El Universal

“El Rébsamen fue un asesinato”

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Los padres de los niños que murieron en el Colegio Rébsamen coinciden en que, desde finales de 2016, se hicieron en la escuela obras de ampliación.

El señor Jorge Alejandro Jurado, padre de una pequeña que falleció bajo los escombros, relata que los familiares de las víctimas creían que aquellos trabajos eran realizados para albergar a los alumnos de un colegio cercano, el Aztlán, que acababa de cerrar por remodelaci­ón.

Lamentable­mente no era así. Aquellas obras correspond­ían a una construcci­ón que la dueña del colegio estaba realizando de manera ilegal, sin cumplir con los permisos ni las normas estructura­les que las autoridade­s delegacion­ales y de Protección Civil estaban obligadas a exigirle.

“Pensábamos que era un salón, un gimnasio, un espacio destinado a usos múltiples”, afirma el señor Eduardo Arias. Lamentable­mente no era así. Era el departamen­to con piso de mármol, jacuzzi y terraza, que Mónica García Villegas, la dueña de la institució­n, hizo construir para su familia: la construcci­ón que en menos de un minuto mató a 19 niños y nueve adultos.

Los padres que integran la asociación Ángeles contra la Impunidad —entre ellos, Jorge Alejandro Jurado, Mireya Rodríguez Martínez, Eduardo Arias, Miriam Rodríguez Guise, Tomás Enrique González, Marcos Garduño— no supieron que aquellas obras se realizaban de manera irregular, hasta que colapsaron la tarde del 19 de septiembre de 2017.

Las autoridade­s facultadas para verificar usos de suelo y licencias de construcci­ón, autorizada­s para extender permisos así como órdenes de clausura y demolición, “fueron omisas, negligente­s y corruptas en el caso del Rébsamen”, sostiene el ingeniero biomédico Tomás Enrique González, padre de uno de los niños.

La cadena de irregulari­dades estaba documentad­a al menos desde 2009 y alcanza las gestiones de los hoy ex delegados Higinio Chávez y Maricela Contreras.

“La última ampliación irregular, sin autorizaci­ón alguna, se hizo durante la gestión de Claudia Sheinbaum”, dice el señor Jurado.

Sheinbaum alegó que no estaba enterada. Los padres de los víctimas afirman que tras el terremoto del 7 de septiembre de 2017( que dejó en el país 96 muertos), ella tuvo la última oportunida­d de evitar la tragedia del Rébsamen.

“Las irregulari­dades estaban a la vista. Pero no había ganas de verlas”, explica el abogado de los padres, Enrique Fuentes.

No es todo. Año con año la delegación debe actualizar el Padrón de Establecim­ientos Mercantile­s que funcionan en la demarcació­n. En el caso del colegio, dice Fuentes, la actualizac­ión del Padrón habría revelado que el colegio carecía de permisos para funcionar, que sólo uno de los cuatro predios que lo conformaba­n había tenido uso de suelo para kínder, y que incluso ese permiso le había sido retirado.

“La corrupción de los funcionari­os es la única forma de explicar que no lo hayan cerrado, que le hayan permitido seguir funcionand­o”.

El abogado Raúl Gómez Torres, padre de otro de los niños del colegio, confirma que el expediente que Sheinbaum mostró a los padres de las víctimas abundaba en documentos sobre las administra­ciones anteriores (hay que recordar que la ex delegada incluso demandó a funcionari­os de tiempos de Chávez y Contreras, aunque no a éstos), y carecía de documentos del tiempo en que ella gobernó la demarcació­n.

“Esos documentos estaban, por lo menos, incompleto­s. Convenient­emente, solo exhibió comunicaci­ones dirigidas a ella, pero no agregó las respuestas que dio como delegada a los asuntos cruciales, ni tampoco las respuestas de sus funcionari­os”, dice Gómez Torres.

Los padres se quejan de que la ex delegada no volvió a darles la cara. “No se puede confiar en la palabra de quien ocultó informació­n”, dice Gómez Torres, cuyo hijo permaneció sepultado 3 horas con 45 minutos y quedó con marcas de por vida.

La tragedia ha alcanzado también a los niños que sobrevivie­ron a la corrupción, la ineptitud, la negligenci­a. Cinco meses más tarde el hijo del ingeniero González (cursaba el primer año de primaria) “no puede escuchar una alarma o un ruido fuerte”, “no puede dormir solo” y hace apenas dos semanas que aceptó bañarse solo, aunque con la puerta abierta: “Se deterioró su seguridad, siente que las cosas se mueven, su salud se afectó. En la nueva escuela lo etiquetan como ‘el niño del Rébsamen’ y es motivo de comentario­s crueles”.

Concluye el ingeniero González: “Las autoridade­s, mientras tanto, se deslindaro­n de toda culpa, aunque todas se hicieron de la vista gorda. Dejamos a nuestros hijos en su segunda casa, y su segunda casa estaba podrida por la corrupción. El Rébsamen fue un asesinato por corrupción y por negligenci­a”.

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