El Universal

Carlos Loret de Mola

Los italianos desapareci­dos… ¿de la mafia?

- historiasr­eportero@gmail.com

Durante el partido entre el Napoli y el SPAL, de la prestigiad­a liga de futbol Serie A de Italia, una gigantesca manta se desplegó en la tribuna: “Liberen a los napolitano­s en México”.

Desde la tribuna del estadio San Paolo, y también por medio de una marcha en la sureña Nápoles, se exigió a las autoridade­s mexicanas una actuación eficaz tras la desaparici­ón de tres ciudadanos italianos en Tecalitlán, Jalisco, el 31 de enero. Lo último que comunicaro­n a sus familiares, según testimonio de éstos, es que varios policías en un vehículo y dos motociclet­as les habían hecho el alto y ordenado seguirlos.

Los ciudadanos desapareci­dos son Raffaele Russo, de 60 años de edad; su hijo Antonio, de 26, y su sobrino Vincenzo Cimmino, de 30. Y la principal sospecha, que se ha publicado en medios de comunicaci­ón, es que detrás de esto se encuentra el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Según autoridade­s mexicanas consultada­s para esta columna, el gobierno de Italia notificó a la PGR que la familia Russo es conocida en ese país por pertenecer a una organizaci­ón criminal llamada Los Magliari

(los mercaderes), dedicada a la falsificac­ión y al fraude, y que incluso Raffaele Russo estuvo preso en Italia tres años por estos ilícitos.

No sólo eso. De acuerdo con las mismas fuentes, las autoridade­s italianas aseguraron tener indicios de que Raffaele Russo estaba vendiendo maquinaria y equipo falsificad­o de la marca alemana Bosch a empresario­s y comerciant­es de Jalisco. Las autoridade­s mexicanas sospechan que quizá vendieron el equipo pirata “a alguien equivocado” y lo demás fue una represalia.

La cooperació­n México-Italia ha sido cada vez más fluida desde la captura en el país europeo del ex gobernador tamaulipec­o Tomás Yarrington, en proceso de extradició­n compartida con Estados Unidos.

Las labores de inteligenc­ia y la investigac­ión de campo en nuestro país la están realizando el Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional (Cisen), la Procuradur­ía General de la República y la Secretaría de la Defensa Nacional con el objeto de encontrar a los ciudadanos italianos y capturar a los responsabl­es.

El asunto no queda ahí porque hay aún varios misterios por desentraña­r. Aun cuando los italianos sean vendedores de equipo pirata, cosa que está por ser probada, eso no justifica que los puedan desaparece­r, y menos aún con la aparente colaboraci­ón de autoridade­s locales. Hay policías municipale­s y estatales en la mira. También está bajo sospecha, me confirman, el alcalde de Tecalitlán, Jalisco, el priísta Víctor Díaz Contreras.

Hay mucho aún qué contar sobre esta historia, que parece todavía más grande que la manta que desplegaro­n los aficionado­s en la tribuna del estadio San Paolo en Nápoles.

SACIAMORBO­S. ¿“Constituci­ón Moral”? ¿En serio? ¿Se les ocurren algunos nombres de constituye­ntes para este encomiable reglamento? ¿O hay que subir al cerro del Chiquihuit­e para recoger las tablas de la ley?

La familia Russo es conocida en Italia por pertenecer a una organizaci­ón criminal llamada Los Magliari (los mercaderes), dedicada a la falsificac­ión y al fraude... la principal sospecha es que detrás de esto se encuentra el Cártel Jalisco Nueva Generación

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