería liberar al rehén, mantenerlo secuestrad­o o ejecutarlo. Pero el discurso deja meridianam­ente claro que son la carta de cambio para instrument­ar los recortes más draconiano sala migración legal desdeque el Acta de Inmigració­n de 1924 fuera diseñada para evitar lo que el Congreso en ese momento considerab­a era la degradació­n racial de EU por la llegada de italianos y europeos del este, específica­mente judíos. Hoy, la Casa Blanca ofrece leg ali zar aDr ea mersacambi­od ere formar y reducir radicalmen­te —sobre todo en materia de reunificac­ión familiar— el sistema de inmigració­n autorizada, ignorando el papel que ésta desempeña para la vitalidad económica y social del país, y reduciendo las proteccion­es para los solicitant­es de asilo y menores no acompañado­s. Cancelaría la lotería de visas (la cual no incluye a México) que propicia diversidad migratoria, al igual que la posibilida­d de que cerca de 22 millones de personas pudiesen optar por migrar legalmente a EU en el transcurso del próximo medio siglo. Y busca, claro está, la asignación pre su pues tal de 25 mil millones de dólares para fortalecer la seguridad fronteriza, incluida la gran muralla de Trump.

La propuesta sesgada de Trump es un vehículo antiinmigr­ante de línea dura disfrazado de zanahoria, aliñada con el estatus legal para los Dreamers. ¿Deben los demócratas, activistas y algunos republican­os que buscan proteger a estos jóvenes —cerca de 1.3 millones son mexicanos— aceptar este pacto faustiano? No tengo la menor duda que lo que Trump ha puesto sobre la mesa es un mal trato, tanto desde la óptica de opinión pública como política. Encuesta tras encuesta comprueba que mayorías importante­s de estadounid­enses favorecen un estatus legal para los Dreamers. Y si bien una tercera parte del electorado estadounid­ense quiere más restriccio­nes migratoria­s (muchos de ellos son el voto duro de Trump), dos terceras partes las rechazan. Más aún, un sondeo reciente del Centro Pew muestra que la gran mayoría considera que la migración no debiera ser una de las principale­s prioridade­s para el gobierno federal en este momento. En casi toda democracia, esos números se traduciría­n en una verdad insoslayab­le: los restriccio­nistas no pueden zambutirle al país un recorte tan dramático en la migración documentad­a. Y aceptar la propuesta impopular de un presidente impopular es la receta para que un partido en la minoría permanezca como minoría.

¿Y México? ¿Cómo debe encarar esta propuesta? Como casi todo en el debate migratorio estadounid­ense, no hay respuestas sencillas de blanco o negro, y algunos objetivos pueden contrapunt­earse con otros. De avanzar en su totalidad el plan Trump —algo poco probable— muchos de nuestros connaciona­les documentad­os podrían verse afectados ante la imposibili­dad de llevar a sus familias a EU. Pero la regulariza­ción migratoria de más de un millón de mexicanos representa­ría un golpe de timón en sus vidas. Se dice fácil y no es poca cosa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico