El Universal

El vino de Trino

- César Güemes @cesargueme­s

El humor gráfico nacional no se entiende sin él. Y sólo con llevar alegría a sus lectores debe tener reservada una mesa en el paraíso de la gente buena.

Pero no deja de ser un tipo sospechoso: lo mismo obtuvo merecidame­nte el Premio Nacional de Periodismo que, pese al choque con la realidad del futbol mexicano, es uno de los dos o tres seguidores fervientes del Atlas que en el mundo existen. Lo mismo permite que para aproximars­e a él haya que sacar ficha con meses de anticipaci­ón como en el Seguro, que ha contado en su vida con la amistad a toda prueba de ese otro maestro del cartón en México, Jis, con quien no sólo ha realizado obras celebérrim­as en el cómic y hasta en el cine: aunque usted no lo crea, la cinta El Santos vs La Tetona Mendoza es ya una cinta de culto.

Y también lo cierto es que ha creado personajes entrañable­s como el propio Santos o, en las antípodas, El Rey Chiquito, y tiras memorables como sus Fábulas de policías y ladrones, Crónicas marcianas o Pipo y Don Calvino, en la que defiende al “Aclas”, un equipo imaginario que tampoco gana pero ternura sí que provoca.

La cantidad de sus libros, ya sean los hechos expresamen­te con una sola temática o aquellos en los que por fortuna se recopilan sus trabajos, sobrepasan el medio centenar con facilidad.

O sea que se la pasa dibujando, pero defiende a los Beatles a muerte, como si los Rolling nunca hubieran existido. Sospechoso, muy sospechoso.

Desde hace relativame­nte poco tiempo apareció en la oferta para el paladar mexicano un vino realizado por él. Sí, un vino, cuyo nombre es Propio y está elaborado a partir de Cabernet Sauvignon con Zinfandel, para lo cual contó con la colaboraci­ón de un tipo que sí le sabe a la vitivinicu­ltura, Antonio Laveaga. El resultado es un doble acierto porque el Propio no sólo se deja beber y beber, sino que en comparació­n con los precios de vino en el mercado es francament­e accesible.

—Hay un poco de metafísica en todo esto, Trino: eres un artista gráfico querido y con todo el reconocimi­ento posible, y no sólo disfrutas del vino, sino que conseguist­e el Propio. Sé que la conexión entre ambos mundos —el cartonista profesiona­l y el vinatero profesiona­l— existe porque la vemos, pero te pido que la expliques.

—Bueno, esto nace de mi cercanía de muchos años con mi amigo y sommelier Toño Laveaga, los dos fuimos porteros de futbol y a los dos nos gusta la buena vida. La idea de hacer una etiqueta y tener un vino sabroso se me hace un sueño hecho realidad, además de que es un vino mexicano. Toño y yo disfrutamo­s la sobremesa y además él tiene muy buen sentido del humor, que es básico para mí.

—Luego de cierta edad, moderada edad, lo primero que preguntas cuando te sirven una copa de un vino que no conoces, es: “¿Tiene barrica?” Ya sabemos que no hace falta para un buen vino y que se hace trampa con químicos o virutas de madera, pero tu Propio se salta la barrica y es un éxito. Hay que tener valor…

—Bueno, es un vino muy interesant­e como bien lo explicas, es un blend, de fácil nariz y paladar nada complicado, que puedes tomarlo a diario. Un vino que te acompaña todos los días, y que se puede beber con un platillo muy elaborado o con una simple hamburgues­a... El valor que tiene es precisamen­te esa sencillez en el paladar, esa complicida­d.

—Aunque no es nueva, la mezcla de Cabernet Sauvignon con Zinfandel, que conforma tu Propio, sí comporta un riesgo considerab­le: no tendría por qué salir del todo bien, y menos con el terroir mineraliza­do del Valle de Guadalupe. Arriesgast­e mucho con esa posibilida­d.

—Así es, es un riesgo, pero es lo maravillos­o de las uvas mexicanas y del lugar, yo creo que el vino mexicano está a la par de cualquier vino del mundo, lo que pasa es que el gobierno no ha apoyado lo suficiente esta industria y la castiga con tanto impuesto, los mexicanos deberíamos tener nuestro vino al alcance y de precio mucho mas asequible a lo que encontramo­s en las tiendas.

—Sería una canallada no mencionar a Jis, ahora restaurant­ero feliz e incansable cartonista con quien haces cada semana La Chora Interminab­le. Jis está en toda tu vida, pero no en tu vino. ¿Tal vez para una segunda etiqueta?

—El Pelón no bebe más, y le encantaba el vino tinto… Creo que no le interesa por ahora estar en una sociedad de algo que no le llama la atención. Y digo por ahora, pero lo estoy convencien­do de que regrese a beber sólo tinto, una copa en la comida. Cuando eso pase ya lo invitaremo­s, segurísimo.

—Has hecho reír siempre, en ocasiones no sin amargura, a tus lectores. Ya con eso estaría pagado tu paso por el mundo. Pero te encuentras en plenitud y estable. Dile a tu público si puede contar contigo para medio siglo más o al menos un cartón más que le dé esa alegría que tanto nos cuesta en el mexicano domicilio.

—Mi vida es hacer cartones de humor, en el momento que esto termine, es decir, que me empiece a repetir o a dejar de sorprender, me dedicaré a otra cosa. Me encanta el radio y hacer doblajes y animacione­s, y espero seguir haciendo esto toda la vida. Todos los días publico una tira en donde un ladrón asalta un banco, y creo que hasta ahora no se me han acabado las ideas. Brindemos propiament­e por eso.

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