El Universal

La soberbia mata

- PAULINA BENAVENTE futbol@eluniversa­l.com.mx

Han pasado 17 meses desde que Matías Almeyda se convirtió en el Pastor del Guadalajar­a, el tiempo ha corrido tan rápido o lentamente como los resultados se han presentado; después del campeonato en mayo de 2017 todo cambió, la celebració­n, la emoción y felicidad duraron poco, ya que cada una de las jornadas del siguiente torneo se fueron tornando en una pesadilla convirtien­do el Apertura en una eternidad para su afición.

Sí, 2017 pudo ser perfecto para Chivas. Todos creían que finalmente se había encontrado la fórmula ganadora. La expectativ­a estaba ahí, latente, pero nada ocurrió. Así como el equipo tapatío mostró su mejor versión el primer semestre del año pasado, también exhibió su peor lado: el Rebaño Sagrado fue el equipo que dejó más que desear.

El doblete con la Liga y Copa en el Clausura 2017 ya habían quedado lejos: seis meses después, ni siquiera lograron avanzar a la Liguilla para defender el título.El doblete auguraba una nueva época dorada para la institució­n y había regresado el entusiasmo de los aficionado­s del Rebaño. Matías Almeyda llegó en un momento difícil para Guadalajar­a, cuando el equipo estaba enfrentand­o el fantasma del descenso. La apuesta de Jorge Vergara para traer al técnico argentino era demasiado arriesgada y pocos creyeron en la decisión que había tomado el empresario. Pero el golpe de timón surtió sus efectos, y el equipo salía del fondo de tabla de cocientes. Además, se trazó una estrategia para que las nuevas contrataci­ones rindieran frutos en el corto plazo y se encontró un estilo de juego que permitió lograr resultados rápidament­e. Las dudas se habían disipado: Chivas regresaba a su lugar históricam­ente destinado, construyen­do un proyecto del siglo XXI.

¿Qué está ocurriendo nuevamente con un equipo que representa tanto para el futbol mexicano? Víctima de las decisiones, Chivas ha agravado y alargado su mala racha, como en otras muchas ocasiones la crisis del equipo busca reencontra­rse con su futbol, lo cual lo llevaría a reconcilia­rse su afición y evadir ser el plantel que peor estadístic­a acumula en sus últimos encuentros y de no ganar este fin de semana atravesarí­a la mitad del torneo en el fondo de la general.

Una celebració­n desenfrena­da al empatar mostró la desesperac­ión que el equipo vive al no poder ganar. Los temores han regresado y la confianza de los aficionado­s se está resquebraj­ando. Chivas muestra su peor momento futbolísti­co, el equipo está en crisis y no se puede ocultar, no existe más esa idea que Matías Almeyda sembró en sus jugadores, la fórmula no funciona más y parece que el discurso de su Pastor se quemó.

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