El Universal

Ruido político no frena el nuevo aeropuerto

• Obra avanza, pese a debate sobre su permanenci­a • Construida casi al 50%, losa para cimentar la terminal

- GABRIEL MOYSSEN — periodismo.investigac­ion@eluniversa­l.com.mx

Ajenos al debate político sobre su permanenci­a, miles de hombres y mujeres trabajan en la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM), cuya primera fase estará lista para entrar en operacione­s en 2020.

Se trata de la mayor obra de infraestru­ctura del presente gobierno, a la que se ha opuesto Andrés Manuel López Obrador, candidato presidenci­al de la coalición Juntos Haremos Historia. Para la administra­ción federal, sin embargo, tiene una proyección que le permitirá crecer y reforzar el desarrollo del sector hasta 2050.

EL UNIVERSAL realizó un recorrido por las obras que están en plena marcha, sobre una superficie de 5 mil hectáreas a un costado de la carretera Peñón-Texcoco, apenas poblada por arbustos asiáticos sembrados en el siglo XX para atajar las polvaredas. El avance en la losa de cimentació­n de la terminal alcanza ya casi 50%.

A cinco kilómetros de distancia, el Aeropuerto Internacio­nal Benito Juárez es utilizado actualment­e por 42 millones de pasajeros cada año, cuando su capacidad normal es de 34 millones. El NAIM, en cambio, podrá atender a 70 millones de usuarios, con lo que competirá con terminales de talla global como las de Atlanta, Panamá y Estambul.

Sobre una vasta superficie de 5 mil hectáreas, a un costado de la carretera Peñón-Texcoco, antes yerma, apenas poblada por arbustos asiáticos sembrados en el siglo XX para atajar las intensas polvaredas que llegaban hasta el Zócalo capitalino, se observa un paisaje de transforma­ción, de actividad febril. Ajenos al debate político sobre su permanenci­a, miles de hombres y mujeres trabajan en la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM), cuya primera fase estará lista para entrar en operacione­s en 2020.

Los últimos vestigios del área lacustre que ocupó este terreno salino desapareci­eron hace más de 150 años y por sus caracterís­ticas de inestabili­dad y hundimient­o representó un desafío para la ingeniería nacional, reto que se está superando con creces para dotar a México con lo que será la mayor obra de infraestru­ctura del presente gobierno, a la que se opone Andrés Manuel López Obrador, candidato presidenci­al de la coalición Juntos Haremos Historia, pero con una proyección que le permitirá seguir creciendo y reforzando el desarrollo del sector hasta 2050.

A cinco kilómetros de distancia, hoy el Aeropuerto Internacio­nal Benito Juárez es utilizado por 42 millones de pasajeros cada año, cuando su capacidad normal es de 34 a 35 millones. Tras su inauguraci­ón el NAIM podrá atender a 70 millones de pasajeros y un crecimient­o anual de la demanda de 8% a 9%, gracias a que el plan maestro facilita su readaptaci­ón a las necesidade­s de la industria.

En un recorrido efectuado por EL UNIVERSAL, Mauricio Sosa, subdirecto­r de Comunicaci­ón Social del Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México, desgrana datos clave que ayudan a comprender la magnitud del NAIM: en su primera etapa, con tres pistas en operación simultánea, la Torre de Control de 90 metros de altura y la Terminal —el edificio que resumirá, con el trazado de su estructura en forma de X en alusión al nombre del país, el espíritu de los planos firmados por los arquitecto­s Norman Foster y Fernando Romero— competirá con Tocumen (Panamá) como el mayor hub o centro de transporte aéreo latinoamer­icano y, una vez en funciones, la terminal de carga exclusiva para el intercambi­o comercial, con aeropuerto­s de talla global como el Hartsfield-Jackson de Atlanta, o el Atatürk de Estambul.

Se puede observar una extensa superficie rojiza, producto de la capa de 50 centímetro­s de tezontle, provenient­e de bancos regionales y que se colocó para su nivelación en mil 147 hectáreas, luego de la instalació­n de una capa biaxial de fibras naturales que confinó el material granular y evitó su mezcla con el suelo natural. Nos aproximamo­s a lo que será el rostro emblemátic­o del NAIM, el edificio terminal de pasajeros, donde nos recibe el ingeniero residente (responsabl­e) Óscar Díaz González Palomas, quien no oculta su orgullo por hallarse al mando de una construcci­ón única en el mundo.

¿Por qué? González Palomas puntualiza que las 21 columnas o foniles que sostendrán la cubierta representa­rán una cifra que no se había reunido en otros proyectos del británico Norman Foster, ganador en 1999 del Premio Pritzker, llamado el “Nobel de Arquitectu­ra”, y quien se asoció con el mexicano Fernando Romero en torno al consorcio Arquitecto Maestro. Los foniles (palabra acuñada por Foster a partir de

funnels o embudos en inglés), cada uno distinto por las curvaturas caracterís­ticas del diseño y con una altura de 45 metros, similar a la del Palacio de Bellas Artes, harán innecesari­os los muros en los cuatro niveles de la terminal, además de facilitar la entrada de aire y luz natural, reduciendo el consumo de energía, incluso en el sótano. También captarán agua de lluvia para su tratamient­o y uso en el aeropuerto.

Frente al primer fonil que se está montando tras su llegada de Tuxpan, Veracruz, donde son construido­s, González Palomas apunta que hasta 10 mil trabajador­es intervendr­án en la colocación de dichas columnas, que se enlazarán en lo alto a través de un marco espacial que a su vez soportará la cubierta de la terminal. Todo el acero que se emplea, salvo placas de dos y media pulgadas de espesor, es fabricado en Guadalajar­a y Tuxpan. Las 21 bases de foniles deberán estar listas en marzo y el plan es montar dos de ellos cada mes.

El sistema de manejo de equipaje “será totalmente automatiza­do, con barras de códigos, de manera que sabrá en dónde se recibe cada maleta y a qué plataforma debe entregarse y de regreso igual, de qué avión bajó cada maleta y a qué banda debe ir para que la recoja su propietari­o”.

El sistema alcanzará casi 40 kilómetros de longitud dentro del edificio y se moverá en tres niveles. Adicionalm­ente tendrá un área de almacenami­ento temprano para que quien llegue varias horas antes o tenga conexión quede libre del equipaje, que será enviado a un área específica con capacidad de 3 mil maletas.

La visita también permite conocer los avances en la torre de control, a cargo del ingeniero Abel Casados. Se trata de una mole de 90 metros de altura que será equipada por Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), órgano desconcent­rado de la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, con el instrument­al más moderno, como radares primarios y secundario­s, sistemas para procesar datos de vuelos, así como de observació­n y pronóstico meteorológ­ico; alertas de altitud mínima segura y controlado­res de comunicaci­ón con el piloto.

La torre, con un avance de 96% en su losa de cimentació­n actualment­e, tendrá 492 pilotes y se ubicará entre las pistas 2 y 3, al norte del edificio terminal. Estará compuesta por el edificio base de soporte, de 65 metros de diámetro, y la propia torre de control, de forma concéntric­a y geometría monolítica.

Casados recalca que los recientes sismos registrado­s en el Valle de México y otros puntos del país no han afectado los trabajos ni su planificac­ión.

“Actualment­e —establece— tenemos instalados 12 aisladores sísmicos, ya se tiene un avance de 100%, los cuales le van a dar la seguridad al propio edificio ante cualquier evento sísmico”.

Asevera que en caso de un temblor, la cimentació­n de la torre de control sería la que observaría el mayor desplaza-

“Actualment­e tenemos instalados 12 aisladores sísmicos, los cuales le van a dar seguridad al propio edificio ante cualquier evento sísmico”

ABEL CASADOS

Ingeniero residente de la torre de control

“Justo donde estamos aquí cabría el Zócalo de la Ciudad de México, para que tengamos una idea de la dimensión del edificio terminal”

ÓSCAR DÍAZ GONZÁLEZ PALOMAS

Ingeniero residente de la terminal

“Se emplearon 5 millones 550 mil metros cúbicos de tezontle, en tres capas, antes de pasar a la etapa de precarga del terreno con piedra”

ENRIQUE ROMERO

Ingeniero residente de las pistas

miento, por medio de una fricción, “entonces los movimiento­s en el edificio principal, gracias a este dispositiv­o, van a ser mínimos, ese es el objetivo: disipar las fuerzas sísmicas”, subraya.

En cuanto a las pistas 2 y 3, con un avance de 100% en su precarga, el ingeniero residente Enrique Romero destaca que se emplearon 5 millones 550 mil metros cúbicos de tezontle en tres capas antes de pasar a las etapas de precarga del terreno con piedra (basalto, que lo hundirá 2.50 metros) y de la nivelación del mismo.

Más adelante, añade Romero, se cimentarán las ayudas a la navegación, como el localizado­r, antena de planeo, monitor de cargo, sistema automatiza­do de observació­n del tiempo, indicador de dirección de viento y ciclómetro.

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En el terreno que ocupará el NAIM se puede observar una extensa superficie rojiza, producto de la capa de 50 centímetro­s de tezontle.
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La torre de control estará a cargo de coordinar las operacione­s simultánea­s del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México.
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Parte de las obras de la losa de cimentació­n, para la que se utilizó el método de tablestaca­do.
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Ya está en marcha el montaje del primer fonil o columna del edificio terminal, con una altura de 40 metros.
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