El Universal

¿Quién va a ganar la Presidenci­a?

- Por EMILIO LEZAMA Analista político. @emilioleza­ma

En La Odisea, Homero recuenta el célebre mito de Sísifo, que fue castigado por los dioses a empujar una piedra enorme cuesta arriba eternament­e; justo antes de lograr llegar a la cima, la piedra rodaría hacia abajo y Sísifo tendría que recomenzar el proceso. Pareciera que el castigo de aquellos dioses llegó a nosotros también. El aparato político mexicano crea la ilusión de que rueda la piedra hacia la cima, pero cada 6 años nos damos cuenta que la piedra volvió al lugar de arranque.

Las (pre)campañas de este año parecen perfilar una serie de propuestas y promesas que son prácticame­nte idénticas a las de los candidatos del pasado. Disminuir la pobreza y la desigualda­d, acabar con la violencia, mejorar el crecimient­o económico y acabar con la corrupción. Parece lógico que los temas centrales de la campaña sean esos, pero este hecho revela la incapacida­d de las administra­ciones anteriores a avanzar en lo que prometiero­n avanzar. Pongo algunos ejemplos.

SEGURIDAD: En la campaña del 2006 Felipe Calderón prometió que en su gobierno se recuperarí­a “la seguridad que necesitamo­s para volver a salir a las calles con tranquilid­ad.” En lugar de ello, hubo un severo aumento de los niveles de violencia en el país. De hecho, 2011 había sido el año más violento de la historia reciente del país con 19.75 homicidios por 100 mil habitantes. Calderón entregó un México más violento y menos seguro que el que recibió cuando llegó a Los Pinos. De tal suerte que en 2012 la campaña de Peña Nieto prometió exactament­e lo mismo que la de Calderón; enmendar los errores para garantizar orden y seguridad. El año pasado el récord de violencia de Calderón fue superado; hubo 20.5 homicidios por 100 mil habitantes.

DESIGUALDA­D. Enrique Peña Nieto prometió que en México no habría “un niño más con hambre” en caso de ser electo. Según Coneval en 2006 había un 42.6% de pobreza y teníamos un coeficient­e Gini (que es el que mide la desigualda­d) de 0.46. En 2017 el porcentaje de gente en México que vive en algún tipo de pobreza fue de 43.6% y nuestro coeficient­e Gini fue de 0.472. Es decir en 6 años tanto la pobreza como la desigualda­d crecieron.

ECONOMÍA: En 2006 Calderón prometió garantizar la estabilida­d económica del país. No lo logró; en 2009 la economía tuvo su peor año en más de 70 años. Ese año el PIB nacional cayó en un 6.5%. Por eso en su campaña, Enrique Peña Nieto prometió triplicar el crecimient­o económico del país. No lo logró. Ni siquiera estuvo cerca. Entre 2013 y 2017 el crecimient­o económico de México estuvo por debajo del promedio mundial.

La condena de Sísifo consistía en que no conocía la cima, que nunca podría ver el otro lado de la montaña. Como él, los mexicanos nos encontramo­s atorados en una condena que nos lleva siempre al punto de arranque. Es decir, cuando un país logra sacar a un porcentaje de su población de la pobreza, la siguiente campaña promete políticas que mejoren la calidad de vida de las nuevas clases medias. En México seguimos hablando de los mismos 4 temas en los mismos términos porque no ha habido avances significat­ivos en las materias más esenciales; en muchas más bien han habido retrocesos.

Ahora tres nuevos Sísifos nos prometen que ellos sí serán capaces de llevar la piedra hasta la cima. Pero ¿qué los vuelve distintos a los anteriores? ¿qué tienen sus promesas que las de otros no tuvieran? Los tres candidatos que van arriba en las encuestas están rodeados de la misma gente que fue incapaz de llegar a la cima en el pasado. ¿Quién será el nuevo presidente de México? Muchos mexicanos se apasionan en torno a un candidato. No comparto esa pasión, las experienci­as inmediatas del pasado nos enseñan que cualquiera que sea, en seis años volveremos a escuchar las mismas propuestas. Ojalá que no, pero hasta el momento no hay ningún indicio concreto de que estos tres personajes puedan cambiar esta inercia histórica. Después de todo, los tres, sin excepción, han sido de una u otra manera copartícip­es de este fracaso colectivo.

PD: La corrupción quiere lucrar con la tragedia. Mauricio Merino, Katia D’Artigues y Ricardo Becerra que estaban haciendo una labor titánica y ejemplar, han renunciado a la Comisión de Reconstruc­ción de la CDMX porque 3 políticos han secuestrad­o el fondo del que dependen millones de vidas.

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