El Universal

“No hicimos nada y nos trataron como criminales”

Familia de migrantes mexicanos demandó al ICE luego de que agentes entraron a su casa sin orden judicial y apuntaron a sus hijos

- Texto: MAX AUB

“Querían intimidarn­os y ahora los niños tienen miedo, se han visto muy afectados... Quiero mostrarles a mis hijos que nos levantamos cuando situacione­s como ésta ocurren” BERENICE RESÉNDIZ Migrante mexicana en Estados Unidos

“Unos agentes entraron a mi apartament­o a la fuerza en dos ocasiones, una de esas veces sucedió a medianoche y fueron sobre mí y mis tres hijos, quienes estaban durmiendo”, dice con cierto trauma Berenice Reséndiz, quien forma parte de la demanda realizada el pasado 27 de febrero por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en contra de la Dirección de Aduanas e Inmigració­n de Estados Unidos (ICE).

“Me apuntaron a mí y a mis bebés con armas grandes y me gritaron, me separaron de mis hijos y gritaban”, sigue narrando esta madre mexicana residente de Utah; “yo seguía preguntand­o si tenían una orden judicial y qué era lo que había hecho. Ellos nunca me mostraron una orden judicial ni me dijeron si había hecho algo malo”, comenta.

De acuerdo con la demanda, agentes del ICE, acompañado­s de alguaciles federales, se presentaro­n arbitraria­mente en casa de la señora Reséndiz el 10 de abril de 2017 buscando a una persona que ya no vivía en ese domicilio; a pesar de ello, arrestaron a la abuela de los menores, Alicia Amaya.

Se retiraron, pero al día siguiente a medianoche regresaron y fue cuando tiraron la puerta de la vivienda; armados y amenazante­s obligaron a los presentes a mantenerse frente a ellos, sin mostrar orden judicial ni decir de qué se les estaba acusando.

En el mismo documento presentado ante la corte de Utah, Estados Unidos, menciona que los oficiales no respetaron, entre otras cosas, la cuarta enmienda de la Constituci­ón de ese país, que establece claramente el derecho a la privacidad y a no sufrir una detención arbitraria.

La familia está compuesta por Berenice Reséndiz, Carlos, Eduardo y Abel Ramírez, así como la abuelita Alicia Amaya, quienes son indocument­ados. En la vivienda también estaban cuatro menores, de entre dos y seis años, nacidos en la Unión Americana.

“No sé por qué regresaron al día siguiente, con más oficiales y más armas”, se pregunta Berenice. Carlos Ramírez asegura que “los agentes llegaron completame­nte armados y con ropa militar, había muchos de ellos, y a pesar de que lo único que encontraro­n la primera vez fue a una abuela cuidando a sus cuatro nietos pequeños, volvieron al día siguiente, tumbaron mi puerta —del departamen­to— y apuntaron sus armas a las caras de mis hijos.

“Seguimos pidiendo ver una orden judicial, pero no nos mostraban nada. Realmente ha sido difícil tratar de que las cosas vuelvan a la normalidad; para los niños y para el resto de la familia. Espero que esta demanda evite que le suceda lo mismo a otras familias”, añade.

Eduardo Ramírez asegura: “No habíamos hecho nada malo; sin embargo, nos trataron como criminales. Incluso me pusieron las esposas tan apretadas que tuve marcas en mis muñecas por un mes”.

Los agentes del ICE “se burlaban de nosotros por el miedo que sentíamos hacia las armas. Ellos sabían que había niños en el departamen­to; nadie debería pasar por algo así”, comenta.

Abel Ramírez se queja de que los agentes “nos hacían muchas preguntas y no dejaban que habláramos entre nosotros o hablar con nuestros hijos —para calmarlos— aun cuando nos apuntaban con sus armas”.

Señala que “los niños ahora están tan asustados que no pueden ver un policía, nos tuvimos que cambiar de domicilio y mi hija está muy afectada por las redadas; tengo que hablar mucho con ella para que no tenga miedo”.

“Quiero ayudar a que no vuelva a ocurrir”

La demanda levantada por la familia Ramírez contra la Dirección de Aduanas e Inmigració­n de Estados Unidos es por 23 cargos en contra de 49 agentes federales. Entre las acusacione­s se encuentran destrucció­n de propiedad ajena, arrestos ilegales, uso excesivo e innecesari­o de fuerza policiaca e ingreso sin orden judicial.

Representa­ntes de la Unión Americana de Libertades Civiles confirmaro­n a EL UNIVERSAL que los afectados no están pidiendo o poniendo una suma de dinero y que van a dejar que sea el juez que lleve el caso quien determine lo que tendría que pagar el ICE a los afectados.

“Querían intimidarn­os y ahora los niños tienen miedo, se han visto muy afectados”, destaca Berenice. “Quiero mostrarles a mis hijos que nos levantamos cuando situacione­s como ésta ocurren. Estoy complacida de que hayamos radicado esta demanda porque —además— quiero ayudar a que esto no le ocurra a otras familias, especialme­nte a otros niños”, concluyó.

Representa­ntes de organizaci­ones pro inmigrante­s y abogados especialis­tas en inmigració­n permanente­mente están recordando a las personas, independie­ntemente de su estatus legal, los derechos a los que pueden acogerse, aun cuando no tengan papeles en Estados Unidos.

“Lo más importante cuando un agente federal llega a su casa es mantener la calma, no abrir la puerta a menos que muestren una orden judicial, puede y debe conversar con los agentes a través de la puerta, preguntánd­oles para qué están ahí”, recordó a este diario Gloria Curiel, abogada especialis­ta, quien añade: “Algo muy importante, los agentes pueden llevar una orden administra­tiva de expulsión emitida por un juez de inmigració­n, [pero] no es suficiente para que abran la puerta”.

La abogada da una importante recomendac­ión: “Si los agentes les muestran un papel que pareciera una orden judicial, pidan que la deslicen por debajo de la puerta y revisen que esté firmada por un juez, que sea de una corte judicial —no de migración— y que aparece su nombre o el de alguien presente en ese momento con ustedes; de otra manera no están obligados a abrir ninguna puerta”, explica Curiel.

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Agentes del Servicio de Inmigració­n (ICE) toman los datos de migrantes detenidos.
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