A los soldados de México
Escribo estas líneas para felicitarlos en este Día del Ejército, y ayer, por cierto, fue el del Estado Mayor Presidencial. Lo hago desde la admiración que siempre he sentido por ustedes y que es compartida por una inmensa mayoría del pueblo de México. En incontables ocasiones he sido testigo de por qué las Fuerzas Armadas (Ejército, Fuerza Aérea y Marina) son la institución más querida y valorada por nuestra gente. Los vi hablar y vivir los valores que especialmente mencionan en sus ceremonias: valor, lealtad, entrega, patriotismo.
La vida me concedió el honor de estar cerca de ustedes. Fui testigo del ingreso de mujeres al Colegio Militar y al Estado Mayor Presidencial; conversé feliz con quienes formaron la primera escolta de mujeres el 15 de septiembre; me dio una gran alegría la primera vez que una mujer encabezaba el Desfile Militar; aplaudí a la primera mujer piloto, y las vi volar los primeros aviones. En unos años nos dimos cuenta de la cantidad de mujeres que se fueron uniendo al Ejército. Sólo había que dejarlas entrar.
También los conocí en la enfermedad, en la recuperación por las heridas de armas de los criminales. Sí, por muchos años visité a sus compañeros heridos en los hospitales. Recuerdo cada plática, cada anécdota, cada sonrisa hacia mi persona. Estoy llena de anécdotas. Por ejemplo, cuando un soldado herido me dijo: “Señora, allá afuera está mi mamá y le va a pedir que por favor me dejen darme de baja del Ejército. No le haga caso. Dígale al Presidente que yo quiero regresar al servicio cuando me recupere”.
Ustedes conocen mejor que nadie los males que duelen a nuestro México. Porque ustedes están ahí, con las botas sobre el terreno, en la sierra, en los pueblos, en las ciudades. Nadie les va a hablar a ustedes de solidaridad, pues ustedes han estado junto al pueblo, salvando vidas en las inundaciones, en los terremotos, en los huracanes. Nadie les va a platicar de las carencias de nuestro sistema de salud, ya que ustedes brindan asistencia médica en las comunidades que carecen de médico, enfermeras, dentistas y sanidad básica. Y desde luego, nadie les va a venir a contar de la situación de inseguridad y violencia tan grave que vive México: ustedes han estado en la primera línea de defensa de la Patria. Por eso los ciudadanos saben que ustedes también son pueblo.
Más allá de las diferencias que se puedan tener en torno a regulaciones, quiero decirles que me enoja el trato que reciben cuando escucho a López Obrador decirles “perpetradores de masacres” y prometer amnistías a los criminales. Me indigna escuchar a Ricardo Anaya renegar de su actuación, minimizar los resultados de su lucha e incluso afirmar, sin vergüenza, que va a instaurar “comisiones de la verdad”. Me indigna que los mismos políticos, que piden su ayuda cuando no son capaces de brindar seguridad a sus gobernados, no tengan el valor de defenderlos cuando los insultan.
Cuando las instituciones civiles se han visto rebasadas por el crecimiento del poder de fuego de la delincuencia, cuando la sociedad estaba más amenazada por la violencia de los criminales y cuando las familias no encontraron policías con capacidad de defenderlas, ustedes dieron un paso al frente y entraron sin dudar a luchar por México. Y lo he dicho: mientras no haya policías honestas, confiables y profesionales al servicio de los ciudadanos y mientras no haya ministerios públicos y jueces comprometidos a fondo con la justicia, sé que ustedes seguirán siendo la primera línea de defensa de nuestra sociedad. Quienes se quejan de los costos de su actuación harían bien en pensar en los costos que tendría que el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y Jefe del Estado Mexicano decrete una amnistía a la delincuencia. Nadie que piense así es digno de comandar a este gran ejército.
Estaré en la boleta como candidata a la Presidencia de México. Durante la campaña haré las propuestas más sólidas en materia de seguridad, y una central será fortalecer en todo a las Fuerzas Armadas: en equipo, en salarios —especialmente para la tropa—. Mejoras en el sistema educativo militar y en prestaciones para sus familias, haberes para su retiro, servicio médico y becas para sus hijos. Seré una Presidenta orgullosa de sus Fuerzas Armadas.