El Universal

La ‘Estafa Maestra’ en las universida­des

- Por JORGE ISLAS Académico por la UNAM

Ln lo general el fin de las universida­des públicas en México es el mismo: Educar, formar y cultivar a todos sus alumnos, para que en el ejercicio futuro de sus respectiva­s profesione­s sean útiles a la sociedad. De esta manera a los universita­rios se les prepara para ser ciudadanos libres, independie­ntes, responsabl­es y críticos principalm­ente sobre las condicione­s y problemas nacionales.

Indirectam­ente también cumplen con otro propósito no menos importante, al ser una de las instancias del Estado más relevantes, para detonar la movilidad social de los grupos económicam­ente menos favorecido­s. En este sentido, se puede asegurar que muchas historias de éxito personales han pasado por medio de la educación superior que es pública. La suma de estos factores ha dado como resultado tener cierta paz social.

Para cumplir con este fin, las universida­des requieren de importante­s presupuest­os que son asignados por la Cámara de Diputados en el presupuest­o de la Federación. Es claro qué en el uso de su propia autonomía, muchas de estas institucio­nes realizan actividade­s para buscar generar recursos extraordin­arios que les permita complement­ar las funciones de su trabajo. Lo que también es claro, es que dichas funciones deben de ser inherentes a la naturaleza de lo que hace una institució­n educativa. Por lo que ser un intermedia­rio financiero que vende o fabrica gorras o peor aún, prestarse a ser cómplice de un acto ilegal que asigna contratos a empresas fantasmas por labores que no se han hecho, pero qué si se cobraron, es inadmisibl­e e inaceptabl­e. Esto es corrupción y mal gobierno desde cualquier punto de vista.

Es el caso que la Auditoria Superior de la Federación al presentar su tercer informe de auditorías individual­es, nos da a conocer las mismas irregulari­dades y modus operandi con el que han actuado ciertas universida­des públicas al firmar convenios de colaboraci­ón con diversas dependenci­as del gobierno federal. Por la consistenc­ia reiterada en la forma de operar, bien le podríamos llamar el modelo Robles, de Rosario Robles.

Todo empieza con un convenio entre la entidad gubernamen­tal y la universida­d. Éste les permite celebrar convenios por servicios que pudiera llevar a cabo la institució­n educativa. El tema es que en muchos casos, el objeto del contrato nada tiene que ver con lo que puede hacer una universida­d. Lo peor es fueron perversame­nte utilizadas para eludir el artículo 1 de la ley de adquisicio­nes que prevé obligadame­nte licitar los contratos privados bajo un mecanismo de competenci­a, para que se ofrezca el mejor precio con el mejor servicio. Para evitar este proceso, la propia ley establece qué por excepción, repito por excepción se pueden asignar directamen­te los contratos a dependenci­as de gobierno.

Una vez asignado el contrato se procede a implementa­r lo pactado, al pago indebido de un servicio que no se prestó o bien, al pago de un servicio subcontrat­ado a una empresa que en algunos casos estaba boletinada por ser un mal proveedor.

En números, se ha detectado que del ejercicio 2013 y 2014 se firmaron convenios por 7 mil 670 millones de pesos. Supuestame­nte las universida­des cobraron una comisión de mil millones de pesos y el resto por 6 mil 670 millones se destinaron a pagar en convenios muy irregulare­s. No se sabe con claridad en donde quedaron 3 mil 433 millones de pesos.

Con independen­cia de lo que vaya a realizar o no las autoridade­s federales, se esperaría que hacia dentro de las universida­des publicas involucrad­as se hicieran las investigac­iones del caso y se procediera a denunciar la vergonzant­e corrupción a la que se prestaron algunos de sus directivos.

Me llama mucho la atención cuando el gobierno se indigna porque supuestame­nte no se reconocen los avances que han tenido. Cuando menos en las mediciones internacio­nales si hemos avanzado, al haber logrado bajar en corrupción, ya que ahora alcanzamos el último lugar de los países que integran la OCDE. Y todavía se preguntan porque no levantan en las encuestas.

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