El Universal

Padece enfermedad de los zares rusos

Desde niño, Juan tiene hemofilia, un mal raro que llevó a la muerte al heredero de Nicolás II. La OMS ubica 7 mil afecciones poco comunes

- PERLA MIRANDA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Sus papás no podían cargar a Juan sin dejarle moretones en su cuerpo. Antes de que cumpliera un año los sangrados de la nariz se hicieron frecuentes y esa fue la alerta por la que uno de sus tíos abuelos dijo: “Ese niño tiene la misma enfermedad que mi hermano”. No sabían el nombre, sólo que en la familia Flores los hombres tenían problemas de coagulació­n en la sangre. Un médico diagnostic­ó al entonces menor de edad: padecía hemofilia.

Hoy se conmemora el Día de las Enfermedad­es Raras, que fue creado el 28 de febrero de 2008 por la Organizaci­ón Europea sobre estos padecimien­tos. Cifras de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) indican que alrededor del mundo hay 7 mil tipos de estas afecciones, de las cuales 80% son de origen genético, por lo que en una sola familia puede haber más de un caso.

En México no se sabe cuántas personas viven con estos males, sólo que la mitad de casos se concentra en menores de edad. Para que una enfermedad sea catalogada como rara su prevalenci­a debe ser de cinco personas por cada 10 mil habitantes, según la Ley General de Salud.

Hace un año se creó un registro nacional de estos padecimien­tos. Hasta el momento 14 integran la lista, entre ellos el Síndrome de Turner, Enfermedad de Pompe, Hemofilia, Enfermedad de Gaucher tipo 1, 2 y 3, y enfermedad de Fabry.

A los cinco años, Juan tomó conciencia de su enfermedad. Su primera infancia fue complicada porque no podía hacer las mismas actividade­s que otros niños, ni siquiera jugar con su hermano, año y medio menor que él, y tampoco asistía a la escuela.

Le costaba entender que esos moretones y sangrados repentinos que angustiaba­n a sus padres eran consecuenc­ia de una deficienci­a genética en el cromosoma X [las madres son portadoras], lo que impedía que su sangre coagulara de manera correcta y cualquier cortada podía de- rivar en hemorragia­s severas, con el riesgo de provocar su muerte.

El diagnóstic­o de Juan sirvió para que sus padres realizaran los mismos estudios en su hermano menor y que unos tíos hicieran lo mismo con uno de sus primos. Los tres tenían hemofilia. Juan y Jorge conviviero­n como hermanos hasta que el menor cumplió 27 años, edad en la que falleció; su primo no llegó a la adolescenc­ia, murió a los 10 años.

Enfermedad de sangre azul. La reina Victoria de Inglaterra heredó a sus nueve descendien­tes más que un título real. Al ser portadora del gen de la hemofilia, transmitió a varios de sus hijos este mal que evita que la sangre coagule. Su bisnieto Zarévich Alekséi, único hijo varón del zar Nicolás II y heredero del trono de Rusia, vivió con los mismos síntomas que Juan: moretones y sangrados sin razón.

La hemofilia es un mal hereditari­o ligado al cromosoma X; es decir, que se relaciona con el género, es transmitid­o por las mujeres y lo padecen los hombres. Es una alteración de los genes que regulan la producción de los factores necesarios para la coagulació­n de la sangre.

Juan Flores, quien ahora, a sus 52 años, es presidente de la Asociación de Hemofilia XXI AC, explica que existen dos tipos de esta enfermedad: A y B. Ambas son producidas por la disfunción de los factores de la coagulació­n VIII y IX.

Estos factores son proteínas que garantizan la formación en la sangre del coágulo que impide que haya sangrados o que estos se conviertan en hemorragia­s.

Hasta 2017 había 6 mil pacientes hemofílico­s en México, la mitad se atendía en el Instituto Mexicano del Seguro Social y en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajador­es del Estado, y la otra mitad en la Secretaría de Salud.

Juan Carlos Flores lamenta que de este total, entre 50% y 70% no recibe un diagnóstic­o ni tratamient­o oportuno. “Lo que se brinda en institucio­nes públicas tiene un retraso de 40 años. El caso más emblemátic­o hace unos años era el Hospital General de México, donde no había medicament­os para controlar la hemofilia”, comenta.

Lo ideal sería que en cada hospital hubiera una o dos unidades de factor VIII o IX per cápita por año para el tratamient­o de pacientes; es decir, que se compren por año entre 100 a 200 millones de unidades de estos factores y no sólo .07 per cápita.

Vida truncada. Antes de cumplir seis años, Juan vivía frustrado. Aunque su hermano también tenía hemofilia, no era tan frágil como él, pero un año después los papeles se invirtiero­n: él pudo entrar a la primaria, siempre con precaución, pero dejó su casa. “Todas las mañanas, durante el recreo, mi mamá y mi hermano me iban a ver; eso me costó muchas burlas en la escuela, pero con el tiempo eso dejó de pasar”.

Contrario a lo que pedían los médicos, Juan decidió no restringir­se en nada, en particular en la práctica de deportes como futbol. Eso le provocó lesiones en la cadera y cuando cumplió 20 años tuvo que empezar a usar muletas. Estudió Derecho y luego lidió con la muerte de su hermano, por eso pide prestar más atención a estas enfermedad­es.

“Sabemos que es un negocio y que pocas farmacéuti­cas querrán invertir en investigac­iones para estos padecimien­tos, porque seremos pocos quienes los consumamos, pero es algo necesario, también tenemos derecho a vivir una vida normal”, dice.

Registro. Rosa María Galindo, secretaria técnica de la Comisión para el Análisis del Registro y Seguimient­o de Enfermedad­es Raras, dijo que el objetivo de este registro nacional es localizar a los mexicanos que vivan con un padecimien­to raro.

“Sabemos que no vamos a encontrar los 7 mil tipos de enfermedad­es raras que existen a nivel mundial o están catalogada­s por la OMS, pero tenemos que identifica­r las que aquejan al país y estamos seguros que el registro obtendrá informació­n necesaria para la toma de decisiones y encauzar mejor los presupuest­os para ayudar a los pacientes”.

A un año de que anunció la creación de este registro, se han enlistado 14 padecimien­tos.

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Las hemorragia­s constantes y el riesgo de muerte acompañaro­n a Juan Flores desde la infancia. A los 20 años tuvo que empezar a usar muletas por una lesión en la cadera provocada por la práctica de futbol.

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