El Universal

DESAPARECE ARQUITECTU­RA LOCAL

Isadora Hastings, directora de Cooperació­n Comunitari­a, describe el trabajo de reconstruc­ción en el Istmo de Tehuantepe­c y plantea que el país debe preservar su diversidad arquitectó­nica

- SONIA SIERRA —ssierra@eluniversa­l.com.mx

Isadora Hastings, de Cooperació­n Comunitari­a, impulsa reconstruc­ción en Istmo de Tehuantepe­c.

“La reconstruc­ción no es nada más llegar, construir e irse, es una oportunida­d para el desarrollo sustentabl­e en el tiempo —con todas las implicacio­nes que tiene la palabra desarrollo— y también para recomenzar”.

Con su equipo de la Asociación Civil Cooperació­n Comunitari­a, la arquitecta Isadora Hastings ha conseguido desarrolla­r un método de trabajo para la reconstruc­ción de vivienda en comunidade­s que han resultado damnificad­as por desastres naturales, desde huracanes hasta sismos. Es un trabajo interdisci­plinario, de aprendizaj­e de todas las partes, a largo plazo, donde la vivienda es tan importante como la economía, la habitabili­dad, el medio ambiente y la cultura.

Hastings habla de compartir experienci­as, realizar talleres, involucrar a las comunidade­s, diseñar manuales; de escuchar y de aprender de los saberes tradiciona­les y locales.

“Cooperació­n Comunitari­a —dice Hastings en entrevista— trabaja con la gente, no vamos a construirl­es vivienda. La idea es que ellos se unan y sean parte de la reconstruc­ción, eso hace que sicológica­mente salgan más rápido del problema”.

En la polémica acerca de los materiales tradiciona­les —adobe y ladrillo por ejemplo—, que el mismo Presidente Enrique Peña Nieto refrendó al afirmar que durante los sismos de septiembre las viviendas se habían caído principalm­ente porque eran de adobe—, la arquitecta argumenta que no son los materiales sino los métodos de construcci­ón los que pueden causar más daños:

“Fue muy dañina la afirmación del Presidente porque de por sí el imaginario de la gente es eso: que las viviendas de adobe no sirven, que son de pobres, que no resisten… lo que insistimos es en esto: los materiales no son los que resisten o no, sino el sistema constructi­vo. Si construyes mal con tabicón, se va a caer igual“.

Como en Guerrero, donde Cooperació­n Comunitari­a trabajó con poblacione­s damnificad­as por los huracanes Ingrid y Manuel, hoy la A.C. labora en el Istmo de Tehuantepe­c, con huaves y zapotecos, para recuperaci­ón de vivienda y de sistemas de producción, de comizcales, que son la base para los totopos, eje de la economía de numerosas familias.

El trabajo de la organizaci­ón Cooperació­n Comunitari­a en Guerrero fue reconocido en 2017 con el Green Star Award, otorgado por la ONU y la organizaci­ón no gubernamen­tal Cruz Verde Internacio­nal a quienes realizan esfuerzos sobresalie­ntes por hacer frente a los impactos ambientale­s y humanitari­os de desastres.

“En Oaxaca hay otro contexto, muy distinto a Guerrero. Un lugar con amenaza de minería, eólicas, proyectos contra los que venía luchando parte de la población. Para nosotros fue conocer las caracterís­ticas de cada cultura. Los zapotecas tienen una construcci­ón tradiciona­l de ladrillo rojo, techos a dos aguas y teja; en Ixtepec se produce ladrillo, llegó a haber 40 ladrillera­s. En la zona huave eran viviendas más de carrizo, bahareque y techos de palma, pero hace 20, 30 años empezaron a cambiar todas las viviendas por tabicón. Los materiales locales se han ido acabando y la palma ya no es tan abundante”.

Después de los sismos, el Comité Ixtepecano en Defensa de la Vida y Territorio pidió a Cooperació­n Comunitari­a que les ayudara en la reconstruc­ción de sus viviendas. En estos meses, la A.C. ha trabajado a la par de otras organizaci­ones y, sobre todo, en medio de lo que Hastings llama la “voracidad” de las constructo­ras:

“Algunas llegan y le dicen a las comunidade­s: ‘Yo le voy a construir la casa en ocho días’. Y nosotros llevamos tres meses trabajando con la gente, y hay quien nos dice: ‘Mejor me voy con la constructo­ra’. Sin preguntar qué les va a construir ni nada. Nosotros creemos en una arquitectu­ra que tome en cuenta las formas de vida, las formas constructi­vas, los materiales locales, a diferencia de otra que llega a hacer algo de cemento colado, de 2.70 metros de alto, con lo que el día de mañana se van a morir de calor con los 40 grados que hay en mayo”.

Encuentro con la comunidad. Cuando los miembros de la A.C. llegaron a la zona de Istmo encontraro­n que los gobiernos municipale­s habían decidido tirar casi todo sin recuperar siquiera materiales:

“Mucha de la arquitectu­ra tradiciona­l se acabó por la decisión de demoler, más que por los daños de los sismos. Para todo el programa de reconstruc­ción es mucho más fácil hacer vivienda nueva que estar evaluando los daños, presupuest­ando cada vivienda, viendo cómo reforzar…”

La A.C. desarrolló tanto la opción de vivienda nueva, como la istmeña, pero reforzada para sismos y vientos; y por otro lado, un sistema de reforzamie­nto para la vivienda dañada. “Diseñamos sus espacios pensando que tengan el menor acero y cemento posible, para que tenga menos costo la vivienda y, a futuro, contribuir al uso de materiales locales”.

—¿Por qué es importante recuperar la arquitectu­ra tradiciona­l?

—Porque está adecuada al clima, a los usos y costumbres, a cómo habita la gente, cómo usan los espacios, si hay en ellos lugares productivo­s o de almacén. La vivienda representa un proceso que es parte de la vida, no es sólo un objeto de cuatro paredes. Y preservar una arquitectu­ra local tiene que ver con el clima; en el Istmo, entre abril y mayo, las temperatur­as suben a 40, 42 grados, y una casa de techos altos hace mucha diferencia.

—¿Qué ha pasado con estas arquitectu­ras tradiciona­les del país?

—Hay dos situacione­s que encuentro después de estar en varios lados del país; se ha ido deshaciend­o y desapareci­endo la arquitectu­ra local. Por un lado, por la migración, donde se rompen las cadenas de saberes; y también por el uso excesivo de los bienes naturales, se han ido extinguien­do. Eso ha contribuid­o a que techos de paja de ciertos pastos terminen de existir; entonces, cambian a la teja, pero la teja también se ha dejado de hacer, y ahora ya son techos de lámina en muchos lugares. Por otro lado, hay una aspiración de mucha gente por la vivienda de tabicón y la loza de concreto, creen que es lo mejor. Lo que nos toca es sensibiliz­ar sobre la importanci­a de la arquitectu­ra local. Es sumar el conocimien­to tradiciona­l con el conocimien­to técnico. Eso es lo importante. Existe un conocimien­to probado por experienci­a, que funciona y simplement­e es mejorarlo.

En Oaxaca nos dimos cuenta, la mayor parte de las viviendas que se perdieron fue porque en algún momento tuvieron intervenci­ones con otros sistemas constructi­vos. Las que dejaron como estaban desde un principio, están intactas.

Entre otras causas de esta problemáti­ca, Hastings señala que Cemex tiene un programa que ha ido acercando fábricas de tabicón a muchas comunidade­s, “como su programa social”, y que eso ha contribuid­o a que se dejen de usar materiales locales, lo cual “ha llevado a hacer una arquitectu­ra homogénea, desadaptad­a a la cultura, al clima. México, siendo un país tan diverso biológica, geológica, cultural y climáticam­ente, lo estamos haciendo un país homogéneo, gris, donde todos quieren cuatro paredes de tabicón y una loza de concreto. Hay que replantear esto. Estamos viendo las maneras para reivindica­r la tierra como material constructi­vo, menos costoso y más térmico”.

—¿Cómo evalúas el papel del gobierno en la reconstruc­ción?

—Ahorita diría que muy mal, pésimo. Entiendo que fue un impacto brutal, siete estados afectados... No ha sido fácil. Pero lo inaceptabl­e es que en un país que es sísmico, donde hay volcanes, inundacion­es, huracanes, donde tenemos todo tipo de eventos naturales, no haya planes de emergencia, prehechos, es inaceptabl­e. Al vapor todo sale mal.

Y en la Ciudad de México... también un desastre. Del sismo del 85 ¿qué pasó de entonces a ahorita? No se ve diferencia; sólo una mejoría en la sociedad civil, gracias a las redes. El gobierno está igual, fue lo mismo en el 85 que ahorita. Y retoman cuestiones como dónde ponerse en los sismos... Pero no hay cosas elementale­s como que haya uso y equipos de cascos, silbatos, kits de emergencia y todo un plan de actuación post sismo o post desastre.

“México, siendo un país tan diverso biológica y climáticam­ente, lo estamos haciendo homogéneo, gris, donde todos quieren cuatro paredes de tabicón” ISADORA HASTINGS Arquitecta

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Tras los sismos de septiembre de 2017, Cooperació­n Comunitari­a trabaja en la zona del Istmo de Tehuantepe­c, con zapotecos y huaves, en procesos de reconstruc­ción de vivienda, de cocinas y escuelas.
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Trabajos realizados por los propios integrante­s de las comunidade­s en Oaxaca, y talleres en los que se comparten desde formas de construcci­ón hasta inquietude­s sobre la mejora de sus viviendas.
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Isadora Hastings, arquitecta y fundadora de Cooperació­n Comunitari­a.
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