LA ILUSIÓN DE SURCAR LOS CIELOS
Desde la inauguración de la terminal aérea capitalina, las familias disfrutan del espectáculo de ver llegar y partir a los aviones; ahora lo hacen desde un puente en Circuito Interior
Visitantes se acomodan en un conocido puente peatonal sobre Circuito Interior para contemplar la llegada y salida de aviones en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Emocionados, los observadores no dudan en tomar fotografías para recordar el momento.
En medio de la polémica por la construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México y el cierre del actual, decenas de capitalinos continúan con una añeja tradición: acercarse a las inmediaciones de la terminal para ver el despegue y aterrizaje de los aviones.
Desde 1939, cuando inició operaciones el entonces llamado Puerto Aéreo Central de la Ciudad de México, familias enteras comenzaron a visitar las inmediaciones de la terminal para sentir en propia piel la adrenalina de realizar “un viaje imaginario” al ver los aviones.
Incluso llegan familias enteras para presenciar este espectáculo, aun cuando las inclemencias del clima no les permiten apreciarlo totalmente.
Hombres, mujeres y niños se recargan en la escalera del puente peatonal ubicado en Circuito Interior. Ahí tienen una vista privilegiada para observar los movimientos. El ruido no los espanta y por el contrario algunos llegan preparados con lentes y gorra para resguardarse de los rayos solares y así poder ver mejor lo que está ocurriendo frente a ellos.
El paso de los automóviles o transporte público no los ahuyenta. Tampoco que a veces el espacio que está disponible no es suficiente para contemplar el vaivén de las aeronaves nacionales internacionales.
Aquí en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) estos visitantes también han visto las transformación de la zona, como es la llegada del tren que conecta la terminal 1 con la 2. Pero esto tampoco afecta la visibilidad ni la posibilidad de que la llegada y partida de aviones se convierta en un espectáculo citadino.
La polémica y las decisiones gubernamentales siguen su camino, pero la tradición en esta zona de la Ciudad no.