El Universal

Levanta su hogar de entre las ruinas

• El sismo de 7.2 dañó la casa de don Gerardo, en Huazolotit­lán, y no ha recibido ningún apoyo

- LIZBETH FLORES EL UNIVERSAL Oaxaca

Santa María Huazolotit­lán. —A sus 75 años y bajo el intenso sol, Gerardo Hernández Martínez saca fuerzas para remover los escombros de lo que fue su hogar en Santa María Huazolotit­lán, epicentro del sismo de 7.2 grados que afectó la Costa de Oaxaca el 16 de febrero pasado.

Desde que ocurrió el siniestro, todos los días a partir de las siete de la mañana y hasta las seis de la tarde, el hombre intenta quitar los pedazos que quedaron del adobe.

Aun con el paso de los años, don Gerardo rescató algunas tejas de lo que fue su techo para construir nuevamente su casa. Hasta ahora no ha recibido apoyo de ninguna autoridad, todo el retiro de escombros lo ha hecho él mismo.

Junto al oaxaqueño se encuentra María Gallego Marcial, su esposa, aunque ambos reconocen tener miedo por el sismo y sus más de cuatro mil réplicas, ninguno se deja vencer.

“Yo voy, aunque sea, a hacer una casita para cubrirnos de las lluvias”, expresa el campesino en mixteco, su lengua materna.

Entre las ruinas están los bultos de maíz que cosechó el año pasado y los cuales también rescatará. Llega la tarde, sus manos y pies revelan el cansancio, mientras recuerda el sismo del 16 de febrero.

Al matrimonio sólo le queda la cocina, construida de palos de madera, que se convirtió en su habitación. A su hogar la única ayuda que llegó fue una colchoneta.

De acuerdo con Protección Civil municipal, el temblor dañó mil 299 casas de forma parcial y 788 de forma total; se reportan una decena de escuelas afectadas y daños en dos templos católicos.

En la comunidad fue instalada una cocina comunitari­a para la

atención diaria de 700 familias. El fenómeno natural no dejó víctimas mortales, pero sí lesionó a dos niños, de nueve y 11 años, quienes se reportan estables.

En la comunidad se encuentran 30 elementos del Ejército mexicano y brigadas del sector salud para atender a la población, pero esto resulta insuficien­te, acusa el director de Protección Civil, Arnulfo Hernández Sánchez.

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Desde que ocurrió el siniestro, el 16 de febrero, todos los días a partir de las siete de la mañana y hasta las seis de la tarde, don Gerardo y sus esposa, María, intentan retirar los pedazos que quedaron del adobe de lo que fue su vivienda.

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