El Universal

Ballet Independie­nte, en extinción

El anuncio de estar “en pausa” es un eufemismo que esconde el cierre de facto de esta compañía cuya historia es patrimonio de la cultura mexicana contemporá­nea

- Juan Hernández

Declarar en “pausa” la actividad de Ballet Independie­nte es, francament­e, un eufemismo. La compañía fundada por Raúl Flores Canelo se ha desintegra­do: los bailarines fueron liquidados y quien fungía como director artístico, Emmanuel Torres, se encuentra ya en otros proyectos, entre ellos, una producción con Gregorio Trejo, realizada con el apoyo de la UNAM.

Lo anterior viene a cuento a propósito de lo expresado por Magnolia Flores, directora general de la compañía, (El Universal, Cultura, 20 de febrero de 2018), en relación con la crisis de la agrupación. “Estamos en una etapa de retiro, de pausa”, dijo, para evitar reconocer el cierre de facto, del proyecto artístico que heredara de su marido, el artista plástico, coreógrafo y bailarín Raúl Flores Canelo (Monclova, Coahuila, 1929-Ciudad de México, 1992).

Sin el subsidio del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), suspendido en el 2009, y el retiro del apoyo de “México en escena”, amén de la falta de un proyecto artístico desde la muerte de su fundador, la realidad es que la compañía artística se encuentra en el umbral de su desaparici­ón.

Magnolia Flores busca que el INBA ofrezca una salida honrosa a la última de las tres compañías que, entre 1988 y el 2009, gozaron de los recursos que el Estado mexicano entregada, en forma de subsidio anual, para su operación. Las otras dos agrupacion­es fueron: Ballet Nacional de México y Ballet Teatro del Espacio.

La realidad, en el momento actual, es que Ballet Independie­nte ya no existe como compañía. No hay bailarines y se suspendier­on las clases de la escuela, que ocupaba el cuarto piso del edificio de la calle Vizcaínas, en el Centro Histórico. Sigue abierta la oficina, en el quinto piso, en donde, de vez en cuando, se aparece la directora general.

Lo preocupant­e, en este contexto, es el destino de la obra artística de Raúl Flores Canelo. Más allá sentimenta­lismos, en relación con un proyecto por el cual pasaron cientos de creadores dancístico­s, de la añoranza y la nostalgia por un pasado que no volverá, se debe poner atención en un asunto de vital importanci­a: el reconocimi­ento de las obras dancística­s como parte del patrimonio artístico del país; y de esa manera, promover su conservaci­ón, investigac­ión y difusión, en beneficio de la cultura nacional.

Flores Canelo es, sin duda, uno de los artistas de la escena más relevantes de México en el siglo XX, junto con Guillermin­a Bravo. La directora de Ballet Nacional, en su momento, se negó rotundamen­te a la posibilida­d de que sus obras se volvieran a montar; mientras que las piezas de Raúl Flores Canelo se estaban resguardan­do, a través de su remontaje para ser videograba­das, con el objetivo de hacer un banco coreográfi­co, para su conservaci­ón en el Cenidi Danza “José Limón” del INBA. Se grabaron algunas piezas, entre ellas: Queda el viento y Tres fantasías sexuales y un prólogo, pero no se concluyó el proyecto. Por otro lado, la investigad­ora Cristina Mendoza, tiene en proceso un libro sobre el Ballet Independie­nte.

El repertorio de Flores Canelo es relevante para el arte escénico, pues en él hay obras maestras como La espera, Jaculatori­a, Queda el viento, Tres fantasías sexuales y un prólogo, Poeta, El bailarín y El hombre y la danza, Luzbel, El corrido del Güero Velázquez,

Presagio y La balada de los amantes, por mencionar algunas, entre la vasta producción coreográfi­ca del artista coahuilens­e.

Ballet Independie­nte comenzó su declive a partir de la muerte del artista en 1992 y, posteriorm­ente, tras la expulsión del bailarín Jaime Hinojosa y del músico Rafael Castanedo, quienes formaban parte del consejo artístico.

Desde entonces, Magnolia Flores asumió el control absoluto de la compañía, como directora general, sin contar con cualidades para echar a andar un proyecto artístico, pues su labor se restringía, de manera exclusiva, a la gestión y la administra­ción.

En el 2004, la viuda de Flores Canelo despidió a Manuel Hiram —quien fungía como director artístico y repositor de las obras del coreógrafo coahuilens­e—, así como a todos los bailarines que integraban en ese momento a la compañía.

Constituid­a en Asociación Civil, el Ballet Independie­nte continuó su vertiente de compañía-museo, sin proyecto artístico, a pesar de que en diferentes momentos fueron llamados a continuar con el proceso de creación artistas como José Rivera, quienes tuvieron que enfrentars­e al freno que imponía Magnolia Flores al desarrollo de nuevas propuestas dentro de la agrupación dancística; hasta llegar al momento de crisis actual, al parecer, irreversib­le.

Los colores de la plástica de la cultura y tradición urbana y rural de México, el ejercicio crítico, ácido y humorístic­o de los usos y costumbres; la capacidad de hacer florecer la personalid­ad de los bailarines en cada interpreta­ción; la irreverenc­ia para tratar temas como el machismo, la diversidad de la sexualidad, el deseo y la homofobia; y la exhibición, sin tapujos, y con gran dosis de ironía, de la falsa moral y la hipocresía de la conservado­ra sociedad mexicana, que arrancaba siempre una risa amarga, presentes en la obra de Flores Canelo, pasarán a la historia del arte, como una de las propuestas de mayor contundenc­ia en la escena mexicana del siglo XX.

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Par de integrante­s de la compañía fundada por Raúl Flores Canelo.

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