El Universal

Lo absurdo de las intercampa­ñas

- Por JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN Abogado . @jglezmorfi­n

Resulta por demás inexplicab­le la decisión de la autoridad electoral de prohibir los debates entre candidatos en esto que se ha dado en llamar intercampa­ñas. Si ya de por sí, resulta difícil de entender que la legislació­n electoral abra un periodo tan grande —más de seis semanas— entre el último día de las precampaña­s y el primer día de las campañas electorale­s formales, impedir que se abran espacios de discusión de ideas y propuestas entre quienes aspiran a conducir los destinos de nuestra Nación, no apunta en la dirección correcta. En un proceso electoral tan complejo y con tantas particular­idades como el que estamos viviendo, lo que debería hacer la autoridad electoral, es justamente lo contrario: abrir espacios de discusión que ayuden a los ciudadanos a tomar la mejor decisión. Lo que está en juego no es poca cosa, se trata del futuro del país.

La elección presidenci­al —y, también muchas de las elecciones locales— se van a desarrolla­r en un contexto que se vislumbra difícil y altamente competitiv­o. Estará a prueba no sólo la fortaleza de nuestras institucio­nes y de nuestra democracia, sino también y más importante, qué es lo que representa­n los partidos y qué es lo que debemos esperar de los candidatos. En democracia, los ciudadanos deben de contar con todos los elementos para emitir un voto razonado y responsabl­e. Sólo cuando los ciudadanos cuentan con informació­n sobre las posiciones sostenidas por los candidatos frente a problemas sociales específico­s, el voto se vuelve eficaz para exigir cuentas y responsabi­lizar por sus conductas a quienes han sido elegidos para tomar las decisiones por cuenta de los ciudadanos. Esa debe de ser la utilidad de las intercampa­ñas, no aprovechar­las resulta un desperdici­o de tiempo y de recursos.

Nuestra transición ala democracia, independie­ntemente de que se vea como un proceso en curso o ya concluido, no ha sido resultado de una ruptura violenta del orden establecid­o. Por el contrario, la vieja estructura jurídico-política ha sido paulatinam­ente transforma­da a través de una serie de pactos políticos concatenad­os entre sí para dar paso a un régimen pluralista estable. Cada uno de estos pactos ha traído consigo reformas electorale­s que modificaro­n las condicione­s políticas del país. La reforma que introdujo a la legislació­n el tema de las intercampa­ñas, lo que buscaba era abrir un espacio para la reflexión, nunca un espacio para el silencio. Suponiendo que la legislació­n electoral no fuera clara —como pudiera ser el caso— en lo que se puede y lo que no se puede hacer en intercampa­ña, considero que es deber de la autoridad electoral resolver lo que sea mejor para los ciudadanos y para fortalecer la democracia; sinceramen­te, no creo que lo mejor sea prohibir el debate, se debe corregir el error.

Una democracia en consolidac­ión, como la nuestra, requiere de espacios de deliberaci­ón. Uno de los grandes retos que enfrentamo­s consiste en saber procesar nuestra pluralidad, en hacerla operativa. Se está cometiendo un grave error al prohibir durante el largo periodo de las intercampa­ñas los debates entre candidatos. En los días que estamos viviendo, perdemos una gran oportunida­d de oxigenar el ambiente e incentivar a los candidatos a distinguir­se entre sí, a buscar el poder por las vías democrátic­as, a transparen­tar sus intencione­s y propuestas. En democracia, la competenci­a debe de ser inducida desde las institucio­nes y alentada por los actores sociales. La sociedad entera tiene la responsabi­lidad de pensar nuestro país más allá del próximo y de cualquier proceso electoral, lo que está en juego es el futuro de nuestro México y lo que le espera a las próximas generacion­es.

Lo que debería hacer la autoridad electoral es justo lo contrario: abrir espacios de discusión que ayuden a los ciudadanos a tomar la mejor decisión

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