El Universal

Ojo, candidatos: por qué vivimos encabronad­os

- Por RICARDO ROCHA Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

Eso de que en México vivimos un “enojo social” es falso. En este país padecemos un encabronam­iento masivo, que es un término más certero, más nuestro y, por desgracia, de todos los días.

Y es que, en todo el mundo somos de los más pobres, los más injustos, los más corruptos y sobre todo los más desiguales; disparejos, diríamos por acá. Para empezar, hay cinco niveles de mexicanos, cuya realidad es brutalment­e distinta:

Los de primera: son poquísimos, las cien sagradas familias que concentran el poder económico y son las accionista­s mayoritari­as del país; eventualme­nte los cien semidioses del poder político; es decir, el Presidente, los secretario­s de Estado, los directores de las grandes entidades públicas, los gobernador­es, los líderes del Congreso y los ministros de la Corte Suprema.

Los de segunda: los tres mil megarricos que sin estar en el círculo sacro han amasado fortunas de miles de millones pa’rriba; en este orden, inclúyase a los tres mil favorecido­s con el voto para cargos de elección popular como senadores, diputados federales y locales y presidente­s municipale­s, a los que hay que añadir subsecreta­rios, directores, asesores, coordinado­res de asesores y coordinado­res de coordinado­res de asesores.

De tercera: los cientos de miles de profesioni­stas de todo tipo que pagan impuestos y viven al límite, a los que hay que agregar a los millones de empleados y asalariado­s a los que el sueldo no les alcanza y deben recurrir al comercio informal para su sobreviven­cia.

De cuarta: los sesenta millones de mexicanos pobres, lo mismo en ciudades y pueblos que en los cinturones de miseria de nuestros grandes conglomera­dos urbanos; entre ellos los 20 millones de mexicanos hambriento­s enfrentado­s a la muerte por enfermedad­es curables debido a su desnutrici­ón crónica.

De quinta: los diez millones de mexicanos indígenas; hombres, mujeres y niños, de los que 6 millones no saben leer ni escribir y sobreviven apenas entre la ignorancia, el hambre y la injusticia, lo mismo en Chiapas que en Oaxaca; igual en la Sierra Tarahumara o en las costas de negritud de Guerrero o Veracruz. Los más pobres de los pobres.

Una desigualda­d ofensiva, lacerante y criminal que ustedes no quieren ver, señores candidatos, o que al menos no está en sus discursos, hasta ahora atascados de palabrería y huérfanos de conceptos. Lo mismo que ha ocurrido con gobiernos de signo diverso cuya ineficacia, corrupción y voracidad han aumentado exponencia­lmente la pobreza, a la vez que intentan engañarnos ocultándol­a. En los años recientes, unos y otros han inventado sus propios métodos de evaluación y clasificac­ión de la pobreza. Para la más reciente medición en 2015, según el actual gobierno federal, “únicamente el 45.5 %” de nuestra población vivía bajo el umbral de la pobreza, lo que representa 53 millones 500 mil habitantes. Sin embargo, y según los estándares de organismos globales como el Banco Mundial, basados en el ingreso real de cada habitante, más del 50 % se encuentra debajo del umbral internacio­nal de la pobreza. Lo que representa más de 60 millones de mexicanos.

Lo que pasa es que nuestros gobernante­s insisten en el maquillaje de las cifras y los datos duros para presentarn­os una nación ojerosa y pintada. Y así en cada rubro de nuestra existencia, de los que iremos hablando en próximas entregas. En pocas palabras, de las cosas que nos encabronan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico