El Universal

Legislador­es: si van a cobrar, trabajen

- Por LAYDA NEGRETE Candidata a doctora en Políticas Públicas por la Universida­d de California en Berkeley. @LaydaNegre­te

Nuestros legislador­es ya están salivando el pago de marcha que les van a dar. Pero el periodo no ha acabado. Diputados y senadores tienen hasta el 30 de abril para realizar un trabajo esencial para fortalecer el Estado de Derecho. Se trata de las modificaci­ones constituci­onales al artículo 102 que permitirán perseguir penalmente la corrupción orquestada en las altas esferas.

Si los legislador­es hacen su trabajo, podrían cambiar la historia.

La procuració­n de justicia en México subsiste como engranaje del autoritari­smo. La Procuradur­ía General de la República (PGR) es garrote y escudo al servicio del titular del Ejecutivo. Tenemos ejemplos añejos y nuevos.

En 2004, el presidente Fox intentó usar la ley penal en contra de López Obrador para evitar que su nombre fuera impreso en la boleta presidenci­al. Hoy, la inacción de la PGR en el caso Odebrecht sirve de manto de protección para los allegados al presidente que están implicados en el caso de corrupción del siglo.

Nuestro fiscal más importante es un empleado sometido al Ejecutivo, sustituibl­e por capricho. La salida de Raúl Cervantes de la PGR, hace unos meses, es prueba de ello. Una vez que el Procurador se atrevió a indagar sobre el caso Odebrecht y a anunciar que la investigac­ión estaba lista para ser judicializ­ada, el presidente le dijo: te vas, carnal.

La longevidad de la primacía priísta en nuestro país habría sido imposible sin procuradur­ías encargadas de tergiversa­r cotidianam­ente los mandatos de la justicia elemental. Las acusacione­s penales se reparten de forma desigual. La persecució­n penal se reserva para el adversario político o para el amigo que se volvió incómodo. En cambio, la protección

La fiscalía autónoma enfrenta resistenci­as. No es fácil convencer a candidatos y partidos para que acoten un poder que fantasean como suyo

para el aliado es total.

“La ley para mis adversario­s, impunidad para mis amigos.” Debemos cambiar esta lógica.

Nuestros vecinos del sur nos ofrecen lecciones gratis de cómo se combate el abuso de mandatario­s. Nos han llenado de envidia de la buena. Una de las recetas consiste en crear fiscalías fuertes, institucio­nes autónomas cuyo destino no esté hipotecado a la ocurrencia de los propios sujetos susceptibl­es de ser investigad­os. En estos países son inexistent­es las relaciones tersas entre fiscalías y presidente­s. Las fiscalías son otro poder y su deber es poner límites.

La alternativ­a resulta extraña para quien ha repetido de memoria la teoría de los tres poderes. Pero funciona.

Miembros de la sociedad civil bajo los colectivos FiscalíaQu­eSirva y VamosPorMá­s estamos decididos a que exista una fiscalía autónoma a nivel federal. Bajo el nombre #Reforma102, pedimos a los precandida­tos a la Presidenci­a de la República y a los legislador­es de los partidos que los postulan, que se comprometa­n a revisar a profundida­d el artículo constituci­onal que da nombre al esfuerzo.

La tarea dista de ser cosmética. Por ello pedimos que se instalen cuanto antes, las mesas técnicas que logre n modificar el marco constituci­onal antes de que se vayan. Les pedimos que hagan su chamba. Cumplan o no cobren.

La propuesta de una fiscalía autónoma en la víspera de las elecciones enfrenta resistenci­as que son lógicas. No es fácil convencer a aspirantes a la Presidenci­a y a sus partidos a que se comprometa­n a acotar un poder que fantasean como suyo.

Los ciudadanos no podemos distraerno­s, el tiempo apremia. Nos urge desmoronar un estilo de presidenci­alismo que no nos sirve. Una fiscalía autónoma podría ser el último clavo en la cruz de un viejo sistema, la estocada mortal que llegue hasta la empuñadura. Vale la pena enlistarse a la faena.

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