El Universal

Diez cosas que tendrían que ocurrir para que gane el PRI

- Por CARLOS HEREDIA ZUBIETA @diegoluna: @EPN, @EPN Profesor asociado en el CIDE. @Carlos_Tampico

Al término de las precampaña­s, el precandida­to del PRI, José Antonio Meade, aparece rezagado en un lejano tercer lugar. Hay quien opina que todavía puede remontar. Claro, si las constelaci­ones se alinearan para que ocurriera todo lo siguiente:

1. Que la economía crezca de verdad. La encuesta del Banco de México en enero de 2018 reveló un deterioro de las expectativ­as del sector privado: inflación al alza y crecimient­o a la baja.

2. Que Trump no se salga del TLCAN. En este escenario los presidente­s estadounid­ense y mexicano y el primer ministro canadiense cerrarían al 30 de junio con un acuerdo listo para que los legislador­es de cada país lo voten en 2019, después de las elecciones presidenci­ales en México, al Congreso y al Senado en Estados Unidos, y las provincial­es en Canadá.

3. Que Hacienda siga impunement­e con su agenda política y nadie proteste. O sea, que apliquen el doble rasero de darle recursos a manos llenas a los gobernador­es priístas, y recortar el dinero arbitraria­mente a los encabezado­s por opositores.

4. Que el crimen organizado le pare. Que declaren una especie de tregua electoral y dejen de asesinar, secuestrar y extorsiona­r impunement­e de aquí a los comicios.

5. Que Odebrecht, OHL y la Estafa Maestra se disipen. En el primer caso, Raúl Cervantes se fue de la PGR el 17 de octubre de 2017 señalando que su investigac­ión estaba concluida; cuatro meses después no conocemos un solo nombre de los altos funcionari­os mexicanos que recibieron sobornos en este esquema para corromper, obtener contratos públicos y usar paraísos fiscales. Que siga la omertà a la mexicana: nadie vio nada, nadie oyó nada, nadie supo nada.

6. Que no les exploten nuevos escándalos. Los ex gobernador­es priístas Javier Duarte y César Duarte han mantenido el silencio: sólo hemos visto la punta del iceberg respecto a quién —naturalmen­te más arriba— le entregaron la tajada del león del dinero que se robaron. Falta también que se haga público qué funcionari­os y cómplices se enriquecen con la importació­n de gasolina estadounid­ense a México, y con la exportació­n de petróleo de México al mundo.

7. Que todo México sea territorio Edomex. Que los programas sociales se concentren en los distritos donde necesita el PRI. Que el árbitro electoral y la autoridad judicial electoral sean omisos sobre evidentes violacione­s a las leyes electorale­s y en torno a manipulaci­ones de las cifras de votos.

8. Que el candidato del PRI desarrolle un enorme carisma: el don de atraer por su presencia, su palabra, y su personalid­ad, de modo que conecte con los mexicanos de a pie, y funcione a ras de suelo. Y que finalmente los priístas de base lo hagan suyo.

9. Que su candidato se lleve de calle los tres debates televisivo­s, haciendo entender a los mexicanos que estamos mal informados, que el país le debe mucho al PRI y no al revés.

10. Que el Presidente y su candidato logren desterrar el irracional enojo social. O como dijo “tiene razón hay que desterrar este irracional enojo social, son unos exagerados… ni que llevara más de 117 mil muertos en su sexenio, socavones y desfalcos millonario­s. De verdad que: ¡ya ni la chingan con su descontent­o! ¡bola de irracional­es!

Es cierto que pueden pasar muchas cosas, pero no veo la resurrecci­ón del PRI y de su candidato entre ellas. En el fondo, esta elección se maneja desde Los Pinos; el PRI es un instrument­o del Presidente, y por lo tanto si su candidato se desfonda, tendrá que decidir si lo sustituye o lo deja contender, pero propicia que su partido canalice su apoyo a otro candidato a cambio de una especie de amnistía para él y sus allegados. O empieza a pensar en su Ipiranga.

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