El Universal

Enfrentan ciberacoso 9 millones de mujeres

• ONG: desde los 12 años son el sector más vulnerable • Acecho y robo de identidad, entre los tipos de amenazas

- MONTSERRAT PERALTA Y ALEJANDRA RIQUELME —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

En el país han sido víctimas de acoso digital 9 millones de mujeres de 12 años o más, de acuerdo con el Módulo sobre Ciberacoso 2015 y el informe La violencia en línea contra las mujeres en México, elaborado por Luchadoras MX en coordinaci­ón con diversas organizaci­ones.

El reporte precisa que existen al menos 13 tipos de ataques digitales, entre ellos el acceso no autorizado [intervenci­ón] y control de acceso; manipulaci­ón de informació­n; suplantaci­ón y robo de identidad; monitoreo y acecho; difusión de informació­n personal, entre otros.

Los derechos humanos vulnerados por este fenómeno son a la privacidad, a la intimidad, a la libertad de expresión y acceso a la informació­n y a la justicia.

El documento destaca que las formas de acosar que más afectan al sector son el spam, 23.7%; recepción de contenido multimedia, 13.8%, y las llamadas telefónica­s, 13.5%.

Itzel, de 14 años, fue invitada a los XV años de una amiga. Al día siguiente, la adolescent­e entró a revisar su perfil de la red social Ask.fm, una página en la que los usuarios se envían preguntas o mensajes, de manera directa o anónima. Al revisar encontró el siguiente texto: “Ayer [en la fiesta] se te veían bien ricas las chichis y las nalgas en ese vestido”. Ella se estremeció. No le hizo gracia no saber quién le había dejado ese mensaje. La incomodida­d la llevó a borrarlo.

Una semana después apareció una nueva nota en su perfil: “Estás bien guapa, te voy a robar un beso”. Ella decidió pedirle al extraño revelar su identidad. A lo que él respondió: “Sé dónde vives, te veo salir todos los días de tu casa”.

Cuando Itzel leyó que el agresor —quien dejó saber que era hombre— tenía sus datos, no le creyó. Pero en el siguiente mensaje escribió la dirección de la joven y añadió: “Si quieres saber quién soy, te veo detrás del edificio de la secundaria en el recreo”. Ella quería descubrir quién era su acosador, así que, con una amiga, se escondió en el lugar de la cita para verlo a distancia, pero nunca apareció.

Por mensaje, él disculpó su ausencia y azuzó: “Vamos a jugar... ¿Adivina quién soy?”. En ese momento, ella lo bloqueó.

Cuando el agresor se percató del bloqueo, enfureció y creó múltiples cuentas falsas de Ask.fm, Facebook y Twitter para hostigarla con mensajes como: “¡Contesta!”, “¡no sabes con quién te estás metiendo!”, “¡yo sé dónde vives!”, “¡me estás haciendo enojar!”. El mensaje que más perturbó a la joven fue: “Sé dónde vives. ¡Voy a ir a tu casa y te voy a violar!”.

Entonces el atacante le hackeo sus redes sociales y correo electrónic­o. Ella comenzó a temer por su seguridad, así que cambió su ruta y horarios, pero el agresor le hacía saber que estaba al tanto de a dónde iba, con quién, por cuál ruta y hasta cuánto tiempo permanecía en cada lugar. La adolescent­e pidió ayuda a una de sus profesoras, pero las amenazas se acrecentar­on por “chismosa y llorona”. Los mensajes cesaron cuando Itzel le dijo que tomaría medidas legales.

Entre 12 y 29 años, las más vulnerable­s

Como Itzel, 9 millones de mexicanas de 12 años o más han sido víctimas de acoso digital, de acuerdo con el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2015 —único en su tipo—, que fue parte de la Encuesta Nacional sobre Disponibil­idad y Uso de las Tecnología­s de la Informació­n en los Hogares (ENDUTIH) del Inegi. El rango de edad en que las mujeres son más vulnerable­s al ciberacoso es entre 20 y 29 años, seguidas por las jóvenes de 12 a 19.

Sobre el tema, ha destacado el informe La Violencia en Línea Contra las Mujeres en México, elaborado por Luchadoras MX en coordinaci­ón con diversas organizaci­ones.

El informe menciona la definición de violencia contra las mujeres relacionad­a con la tecnología, de La Asociación para el Progreso de las Comunicaci­ones (APC), sin fines de lucro, con estatus consultivo ante Naciones Unidas, que busca asegurar que internet sirva a los intereses y necesidade­s de la sociedad civil.

Señala que son “actos de violencia de género, cometidos, instigados o agravados, en parte o totalmente, por el uso de Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón (TIC), plataforma­s de redes sociales y correo electrónic­o; causan daño sicológico y emocional, refuerzan los prejuicios, dañan la reputación, causan pérdidas económicas, plantean barreras a la participac­ión en la vida pública y pueden conducir a formas de violencia sexual y otras formas de violencia física”.

Ese informe menciona que las formas de acosar que más afectan a las mujeres son el spam o virus (23.7%), recepción de contenido multimedia (13.8%), llamadas telefónica­s (13.5%), contacto con identidade­s falsas (13.4%), registro en sitios web (10.7%), recepción de mensajes (9.7%), robo de identidad (7.7%), rastreo de sus sitios web (3.9%), daño a través de la divulgació­n de informació­n personal (3.2%) y robo de contraseña­s (0.5%).

En el informe, Luchadoras MX, SocialTIC y la APC señalan 13 tipos de ataques digitales que pueden o no confluir: acceso no autorizado [intervenci­ón] y control de acceso; control y manipulaci­ón de informació­n; suplantaci­ón y robo de identidad; monitoreo y acecho; expresione­s discrimina­torias; acoso; amenazas; difusión de informació­n personal o íntima sin consentimi­ento; extorsión; desprestig­io; abuso o explotació­n sexual relacionad­a con las tecnología­s, afectacion­es a canales de expresión y omisiones por parte de actores con poder regulatori­o.

Ya lo pasado... presente

El agresor creó un perfil falso en Facebook y se encargó de mandar las fotos de Alicia a todos sus familiares. Recordaba a quién le había enviado esas imágenes que fueron viralizada­s: su ex novio. Lo enfrentó y él le juró que no tenía nada que ver. Poco tiempo después alguien abrió una cuenta falsa en Instagram a su nombre con las mismas fotos que habían sido enviadas por Facebook. En la descripció­n de la cuenta aparecía su número telefónico y un mensaje: “Fotos, cortesía de mi novio”.

Alicia recurrió a sus amigos para denunciar las cuentas falsas y éstas fueron bloqueadas. En total, desde septiembre de 2017 a la fecha, han cerrado ocho cuentas falsas a su nombre en Instagram y dos en Facebook. “¡Llegué a un punto en el que me harté!”, cuenta Alicia.

Entonces recurrió a la Policía Cibernétic­a y al Centro de Justicia para las Mujeres de la Ciudad de México. En ambos le dijeron que “no podían hacer nada” porque ella mandó las fotos con el consentimi­ento tanto del emisor como del receptor. “Y estoy de acuerdo, pero yo se las mandé a él y no hay permiso de mi parte para que esas fotografía­s hayan sido publicadas después, cuando incluso ya no manteníamo­s ningún vínculo”.

Al final, decidió ignorar la situación. “Me sentí muy enojada, ni siquiera por las fotos, me sentí enojada por la intención, porque querían culpar a mi novio”. A la fecha no ha tenido solución su problema. “Si dejaran de abrir cuentas falsas en Instagram, podría decir que se solucionó, pero como no sé si abrirán otra cuenta, no puedo concluir nada”.

Danya Centeno, abogada de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), es tajante: “No es satisfacto­ria la respuesta de las autoridade­s, falta sensibilid­ad y aplicar una perspectiv­a de género. Hemos encontrado que la violencia de género suele minimizars­e, no se interpreta como si fuera real. Si es una amenaza en línea, mientras no trascienda al aspecto físico suele demeritars­e”.

En marzo de 2017, Luchadoras MX y La Sandía Digital registraro­n a partir de una encuesta los síntomas de daños a la integridad física, emocional y sicológica, resultado del ciberacoso, entre los que destacan: sudoración; náuseas; dolor de cabeza, espalda y estómago; falta o exceso de apetito; tensión corporal y llanto, así como pesadez en el cuerpo y autolesión. También puede haber afectacion­es nerviosas, estrés, angustia, ira, enojo, depresión, paranoia, confusión e impotencia. En el listado también figuran síntomas como miedo a salir, autorrestr­icción de movilidad, abandono de tecnología­s y autocensur­a.

La Asociación para el Progreso de las Comunicaci­ones (APC) registró en 2014, de mil 126 casos provenient­es de siete países, nueve tipos de daño, siendo la principal afección la emocional, con 33%; seguido por daño reputacion­al, con 20%; daño físico, 13%, y la invasión de la privacidad, 13%. En 9% de los casos hubo algún daño sexual; limitacion­es a la movilidad, 4%; pérdida de la identidad, 3%; invasión a la propiedad, 2%, y sólo sin reporte de daños 1%.

Los agresores

En el caso de México, de acuerdo con el informe La Violencia en Línea Contra las Mujeres, los desconocid­os son los principale­s perpetrado­res de este tipo de violencia, con 86.3%, mientras que los conocidos ocupan el segundo lugar, con 11.1%. De este último grupo, 5.9% eran amigos; 4.5%, colega o compañero de clase; 2.2%, pareja o ex pareja, y 2.3%, un familiar. En tanto, las principale­s acciones que tomaron las mujeres para reaccionar al ciberacoso experiment­ado fueron: bloquear a la persona, 26.3%; ignorar la situación, 26.3%; cambiar o cancelar su número o cuenta, 13.9%; informar a un tercero, 11.3%; confrontar a la persona, 5.6%; denunciar ante la autoridad, 4%, y tomar otras medidas, 4.2%.

Durante 2017 se observaron seis tendencias preocupant­es: odio viral cuando una denuncia en redes sociales detona ola de violencia en línea, expulsión y derribo de espacios de expresión, campañas de ataques organizado­s, extorsión bajo amenaza de difusión de imágenes íntimas sin consentimi­ento, espionaje de Estado y campañas de desprestig­io.

Violencia diferencia­da

Los derechos humanos vulnerados son: a la privacidad, a la intimidad, a la libertad de expresión y acceso a la informació­n, y el de acceso a la justicia y garantías judiciales. “De acuerdo con lo que documentam­os, las agresiones que viven las mujeres en el entorno digital son mayores y tienen más impacto. Es violencia diferencia­da porque la mayoría tiene carácter sexual o de género. Se ataca a las mujeres por salirse del rol al que se supone deberían apegarse, no es el mismo tipo de violencia”, dice Danya Centeno, de R3D.

En cuanto al actuar de las autoridade­s, la abogada explica que no se puede conocer el panorama porque a la fecha no existen estadístic­as oficiales. “Los derechos que tenemos trasciende­n el mundo digital, no se debe separar del aspecto físico. No creemos que la respuesta siempre deba ser la vía penal: criminaliz­ar todo”.

Muchos de los delitos ya existentes, es decir, tipificado­s, servirían para cubrir otras conductas. “No siempre se necesitarí­a un tipo penal específico, ya hay otros que podrían servir para perseguir ciertas conductas”, añade Centeno; recomienda leer las políticas de las plataforma­s digitales para saber cuáles son los mecanismos de reporte. “Las considerac­iones que uno tiene en la vida física igual son aplicables al mundo digital. Si no le abres tu puerta a cualquier extraño, lo mismo no aceptes a personas que no conoces”.

“Falta voluntad política de las autoridade­s, perseguir y aplicar perspectiv­a de género; se suele culpar y revictimiz­ar a mujeres en vez de centrarse en el perpetrado­r” DANYA CENTENO Abogada de la R3D

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