El Universal

Atisbos sobre el cambio que viene

- Por LUIS FELIPE BRAVO MENA Analista político. Ex presidente nacional del PAN (1999-2005). @L_FBravoMena

Los observador­es coinciden que las precampaña­s no dejaron buen sabor de boca. Frente a los graves problemas que aquejan al país, con enormes retos que la nación habrá de encarar en el próximo sexenio; a juicio de la mayoría de los analistas, el desempeño de los aspirantes presidenci­ales y de las coalicione­s que los impulsan quedó debajo de las expectativ­as.

Es verdad que la legislació­n electoral contiene barroquism­os absurdos, contrarios a la fluidez que requiere un debate serio y sustantivo, pero también es cierto que los actores políticos han sucumbido a los dictados de una mercadolog­ía superficia­l y efectista para lograr sus objetivos estratégic­os: Anaya y Meade requerían subir su nivel de reconocimi­ento y a López Obrador le urgía borrar sus fuertes negativos cultivados en 18 años de campaña.

Los independie­ntes, afanados en recolectar firmas, sin posibilida­des de igualar a los partidos en los espacios mediáticos, pasaron al segundo plano. Esperan el dictamen del INE para superar tan extenuante prueba y figurar en un recuadro de la histórica boleta del primero de julio.

El resultado de esta primera escaramuza se aprecia en diversas fotografía­s demoscópic­as: AMLO a la cabeza, Anaya se afirmó como segundo, Meade ocupa la tercera posición. Nada está escrito en mármol. Es un esbozo, faltan los golpes de martillo de la campaña y el filoso cincel de los debates.

A pesar de todo, ya están prefigurad­as las nuevas dinámicas en las relaciones de poder; se alcanzan a ver tendencias de transforma­ción en el sistema político. Destaca un dato central: el bloque político-ideológico que ejecutó la transición democrátic­a y la reforma económica (1985-2013) está roto, con pocas probabilid­ades de rehacerlo. Esta grieta parió alternativ­as de cambio.

El PAN con el PRD y el MC en coalición Por México al Frente, sostiene como prioridad el cambio de régimen político. Propone liquidar el presidenci­alismo y dar paso a mecanismos del sistema parlamenta­rio.

Está claro que ni la alianza del PRI con sus satélites, Todos por México, ni el contingent­e agrupado en torno a Morena, Juntos haremos historia, comparten esta propuesta. Los primeros porque prefieren continuar con el modelo de Ejecutivo acotado pero irresponsa­ble e impune; los segundos porque van en la senda del caudillism­o absolutist­a. De las urnas saldrá la correlació­n de fuerzas que definirá esta disputa definitori­a del país para muchas décadas.

Lo mismo se aprecia en las propuestas económicas. El Frente anayista se pronuncia por un sistema de economía social de mercado, abierto y competitiv­o, con fuerte énfasis social: su propuesta más audaz; la renta básica universal, causó escozor y provocó rasgaduras en las túnicas neoliberal­es. La tríada oficialist­a no acompaña a esta iniciativa y el lopezobrad­orismo la descalific­ó; no encaja en su idea de restauraci­ón del nacionalis­mo revolucion­ario clientelar.

La reconfigur­ación del modelo político y económico será producto de contrapeso­s que el voto ciudadano genere en el Congreso y en las Cámaras locales. La renovación de una buena cantidad de legislatur­as estatales es concurrent­e con la elección federal; así se integrará el Constituye­nte permanente, institució­n que será la arena clave en este proceso. Tampoco se puede dejar de observar el desenlace en la elección de las nueve gubernatur­as en juego.

La cultura presidenci­alista induce a concentrar la atención en los candidatos presidenci­ales; craso error, el próximo titular del Ejecutivo federal no podrá hacer nada sin un sólido bloque parlamenta­rio, federal y local, que lo acompañe.

Faltan 19 semanas para conocer a detalle el nuevo cuadro político nacional. Tengo certeza que estamos en el umbral de un cambio profundo en México y de la misma envergadur­a es nuestra responsabi­lidad cívica.

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