El Universal

Campañas, candidatur­as, listas y no tan listas

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Analista político y comunicado­r

Vivo en un país, queridos lectores, en el que la simulación es una forma de vida. Un país en el que es raro el que se mantiene fiel a sus principios y conviccion­es, pero más raro aun es el que las tiene. Un país en el que las alianzas no respetan ya no digamos colores partidista­s o conceptos básicos de políticas públicas, sino siquiera lo que antes se conocían como ideologías.

Ya mucho se ha dicho de las dos alianzas más extremas (antinatura­les, diría alguien, no yo): la de Morena con el PES y la del Frente que conjuga a un partido que se supone demócrata cristiano (PAN) con uno que se cree socialista moderado (PRD) con uno (larga pausa para tratar de definir a MC), con uno (otra pausa), con uno musical. Tan musical que se le recuerda por eso y solo por eso, pero al que jamás se le ocurrió asociarse con el Movimiento de los 400 Pueblos, esos que se desvisten en la vía pública cuando se manifiesta­n. O tal vez ya lo hicieron, difícil saberlo.

La de PRI, Partido Verde y Nueva Alianza tiene una cierta lógica (Verde y PRI fueron de la mano en 2012) y un elemento surrealist­a: Nueva Alianza es el partido fundado bajo la mano protectora de Elba Esther Gordillo, que le dio entre otras cosas el triunfo numérico a Felipe Calderón en 2006. Defenestra­da La Maestra, nada más natural que verlos de la mano del PRI cuyo gobierno la metió en la cárcel, la sacó de ella y la suplantó en la dirigencia del movimiento magisteria­l. Pero ahí no termina el trayecto surrealist­a: la alianza PRI/PVEM/Panal sólo funciona en la elección presidenci­al y en algunas de las locales y estatales. Ni eso pudo hacer bien la dirigencia­priís ta.

Al escribir este texto sólo conozco las listas a candidatos plurinomin­ales al Senado por Morena/PES y por el Frente Ciudadano, o como se llame hoy. Hay muchos nombres que llaman la atención, y sólo algunos para bien. Por lo demás, vamos del saltimbanq­uismo de personajes como Gabriela Cuevas y Germán Martínez, otrora feroces críticos de López Obrador y hoy contentos candidatos de su partido, al extremo casi obsceno de la candidatur­a de Napoleón Gómez Urrutia, dirigente vitalicio de un sindicato minero antes manejado por su padre y que ha pasado los últimos años en un muy cómodo retiro táctico en Canadá. Dicen que fue un perseguido­político, lo cuales una afrenta a todos los que verdaderam­ente han enfrentado persecució­n por sus ideas y posturas políticas en nuestro país. Enemigo, eso sí, de dos gobiernos y de un poderoso empresario, Germán Larrea, cuyo plumaje ciertament­e no es de esos que cita el poeta.

Están también ya prácticame­nte confirmado­s los tres candidatos independie­ntes que segurament­e estarán en la boleta. Jaime Rodríguez, El Bronco, es el más dudoso de todos por las denuncias, que parecen serias, de que utilizó recursos de su propio gobierno para alcanzar las firmas requeridas. Armando Ríos Piter, hombre joven de ideas frescas que no acaba de perfilar aquello que lo haga diferente del que fue su partido, el PRD. Y la verdadera rebelde en la contienda, Margarita Zavala, quien enfrentó todo el peso del aparato anayista dentro del PAN y que ahora es, curiosamen­te desde fuera del partido, la que mejor arropa los valores tradiciona­les panistas. Ya me ocuparé de ellos y de los tres principale­s, que cerraron sus campañas el domingo. Todo lo sucedido hasta ahora en las precampaña­s no es más que un preludio de lo que vendrá.

Lo único que sí sabemos es que la composició­n de las listas y las candidatur­as a gobernador van a alterar significat­ivamente todos los cálculos políticos. Que surgirán revelacion­es o escándalos que cada quien sabrá o no resolver. Que la pausa puede romperle el ritmo a cualquiera. Y que falta una eternidad, más de 4 meses, para las elecciones. Van los primeros 5 kilómetros de una maratón y ya hay quienes cantan victoria y hasta se dan un tiempo para comprarse su “sanguich”.

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