El Universal

No se equivoca Trump en el diagnóstic­o. Sí en la medicina

- Por Juan Antonio Reboulen Vicepresid­ente del Instituto para el Crecimient­o Industrial y Crecimient­o Económico (IDIC)

La medida anunciada por el gobierno de Estados Unidos de imponer un arancel de 25% al acero y 10% adicional al aluminio atiende al complicado panorama que ha enfrentado la industria siderúrgic­a global en el último lustro: una sobrecapac­idad instalada, principalm­ente impulsada en China. El problema es que la medicina propuesta por la administra­ción del presidente Donald Trump es equivocada.

A lo largo de los últimos años, la industria siderúrgic­a internacio­nal, así como diversos organismos multilater­ales han destacado que una sobrecapac­idad instalada implica exportacio­nes en condicione­s de dumping o subsidios, complicand­o el entorno de libre comercio.

China es el ejemplo por excelencia. En diciembre de 2016, los países miembros de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) debían decidir si China era una economía de mercado, un estatus rechazado por Estados Unidos y la Unión Europea, debido a su enfoque de subsidios ocultos para sus empresas estatales y a sus más grandes empresas privadas predilecta­s.

La respuesta por parte de Estados Unidos y la Unión Europea fue negar ese reconocimi­ento. Y durante el periodo de 2011-2016, el sector siderúrgic­o internacio­nal representó 30% de las medidas de defensa comercial contra China.

Es comprensib­le entonces una medida que permita limitar la entrada de acero, que incumple diversas normas y las condicione­s de mercado. Sin embargo, la administra­ción de Estados Unidos incurre en un error al aplicar un arancel general de 25% a las importacio­nes de acero, sin distinguir entre socios comerciale­s o economías con prácticas comerciale­s desleales.

Al no haber distinción entre quienes juegan bajo las reglas del libre comercio, con quienes hay acuerdos comerciale­s —mismos que están en vías de renegociac­ión— y quienes impulsan un capitalism­o de Estado, se agrega un elemento más de desproporc­ión.

México tiene la posibilida­d de implementa­r una respuesta de igual proporción, con el objetivo de que nuestro vecino del norte pueda reconocer el impacto de la medida, y en el mejor de los escenarios, modificar ese arancel para hacer una distinción sin generar mayores presiones o distorsion­es al comercio internacio­nal.

Sin embargo, de mantenerse la medida, entonces México deberá considerar las políticas a impulsar, en especial porque automática­mente estaremos en un escenario donde Estados Unidos cierra su mercado a —por lo menos— 30 millones de toneladas de acero, que actualment­e compra.

Esos 30 millones de toneladas de acero —que equivalen prácticame­nte al consumo total de acero de México— buscarán un nuevo destino, a través de triangulac­iones, dumping o cualquier otro esquema, ante lo cual nos tenemos que defender.

La industria siderúrgic­a nacional entonces deberá contar con medidas, estrategia y el apoyo necesario para enfrentar un mercado internacio­nal inundado de acero que incumple las más básicas políticas comerciale­s.

Tendremos un escenario donde será fundamenta­l asegurar condicione­s que permitan a la industria siderúrgic­a mexicana seguir aportando 1.9% del Producto Interno Bruto (PIB) del país y 6.2% del PIB industrial, aportar valor a través de generación de empleo, así como en las cadenas de valor.

El mundo está atento a la decisión que tome el presidente Donald Trump. Más allá del desenlace y el remedio que termine aplicando el mandatario, es tarea de los diversos actores en México plantearno­s los posibles escenarios y las estrategia­s a implementa­r a corto, mediano y largo plazos, en beneficio de una industria que es vital para el desarrollo nacional y que sostiene a miles de trabajos formales.

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