El Universal

Vivir con el dolor en la piel

Alrededor de 8 millones de mexicanos padecen enfermedad­es raras; sólo se tiene tratamient­o para 30. Sonia sufre una que ocasiona que su piel se desprenda

- Texto: ROCÍO MUNDO, FERNANDO GUEVARA Y ABIGAIL SAUCEDO Foto: JORGE ALVARADO

Cada día, Sonia pierde un trozo de piel. Ante cualquier presión, su cuerpo se llena de ampollas dolorosas que, literalmen­te, la dejan en carne viva. Desde niña fue diagnostic­ada con epidermóli­sis bullosa o piel de mariposa, considerad­a una enfermedad rara porque afecta a pocas personas. Se calcula que en México 8 millones tienen padecimien­tos poco comunes.

Ycuando despertó, la piel de su oreja ya no estaba ahí, sino en su almohada, otra vez. Lo mismo puede suceder a diario con la piel de sus manos, de sus piernas, de su espalda o de sus pies. Fue la piel de su pie la que se quedó pegada en el calcetín a los tres días de nacida y su madre supo que algo no estaba bien.

Al igual que Sonia Ortiz, otras 30 mil o 40 mil personas en México padecen esta enfermedad rara llamada epidermóli­sis bullosa o piel de mariposa, como es conocida popularmen­te, pero también existen alrededor de 8 millones de mexicanos, que como ella, siguen buscando y esperando una cura para otros padecimien­tos que también afectan a muy poca gente.

Son esas personas que antaño fueron considerad­as “fenómenos”. Aquellas que fueron la atracción principal de circos: mujeres barbudas, enanos, hombres lobo que eran exhibidos por sus “rarezas”, pero que en realidad lo que tenían de raro era su enfermedad.

Bingo genético

No es que los padecimien­tos hagan a la persona extraña, es su poca incidencia lo que convierte a una enfermedad rara en poco común. Para darle ese título, debe afectar a cinco de cada 10 mil habitantes en el mundo.

El mal que padece Sonia provoca que tenga la piel tan delicada que, ante cualquier presión, se llene de ampollas dolorosas que pueden aparecer en cualquier parte de su cuerpo. Y, literalmen­te, hacerla quedar en carne viva.

“Vivir con epidermóli­sis bullosa es estar todo el tiempo con dolor, las 24 horas del día, los 365 días del año desde que nacemos hasta que morimos”, dice Sonia. Fue a los 20 años cuando la diagnostic­aron. Y ahora, a sus 32, sigue esperando que alguien tenga una idea brillante y, finalmente, sea creada una pastilla, cápsula, supositori­o o lo que sea, que logre curarla. Porque sabe que algo así ha pasado con otras de estas enfermedad­es.

David Peña, presidente de la Federación Mexicana de Enfermedad­es Raras (Femexer), pelea desde 1990 contra el mal de Gaucher que padecen sus dos hijos, que les hacía tener vientres inflamados, como de “niños embarazado­s”.

Tuvo la fortuna de un diagnóstic­o correcto en ellos, pero el infortunio de saber que no existía un fármaco que pudiera darles una vida común.

Pasaron cinco años y en Estados Unidos se creó un medicament­o para tratar la enfermedad. Un año después, el fármaco fue aprobado por la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA, por sus siglas en inglés). En menos de un mes, sus estómagos se redujeron y hoy nadie pensaría que padecen esa enfermedad.

“La mamá de mis y hijos y yo tenemos informació­n en nuestro ADN que contiene esta enfermedad, pero nosotros sólo somos portadores. Mis hijos no sólo la portan, sino que la manifiesta­n. Su ma má y yo hicimos un ‘bingo genético’ y de esta forma, la enfermedad se presentó en nuestros hijos”, dice David.

El 75% de las enfermedad­es raras son de origen genético, el resto son cánceres o males infeccioso­s.

Sonia desconoce por qué tiene piel de

mariposa, sólo sabe que aún no hay algo que pueda remediarla. A diario gasta alrededor de 800 pesos en cremas humectante­s y vendajes que curen las llagas, y en suplemento­s alimentici­os líquidos que le permitan nutrirse, pues también su esófago se llena de ampollas internamen­te y, en ocasiones, pasar pequeños trozos de verdura se convierte en un desollamie­nto propio.

En busca de ayuda

Abrazar y querer mucho a su hijo Iñaki mientras vivía fue el único tratamient­o que le sugirieron a Janette Ojeda ante la falta de un medicament­o para el llamado Alzheimer infantil, una enfermedad genética presente en uno de cada 100 mil nacidos vivos.

De acuerdo con el diagnóstic­o de la genetista Mayra Gallegos, Iñaki cumplía con tres caracterís­ticas representa­tivas del padecimien­to: cejas gruesas, dolor de oído e hiperactiv­idad. Tenía Sanfilippo, un mal que degenera gravemente el sistema nervioso central y deteriora las habilidade­s sociales, provocando finalmente una muerte precoz. Los niños que lo padecen no viven más de 15 años.

Janette viajó por varios países en busca de algo que pudiera curar a su hijo. Fueron muchos años de ir y venir, hasta que en España le informaron que existía un tratamient­o experiment­al a base de terapia génica que podía retrasar el deterioro. Y aunque estaba en fase de investigac­ión, no tenía nada que perder.

Hace algunos años, reporteros de diversos medios le preguntaro­n a Janette cómo estaba Iñaki, si la terapia había funcionado y ella con una sonrisa contestaba que todo iba bien, porque eso parecía. “Hoy tengo a un niño de siete años que tiene una edad mental de dos años y medio”, dice mientras llora.

No todos tienen las posibilida­des de salir de su patria en busca de ayuda internacio­nal. Para la mayoría, incluso es difícil conseguir dinero para trasladars­e de un estado a otro para que alguien los apoye.

Desde hace nueve años, cada seis meses, Sonia viaja a la Fundación Debra México, para que le realicen una dilatación del esófago que le ayuda a tener más espacio para deglutir la comida. Junto con sus papás, recorre las carreteras durante 12 horas para llegar desde el Estado de México hasta Monterrey, donde se encuentra la fundación. Es más barato. El fructífero negocio familiar de manufactur­a de ropa se fue a pique porque la atención de los dueños, los padres de Sonia, quedó centrada en su hija enferma y las ganancias se diluyeron en sus cuidados. Ahora el padre tiene un puesto en el ayuntamien­to de Santiago Tianguiste­nco, que apenas les da para vivir.

Exigir sus derechos

En México no existe un presupuest­o para detectar o tratar enfermedad­es raras. Cada institució­n de salud pública destina lo que cree convenient­e para estos padecimien­tos, en el caso de que alguno de sus derechohab­ientes solicite la ayuda para tratar su enfermedad huérfana, como también se le conoce.

Pide un deseo, Red Sanfilippo, Federación Mexicana de Enfermedad­es Raras y muchas otras asociacion­es no gubernamen­tales que apoyan a personas con estos padecimien­tos, fueron fundadas por padres de pacientes. David Peña dice que no puedes decirle a alguien cómo se siente algo hasta que él mismo lo experiment­e.

“Si fuera secretario de Salud y papá de enfermos con estos padecimien­tos, haría lo que fuera por llamar la atención del mundo. Para que el mundo exija a México que se cumplan con los requisitos y necesidade­s de estos pacientes”, afirma Peña.

Al frente de la federación, David se encarga de canalizar a la gente con las asociacion­es que traten a personas que tengan el mismo padecimien­to. También exige que les sean suministra­dos los medicament­os que requieren y que no se comerciali­zan en México.

Cuando fue aprobado el medicament­o para sus hijos, no dudó en escribirle al entonces presidente Ernesto Zedillo para solicitarl­e el envío del fármaco que le cambió la vida a sus hijos. Ahora hace lo mismo, pero para quienes se acercan a él a pedir ayuda. Escribe cartas a los directores de cada institució­n pública, dependiend­o de a cuál pertenezca el solicitant­e, para exigir que les sea provisto el tratamient­o.

“Las institucio­nes de salud que hay en el país no ‘nos ayudan’, cumplen con su obligación. Por eso manejan los dineros de los contribuye­ntes para poder tener atención, seguridad y salud”, dice David.

En 2012, gracias a lo que él llama su “cabildeo”, se modificó la Ley General de Salud en los artículos 224 y 224 bis, en los que se define qué es una enfermedad rara y se obliga al Estado a atenderlas a través de la Secretaría de Salud. “Estos artículos crean y amplían posibilida­des, caminos y certezas a favor de los pacientes con enfermedad­es raras. Este hito se consi- guió después de 50 años de inmovilida­d en este tema”, dice David.

El panorama

En el mundo existen al menos 7 mil enfermedad­es raras, las cuales afectan a 7% de la población. De todas, sólo 5% cuenta con tratamient­o.

La Comisión Europea apoya cada vez más a las asociacion­es de pacientes, pero especialme­nte a Orphanet, que fue creada en 1997 por expertos en enfermedad­es raras. En el año 2000 se creó orpha.net, un portal que enlista y brinda informació­n de cada uno de los padecimien­tos registrado­s.

La comisión también creó en 2011 el Consorcio Internacio­nal de Investigac­ión sobre Enfermedad­es Raras, cuyo objetivo es reunir a organismos de reglamenta­ción, investigad­ores, representa­ntes de grupos de pacientes, integrante­s de la industria biofarmacé­utica y profesiona­les sanitarios para cumplir la meta de que para 2020 se generen 200 nuevos tratamient­os para enfermedad­es raras e instrument­os diagnóstic­os para la mayoría de ellas.

En América Latina, en países como Brasil o Argentina se tienen medicament­os para más de 150 enfermedad­es de este tipo. En México sólo hay para 30.

En diciembre de 2017 se creó un registro nacional sobre ellas por parte de la Comisión de Análisis, Evaluación, Registro y Seguimient­o de las Enfermedad­es Raras que nació en enero de ese año.

Rosa María Galindo, secretaria técnica de la comisión, dice: “No se conoce el número exacto de personas en esta situación en México, pero en el primer listado que se realizó este año, tenemos enmarcadas 14 a las que se dan atención desde 2003. El listado va a seguir creciendo porque, por evidencia, debemos tener otras 40 enfermedad­es.

“Sabemos que se deben tomar mejores decisiones para la atención de estos padecimien­tos. Nosotros sabemos y esperamos que esta comisión siga creciendo en funciones y en importanci­a para poder ayudar a la toma de decisiones de cómo deben ser atendidos los pacientes”, asegura.

En cuanto a determinac­iones, hay algunas que a Sonia le gustaría poder tomar. Como el lugar donde le gustaría trabajar, la carrera que preferiría estudiar o qué le gustaría comer hoy, pero no siempre puede. Al menos, eligió su canción favorita, Celebra la vida, del cantante argentino Axel. Con una sonrisa se pone a cantar: “Celebra la vida, celebra la vida. Que es mucho más bella cuando tú me miras. Celebra la vida, celebra la vida”.

“Las institucio­nes de salud que hay en México no nos ayudan, cumplen con su obligación” DAVID PEÑA Presidente de la Federación Mexicana de Enfermedad­es Raras

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 ??  ?? Sonia Ortiz requiere de diversos cuidados, por ello pasa cada día en su casa viendo películas, leyendo o cosiendo gorros, que hace para ella, en la que alguna vez fue la empresa de manufactur­a de sus padres.
Sonia Ortiz requiere de diversos cuidados, por ello pasa cada día en su casa viendo películas, leyendo o cosiendo gorros, que hace para ella, en la que alguna vez fue la empresa de manufactur­a de sus padres.
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Ella tiene dos hermanos menores, que tienen hijos, y no padecen la enfermedad.
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Juana, su madre, se dedica de tiempo completo a cuidar la salud de la mujer.

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