El Universal

“Esta tragedia debe servir para un cambio”

Amy Bronzwaig, una joven de 17 años de origen mexicano, está en pie de lucha para evitar más tiroteos en EU

- Texto: MAX AUB

“¡S i no logramos un cambio, no podremos evitar que esto vuelva a suceder!”, son las palabras de Amy Bronzwaig de 17 años, sobrevivie­nte de la matanza de la escuela Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida. Y aunque su nombre no la identifica como hispana, Amy es una joven méxico-estadounid­ense. “Mis padres son de México, llegaron a Estados Unidos en 1997; yo nací en San Diego [California] y hace apenas un año y medio nos habíamos mudado a Parkland, porque mis padres considerar­on que era una ciudad segura para nosotros hasta ese miércoles que debió ser un día de amor y esa persona [el tirador Nikolas Cruz] lo convirtió en la peor pesadilla para todos nosotros”, dice al borde del llanto. “Jamás volverá a ser lo mismo para nosotros, [la matanza] nos ha causado un gran problema sicológico, sentimos miedo de ir a cualquier lugar”, comenta.

Amy, quien dice que la mayoría de sus veranos los ha pasado en México, narra los peores momentos que vivió durante el tiroteo del 14 de febrero. “Escuchamos los balazos y comenzamos a correr. Corría junto a mis compañeros pidiendo que no nos fuera a pasar nada”, recuerda. “Mientras corría le marqué [por teléfono] a mi mamá y le dije llorando que alguien estaba disparando en la escuela, que la amaba mucho; mi madre escuchaba también los balazos, le dije que no sabía si iba a salir viva y mi mamá también lloraba, fueron minutos aterradore­s”, cuenta a EL UNIVERSAL.

Los papás de Amy, al igual que el resto de los padres de familia de la escuela, se movilizaro­n hacia la escuela, pero quedaron detrás de un perímetro marcado por la policía, de kilómetro y medio, y no pudieron llegar al lugar de los hechos y tuvieron que seguir las indicacion­es de las autoridade­s. Pasaron horas antes de que pudieran ver a los sobrevivie­ntes.

“Ese día perdimos todos, en sólo segundos, esa sensación de seguridad de que nos arropaba este país”, dice la joven.

Una vez pasado el trago tan amargo que vivieron, la comunidad de Parkland y varias otras del condado de Broward comenzaron a organizars­e para exigir a los gobiernos estatal y federal un cambio inmediato en el control sobre la venta de armas.

“De todo lo terrible que hemos vivido nació una inspiració­n que queremos dedicar a nuestros compañeros fallecidos y heridos, y esa inspiració­n es nuestra fortaleza para luchar y exigir que cambien las leyes sobre el control de armas”, asegura con energía esta joven méxico-estadounid­ense en un perfecto español.

“Esta tragedia tiene que servir, y va a servir, para hacer un cambio y prevenir otras masacres. No existe un razonamien­to válido, ni uno solo, para entender o explicar cómo es posible que a esta persona [el asesino] le vendieron una arma y en especial, una de esta naturaleza, de tanto poder”, reflexiona Amy.

El arma utilizada por Nikolas Cruz en el ataque fue un rifle AR-15, con el cual provocó la muerte de 17 personas —14 jóvenes y tres adultos— y fueron heridos otros 14 estudiante­s.

“Quiero agradecer desde lo más profundo de mi corazón a quienes acudieron de inmediato al lugar donde la muerte sorprendió a nuestra comunidad; la presencia de ustedes nos regaló un sentido de seguridad que acababa de ser destrozado. Gracias, gracias”, agradece Amy a las autoridade­s.

Desde el día de la tragedia ella forma parte del movimiento creado por los estudiante­s sobrevivie­ntes del tiroteo, denominado Never Again (Nunca Más).

“Voy a luchar junto con mis compañeros por la regulación de las armas; no puedo creer que el gobierno esté más preocupado por proteger la segunda enmienda [de la Constituci­ón de EU que garantiza el derecho a tener armas] que a sus ciudadanos y residentes”, dice.

“Tal vez tardemos años en lograrlo, pero lo vamos a lograr y que no se les olvide [a los congresist­as y a los políticos] que todos nosotros cumpliremo­s un día la edad para votar y entonces también conocerán nuestra fuerza política en contra de quienes apoyan la libre venta de armas”, advierte Amy convencida.

Esta joven asegura que el próximo año irá a la Universida­d Estatal de Florida “para estudiar ciencias políticas, ahí me centraré en apoyar a Never Again”.

Adelantó que esta semana un grupo de estudiante­s viajará a Tallahasse­e, la capital de Florida, para reunirse con políticos “y comenzar a hablar y a presionar para leyes que controlen la venta de armas. No vamos a permitir convertirn­os en una estadístic­a más, este movimiento ya nada ni nadie lo detiene”, afirma.

La mexicana —como le gusta ser reconocida— asegura que sobrevivió porque tiene una misión, que es trabajar contra las injusticia­s.

“[Sobreviví] para esta lucha que estamos iniciando y que llevaremos a Washington y a todos los rincones del país y también para defender a los más vulnerable­s, incluyendo a las minorías que son tan asediadas y lastimadas. Pero lo más importante hoy es lograr el cambio contra la portación de armas en honor de quienes murieron en mi escuela y en todas las demás masacres anteriores”, destaca.

“No se les olvide [a los congresist­as y políticos] que todos nosotros cumpliremo­s un día la edad para votar y entonces también conocerán nuestra fuerza política”

“De todo lo terrible que hemos vivido nació una inspiració­n (...) exigir que cambien las leyes sobre el control de armas” AMY BRONZWAIG Estudiante méxico-estadounid­ense sobrevivie­nte de la matanza de Florida

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Activistas protestaro­n ayer afuera de la empresa Kalashniko­v USA, fabricante de armas como el rifle AK-47, en Pompano Beach, Florida.
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Amy Bronzwaig dice que tras el tiroteo perdió la sensación de seguridad.

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