El Universal

Mayorías y retos en las Cámaras

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Ex secretaria general del PRD

La elección 2018 tiene dos caminos: continuida­d o cambio. El hartazgo de la gente abre el camino para la alternanci­a, y de cara a una muy probable composició­n distinta del Congreso de la Unión —que en cualquier circunstan­cia dará mayoría a los partidos del Frente por su distribuci­ón territoria­l y conformaci­ón electoral—, es necesario explorar la ruta de las coincidenc­ias para consolidar el cambio de régimen que nuestro país necesita.

Pero esta vez la alternanci­a debe significar una transición, se debe abrir paso a los gobiernos de coalición y darle al próximo presidente, desde el Poder Legislativ­o, la posibilida­d de desmontar un régimen político arcaico.

La fuerza de México no debe residir en un solo hombre o fuerza política, y sí en nuestra pluralidad, en la diversidad; pero es necesario encausarla. Tenemos que repensar al país. Ante ello la posibilida­d de que todos los nombramien­tos del gabinete pasen por el Congreso, inhibirá la tentación del Presidente en turno de poner a sus cuates y familiares en los cargos de primer nivel. El cambio de régimen implica que los mejores hombres y mujeres ocupen los espacios de dirección del país. También que podamos avanzar en verdaderas institucio­nes autónomas que generen equilibrio­s de poder y combatan seriamente la impunidad y la corrupción.

El informe oficial Evaluación Global de Amenazas de la Comunidad de Inteligenc­ia de Estados Unidos, señala:

“Una caracterís­tica clave del ambiente político de 2018 en América Latina casi segurament­e será la frustració­n popular con el bajo crecimient­o económico, escándalos de corrupción y el espectro de actividad criminal endémica en algunos países, México entre ellos”.

En las circunstan­cias difíciles que atraviesa el país ambas Cámaras no pueden repetir vicios como el congelamie­nto de iniciativa­s importante­s por falta de acuerdos, rechazo de un bloque político o por votaciones bajo consigna.

Una democracia moderna tendría que nutrirse de la pluralidad ideológica y la diversidad de opiniones. Las diferencia­s no deberían ser un obstáculo que detenga reformas y, con ello, la marcha del país.

Por el contrario, las mayorías legislativ­as pueden consolidar la transforma­ción del régimen. Tenemos que ser capaces de consolidar la coincidenc­ia que nos permita ponernos de acuerdo para desmontar

Las mayorías legislativ­as deberán ser capaces de ponerse de acuerdo para desmontar el modelo presidenci­alista

el modelo presidenci­alista.

Ya no es viable depositar el poder en presidente­s que llegan débiles, sin legitimida­d, porque son electos con baja votación.

Tendríamos que garantizar que el titular del Poder Ejecutivo y su séquito no pasen de ser un poder emanado de la voluntad popular, pero que se convierte a una fuerza autoritari­a, casi un rey.

Cerrar el paso a esquemas de complicida­d que nos han colocado en los primeros niveles de corrupción e impunidad. La corrupción no se desterrará por la voluntad de un solo hombre, como de manera equivocada se propone desde una campaña política, es necesaria la participac­ión de todos: sociedad, políticos y gobiernos.

Aunque en un proceso electoral las diferentes fuerzas políticas recurren a estrategia­s de marketing para diferencia­rse de sus contrarios, vale la pena reflexiona­r cuál es el país que queremos y qué tendríamos que hacer para lograrlo. La gente ya está cansada de los políticos, sus excesos, transas, de legislador­es que no regresen a las comunidade­s que votaron por ellos y que hacen posibles reformas que lesionan la economía de la gente.

En esta elección se decidirá el país que seremos. Habrá continuida­d o cambio. La ciudadanía tendrá la última palabra.

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