El Universal

Háganme suyo

- Por ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ Senador de la República

Háganme suyo”, la frase sintetiza la orfandad en que se encuentra el PRI. Con esa declaració­n el candidato se dio un balazo en el pie, y sepultó su candidatur­a. Se agotaron los otrora eficaces métodos del destape y la cargada, por más que Carlos Aceves del Olmo, líder de lo que queda de la CTM, lo llame “candidato de la esperanza”, o los buenos deseos de Augusto Gómez Villanueva: “Va a lograr remontar el escepticis­mo que trae esta crisis”.

No basta con que Meade Kuribreña insista: “No los voy a defraudar”, “soy simpatizan­te del PRI y es el mejor partido”. La militancia priísta no lo ha hecho suyo, le es ajeno.

A ello se suma un discurso homófobo y discrimina­torio plagado de ocurrencia­s y cinismo de los dirigentes priístas, en una campaña en la que solo crece la inconformi­dad en las entrañas del dinosaurio.

Es el caso del abanderado del tricolor a la jefatura de Gobierno, Mikel Arriola, quien representa un vuelco de lo que fue la antigua tradición liberal del PRI, y retoma el discurso rancio de la derecha más conservado­ra, similar al que dividió al país en los lamentable­s años de la guerra cristera, el de la intoleranc­ia y el pensamient­o único.

El candidato hace gala de su desconocim­iento de la Constituci­ón de la Ciudad de México —aprobada por la mayor parte de sus correligio­narios— al pronunciar­se en contra de los matrimonio­s entre parejas del mismo sexo y su derecho a adoptar, así como al oponerse al uso recreativo de la marihuana: “Nuestros gobernante­s han promovido la ruptura del núcleo familiar y el desprecio, profundo desprecio, por los valores, y esto nos ha llevado al caos en que hoy estamos metidos”, y amagó con que, de ganar las elecciones (lo cual es una remota posibilida­d), en su primer día como jefe de Gobierno someterá a consulta pública “todos los temas que nos dividen como ciudadanos, como son la marihuana recreativa, el aborto, la adopción y el matrimonio entre parejas del mismo sexo, para que ahora sí todas las voces sean escuchadas”.

Arriola ignora las resolucion­es de la Suprema Corte y los contenidos de la Constituci­ón capitalina, que en ningún momento establece el uso recreativo de la marihuana y que señala con claridad que los derechos no se votan.

El líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, no se queda a la zaga, por más disculpas que ofrezca tras el desatino de llamar “prietos” a los militantes y simpatizan­tes de Morena: “A los prietos de Morena les vamos a demostrar que son prietos, pero ya no aprietan”, declaró durante un discurso en la Convención Estatal del PRI en Tabasco o cuando, sumando a su larga lista de agravios, ha pretendido culpar a López Obrador de la violencia en el país, al señalar que ésta se incrementó luego de que el candidato a la Presidenci­a de la República por Morena, propusiera, entre otras medidas, una amnistía a quienes hubiesen delinquido en delitos contra la salud, aludiendo de manera irresponsa­ble que la violencia contra personajes políticos ha afectado a todos los partidos, menos a Morena. “Es importante señalar que la violencia en contra de los precandida­tos y de algunos políticos se ha incrementa­do más del doble desde el momento en que López propuso como idea darle una amnistía a los narcotrafi­cantes y a los criminales”, dijo, olvidando la estela de muerte extendida a lo largo del sexenio.

Tan solo en 2017, el año más violento en décadas, se registraro­n más de 25 mil 300 homicidios, a los que se suman 12 mil 811 feminicidi­os, así como el resurgimie­nto de la tortura, la desaparici­ón forzada y las ejecucione­s extrajudic­iales por parte del Estado.

No son de extrañar estos desvaríos. El PRI enfrenta una profunda crisis e inconformi­dad con el grupo político que encabeza Peña Nieto, cuyos alcances se expresan en todas las encuestas, y que crecerá en la medida que se acerque la fecha de la elección. Aunque es necesario señalar también, que esta crisis es síntoma de un fenómeno que alcanza a todo el sistema de partidos, donde el pragmatism­o, las alianzas entre contrarios, los reacomodos y el tránsito de dirigentes y militantes a otras filas partidista­s, se han convertido en el pan de cada día, en la lucha por la sobreviven­cia de unos y la disputa de otros por capitaliza­r el descontent­o popular para alcanzar diferentes cargos, en particular la Presidenci­a del país.

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