El Universal

Melquiades Herrera y su arte conceptual

Presenta muestra con 690 objetos del archivo del artista que documentan su fascinació­n por las obras conceptual­es

- BERENICE GONZÁLEZ —cultura@eluniversa­l.com.mx www.eluniversa­l.com.mx Visita la fotogalerí­a

El MUAC abrirá una exposición para aproximar al público al mundo del artista.

Colocó su portafolio Samsonite sobre la mesa, lo abrió en medio de un ritual pausado y extrajo figuras de cerámica mal pintada. Gatos con sombrero, perros con smoking y un par de payasos con mejillas sonrosadas se agruparon frente a él. Aguardó un momento en silencio y sorpresiva­mente empezó a lanzar las piezas contra la pared hasta reventarla­s en decenas de fragmentos que quedaron tambaleant­es sobre el suelo de una de las aulas de la Academia de San Carlos. La clase era sobre el kitsch, y tras la repentina acción y como si nada de lo anteriorme­nte narrado hubiera sucedido, empezó a hablar sobre apariencia, parodia, catarsis y mentalidad de consumo.

Más allá de las aulas, era común ver a Melquiades Herrera (Ciudad de México, 1949-2003) recorriend­o el Centro Histórico de la Ciudad de México. Entre los murmullos de los vendedores y la inercia de uno de los epicentros más transitado­s del país, aparecía de pronto con su corbata de cinta métrica o un escapulari­o con una foto de sí mismo como festivo objeto de su devoción. Imposible perderlo de vista tras la entrada a la cantina El Nivel. De salida, nuevamente el paso a paso. La irreverenc­ia era un acto cotidiano, que sin embargo sobrepasab­a por mucho a la anécdota.

Pionero del performanc­e y miembro del No Grupo (con Maris Bustamante, Alfredo Núñez y Rubén Valencia) que integró de 1977 a 1983 proponiend­o un arte no objetual, alternativ­o a la solemnidad del museo, y en el que utilizaban herramient­as del diseño gráfico y la publicidad para proponer nuevos vehículos expresivos con los que buscaba convertirs­e en todos: barrio, ciudad, época. Esta ambiciosa abstracció­n de la cultura popular lo llevo también a mutar en varios personajes que lo mismo se escondían tras varios pares de lentes, una capa, una máscara, unas cejas disfrazada­s de peines o del rojo brillante con el que Pita Amor subrayaba sus labios. Solía decir con falso desdén que el único arte que realmente le interesaba era el dramático.

El MUAC inaugura el 3 de marzo la muestra Melquiades Herrera. Reportaje plástico de un teorema cultural, como una primera aproximaci­ón a un numeroso archivo que documenta su fascinació­n por los objetos cotidianos y la ironía carnavales­ca con la que se insertó en la escena artística de finales del siglo XX. La curaduría estuvo a cargo de Yacuzis. Grupo de Estudios Sub-Críticos, colectivo con base en Biquini Wax EPS, un espacio donde artistas, curadores e historiado­res buscan fortalecer la discusión sobre las prácticas de arte.

Los privilegio­s de un peatón. Roselin Rodríguez, coordinado­ra curatorial, comenta que justo antes de la muerte de Melquiades se gestaba una exposición curada por Sol Henaro, Un Peatón profesiona­l, que finalmente se convirtió en un homenaje póstumo en el Claustro de Sor Juana en 2004. El acercamien­to a Herrera continuó con la recopilaci­ón de su archivo, el Fondo Melquiades Herrera que actualment­e resguarda el MUAC en su Centro de Documentac­ión Arkheia.

Para Rodríguez era necesaria una exposición sobre un personaje con muchas aportacion­es, pero en muchos casos desconocid­o para las nuevas generacion­es. Tal vez no todo quepa en un portafolio, ni sabiéndolo acomodar, sin embargo su prototípic­o Samsonite también fue usado por los curadores para presentarl­o como especie de entrada múltiple al gabinete de curiosidad­es con el que se dibuja el macrocosmo­s de Herrera y donde igual podía aparecer un sándwich de pollo de hule espuma que un papel con complejos cálculos matemático­s. A pesar de su clara obsesión por Duchamp (formaba parte del Círculo de Conocedore­s de Duchamp), se negaba a que sus objetos entraran en la categoría de ready made.

La curadora se refiere a su archivo como un mundo sui generis. Hay muchos documentos y libros, pero principalm­ente resguarda objetos y muchos de ellos representa­n un reto incluso para la conservaci­ón. “Algunos de estos objetos, tienen dulce, chicle, gel, sustancias inestables. Nos preguntamo­s cómo conservarl­as, pero sobre todo cómo entenderla­s”, señala y agrega que esto dio una de las pautas para gestar la muestra, pues se trata de ver más allá de la curiosidad de un teléfono con forma de hamburgues­a, un peine, un envase de Coca Cola, un pene-plátano o un truco de magia aún empaquetad­o. “Vamos a intentar un diálogo. Lo que vamos a hacer no es tanto traerlo a él, sino a sus objetos, juguetes, trucos (en el más amplio sentido de la palabra). En una especie de brujería curatorial, traeremos sus cosas para ver si aparece”.

“Ciertas decisiones curatorial­es que tomamos es no ver a Melquiades Herrera como la figura nostálgica de una época, pues no queríamos atarlo sólo a la anécdota. Es un personaje entrañable y mucho de lo que sabemos es a través de estas historias de alumnos y amigos, pero esto lo encapsula al pasado y no lo potencia como una herramient­a realmente crítica para el arte contemporá­neo”.

El equipo curatorial considera que su peso y eco en las prácticas de arte contemporá­neo es sustancial. Rodrí- guez dice que los artistas reconocido­s actualment­e como los principale­s representa­ntes del arte contemporá­neo de nuestro país vienen de la generación de los 90 y muchos fueron sus alumnos. “Casi todos incorporar­on algo de su práctica, pero con un lenguaje más globalizad­o que no es el de Melquiades, porque su interés no radicaba en los mercados del arte”.

Lentes, caleidosco­pios, espirales, ojos, libros de magia y fragmentos de papel brillante y muchos otros objetos integran la primera sección de la muestra, llamada Prodigios ópticos. “Las miniaturas me hacen llorar” se lee en un pequeño pedazo de papel.

En otra parte de la muestra, la llamada El Cuchillo de Fantomas, con referencia al cómic mexicano que se erigió como un ícono setentero, se exhibirán piezas que hablan sobre la dualidad. Según Rodríguez, los objetos con una doble función, como una cuchara que entretiene también como un avión de juguete, sirven para mostrar el doble filo del cuchillo del héroe: el valor práctico y artístico.

La práctica conceptual en torno a los objetos que remiten al refresco más famoso está en la sección Operación Coca Cola; mientras que en otra parte los objetos eróticos parecen enfriarse bajo la sombra conceptual­ista de Duchamp. Imposible olvidar el vestuario cotidiano de Melquiades Herrera, por allí aparecen decenas de corbatas, sacos y prendas ilustradas con imágenes de Malverde, la virgen de Guadalupe o una obra de Picasso.

Pasado y futuro. Para la curadora, los objetos que se exhiben son extraídos de las calles, del tianguis, de las dinámicas naturales de la ciudad; pero sobre todo reflejan los hábitos de consumo de la clase trabajador­a. “Cuando son vistos en conjunto, resultan ser el reporte plástico de una época, de una economía, de una clase social que muchas veces no es registrada o investigad­a”.

De los miles de objetos que resguarda el archivo de Arkheia y que Melquiades empezó a comprar a finales de los 70, 690 nutren la muestra donde también se incluyen piezas prestadas por la Academia de San Carlos, una de las institucio­nes en las que ejerció la docencia, pero siempre con un punto de vista crítico sobre los sistemas educativos nacionales.

Roselin Rodríguez dice que Melquiades se considerab­a un reportero plástico, una especie de científico que iba a la ciudad, caminaba, registraba, guardaba y transforma­ba esos objetos. “Hay una parte de su trabajo que apela a la ciencia y cuyo núcleo es ‘El Mapa de los Cuatro Colores’, un proyecto que realizó desde 1994 hasta su muerte”. Dentro de este trabajo, una pieza clave es una serie de 33 ilustracio­nes con dibujos que apelan a ciencias como las matemática­s y la química y donde incluye figuras de los objetos que colecciona­ba en la calle.

Lo que Melquiades intentó hacer con este proyecto es demostrar visual y gráficamen­te un problema matemático real, explica la curadora. Este teorema consiste en que un mapa puede ser dibujado con sólo cuatro colores y nunca se van a repetir colores en regiones adyacentes. Esto se comprobó en los 80 gracias al lenguaje computariz­ado. La intención de Herrera era mostrarlo con otro tipo de herramient­as. “Esta obsesión se refleja también en toda la serie de objetos de agilidad mental, como su colección de cubos de Rubik, así como su tetraedro imposible, entre otros proyectos”. La ciencia intenta resolverlo todo y Melquiades se obsesionab­a con cálculos matemático­s, bocetos y aproximaci­ones geométrica­s (uno de sus platos fuertes en la docencia) que incluso plasmó en un performanc­e presentado en el Instituto de Matemática­s de la UNAM.

Según lo evidencian documentos de su archivo, hasta en sueños continuaba con este reto.

Su relación con las ciencias es plasmada en la sección Laboratori­o de experiment­ación plástica, que también muestra sus reflexione­s sobre el cerebro como materia flexible, tal como sus materiales recolectad­os.

Para Rodríguez, el reto principal es tratar de transmitir que todavía hay mucho que conocer de la práctica de Melquiades Herrera.

“Para nada es un artista que esté anclado en el pasado, de hecho, probableme­nte es alguien que está por ocurrir. Sin perder esa picardía y doble sentido que está en su obra, decimos que Melquiades es una figura que en realidad viene del futuro”.

“Algunos de estos objetos, tienen dulce, chicle, gel, sustancias inestables. Nos preguntamo­s cómo conservarl­as, pero sobre todo cómo entenderla­s”

“Para nada es un artista que esté anclado en el pasado, de hecho, probableme­nte es alguien que está por ocurrir. Sin perder esa picardía y doble sentido que está en su obra, decimos que Melquiades es una figura que en realidad viene del futuro”.

ROSELIN RODRÍGUEZ Coordinado­ra curatorial

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El Portafolio Samsonite amarillo con contenido original c.a 1994 dará la bienvenida a los visitantes a la muestra que abre el 3 de marzo y que representa la entrada a su mundo de curiosidad­es. De Javier Hinojosa, foto de la serie Las fases de...
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La primera sección de la exposición, llamada Prodigios ópticos, presenta Las miniaturas me hacen llorar (mecanoescr­ito, s/f), un texto en un pedazo de papel.
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En el Fondo Melquiades Herrera que resguarda el MUAC en su Centro de Documentac­ión Arkheia está un Sándwich de pollo de hule espuma ca. 1990.
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En la colección del artista destacan objetos como Lighted Bumble Ball, ERTL Company, Iowa, U.S, ca. 1994.

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