EN LAS VENAS DEL CANAL DE PANAMÁ
El canal de Panamá es el ingenioso sistema hidráulico interoceánico que todo viajero debe conocer. Descubre su historia y cómo funcionan sus esclusas
Un recorrido para conocer los secretos de ese sistema hidráulico interoceánico y otros atractivos del país.
PANAMÁ. — Al llegar al Centro de Visitantes de Miraflores, a 20 minutos del casco viejo de la capital panameña, se percibe un olor a tabaco y coco, siempre presente en la isla, casi siempre calurosa. También es notorio el ataque de los mosquitos que se juegan su efímera vida para alimentarse de sangre extranjera. Por cierto, ya van dos bajas en esta batalla, tan solo de mi parte.
Después de mucho desearlo, finalmente he llegado al gran canal de Panamá.
A unos 12 kilómetros de la ciudad, están las esclusas de Miraflores, con un mirador atestado de turistas. El zumbido humano se compone de una variedad de idiomas, y en la escena prevalecen (y a veces estorban la vista) las “selfies” que acreditan la presencia de los visitantes.
El boleto para ingresar al mirador cuesta 15 dólares. Con éste, se tiene derecho a presenciar el funcionamiento de las esclusas, esas obras hidráulicas que abren y cierran compuertas para nivelar el agua y permitir el paso de las embarcaciones a través del canal.
Un niño se acerca a ofrecerme sus servicios profesionales como guía: “en inglish, sir, solamente. Diez bucks”, me dice, con la seguridad de saber cómo hacer negocio. Me fascina su frescura y lo mismo su spanglish. Sin dudarlo, acepto su oferta.
Nilton me acompaña para explicarme la historia moderna de “la Obra Máxima de Centroamérica del Siglo XX”.
“Antes de su apertura, los pasos naturales utilizados entre los océanos Atlántico y Pacífico eran el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, en Chile. ¡Y nosotros (los panameños), los salvamos de ir hasta allá abajo a dar toda la vuelta”, explica mi joven guía.
El calor se eleva, todos sudamos, pero nadie quiere/puede dejar su espacio para observar cómo cruzan los barcos.
Cómo andamos en historia
Cuando Vasco Núñez de Balboa llegó en 1513 a estas tierras cálidas y selváticas, nunca imaginó que, cinco siglos después, se construiría una obra maestra de ingeniería que daría paso a buques de carga y transatlánticos provenientes de todo el planeta.
Hacia finales del siglo XIX, Francia quiso hacer un cruce que conectara Europa con América, pero fracasó en su intento, aunque dejó hecha una primera excavación. El proyecto se retomó en 1903, cuando Panamá se independizó de la Gran Colombia y, a la par, firmó con Estados Unidos un tratado para la creación de un canal interoceánico.
Esta obra de dimensiones colosales, que fue trazada del Atlántico al Pacífico, mide 82 kilómetros de largo; tiene una profundidad de hasta 13.7 metros y una anchura que varía entre los 91 y los 300 metros.
El canal de Panamá se inauguró el 15 de agosto de 1914, tras 10 años de construcción. En esa época, Estados Unidos era el que lo operaba y administraba en su totalidad. De hecho, los mismos panameños no podían entrar a ciertos lugares, como Puerto Clayton.
Un día, los panameños exigieron el reconocimiento de su soberanía sobre la totalidad de su territorio. Después de una fuerte fricción entre ambos países, firmaron los tratados de Torrijos-Carter, en 1977. En ellos, la nación del “Tío Sam” reconoce la soberanía del canal, con la promesa de entregar su operación a partir del 31 de diciembre de 1999. Desde ese día, Panamá es dueño y administrador absoluto del canal.
Abran compuertas
Después de un tentempié en el restaurante del Centro de Visitantes de Miraflores (si vas, no dejes de pedir su sopa de coco: es una delicia), me vuelvo a asomar por la terraza para ver el arribo de los barcos cargados de contenedores.
Uno se forma detrás de otro dentro de una estrecha esclusa que se va llenando de agua para elevar varios metros cada uno de los barcos, hasta el nivel de la siguiente esclusa. Los barcos son arrastrados por unas pequeñas locomotoras que se desplazan sobre vías en los muros.
El sistema, que funciona como un elevador, eleva o baja (manipulando la cantidad de agua) el nivel de los buques, desde el mar (tanto en el Atlántico como en el Pacífico), hasta el Lago Gatún (a 26 metros sobre el nivel del mar), donde navegan a través del cauce del canal.
Toda esta operación se realiza bajo el principio de gravedad y se abastece de agua dulce, proveniente de las lluvias y del lago. Opera las 24 horas del día y se calcula que entre 35 y 40 barcos lo cruzan diariamente. Desde 1914 el canal ha registrado más de un millón de tránsitos.
Los buques pueden ser de carga liviana (algunos cientos de contenedores) o muy pesada. Las cámaras de la esclusa tienen 33.53 metros de ancho y una longitud útil de 304.8 metros. Algunos cruceros y barcos turísticos de menor tamaño también cruzan el canal. Los primeros ofrecen experiencias que incluyen recorridos por la selva y la ciudad de Panamá.
Más grande, más rápido
El canal de Panamá fue construido con tres esclusas: Gatún (en el Atlántico) y las de Pedro Piquel y Miraflores (en el Pacífico). La necesidad de ampliar la infraestructura de la vía interoceánica, con esclusas más grandes para recibir un mayor número de buques y de dimensiones mayores, fue eminente.
La iniciativa para la ampliación del canal fue presentada y aprobada por un referéndum nacional, dando inicio a las obras de construcción el 3 de septiembre de 2007, en la comunidad rivereña de Paraíso. El proyecto consistió en construir dos nuevos cuerpos de esclusas: Cocolín (Pacífico) y Agua Clara (Atlántico).
La construcción del tercer juego de esclusas trajo consigo nuevos empleos directos e indirectos: más de 37 mil panameños trabajando día y noche en las obras, provenientes de todas las provincias y las comarcas indígenas aledañas. Ellos diseñaron y construyeron los complejos de esclusas y excavaron los cauces de acceso y de navegación. El 26 de junio de 2016, el buque Cosco Shipping Panamá realizó el tránsito inaugural del tercer juego de esclusas.
Las nuevas esclusas (60% más anchas y 40% más largas) tienen un moderno sistema de compuertas rodantes y tres tinas de reutilización de agua por cada cámara, que ayudan a ahorrar hasta 7% del agua utilizada.
De acuerdo con la agencia EFE, en agosto de 2017, el portacontenedores Theodore Roosevelt, con capacidad para más de 14 mil 800 contenedores, se convirtió en el barco más grande que ha cruzado el canal, gracias a la ampliación.
El objetivo es obtener mayor rentabilidad de operación para generar más ingresos (mayor tamaño y menor tiempo de tránsito). El recorrido, que duraría entre ocho y 10 horas, ahora se realiza en dos horas (se emplean los remolcadores al llegar a las esclusas).
Pienso en el enorme esfuerzo de miles de personas. Aplausos a sus formadores y a Nilton también por su explicación.