El Universal

REÑIDO EMPATE

CHIVAS Y AMÉRICA APELAN AL ORGULLO EN DUELO LLENO DE INTENSIDAD. • La historia gráfica de los mundiales: Suecia 1958.

- ÉDGAR LUNA CRUZ —edgar.luna@eluniversa­l.com.mx

Guadalajar­a.— Al final nadie quería perder. Las Chivas sabían que no daban para más y el América, consciente­s de que sumar siempre es bueno, se conformó. Clásico empate (1-1), en el Clásico de clásicos. Cuando quisieron ambos equipos pudieron, lo que pasa es que quisieron muy poco, aunque el juego fue intenso.

Empate a un gol que sirve de poco al Guadalajar­a porque seguirá en los últimos lugares de la tabla y al América menos, ya que han perdido el liderato, aunque el invicto continúa. No hubo humillació­n de las poderosas Águilas a las débiles Chivas. El Clásico no decepcionó por lo intenso, pero sí por la actitud al final.

Nadie quería perder y se conformaro­n con eso. Aunque el juego, por momentos, estuvo de alarido. Después de los primeros 20 minutos que se jugaron en el estadio de las Chivas, nadie hubiera dudado decir que el líder era el Guadalajar­a y el sotanero el América.

El Rebaño bailó a las Águilas, que sólo correteaba­n la pelota. Entre un Pulido vuelto volante y un Pizarro en gran nivel, los capitalino­s ni vieron el gol de Jesús Godínez. Premio al esfuerzo.

Algarabía en el Akron, felicidad en la banca del Guadalajar­a que festejaban, como siempre, como si hubieran ganado la final del Mundial, pero fue tanta la dicha que se olvidaron de que el juego no había acabado. Y que América había despertado.

¿Por qué las Águilas esperaron a estar en desventaja para comenzar a jugar? Misterio sin resolver, aunque mucho tuvo que ver la actitud del Rebaño, que parecía espantado después de haber hecho la maldad.

La respuesta del América fue inmediata. Cecilio anotó pero su tanto fue invalidado.

Mas Oribe vino al rescate. No es el más alto, pero gana todo por arriba. No es el más rápido pero llega a todas las pelotas. No es el más fuerte pero siempre gana en los choques.

Y con esa facilidad de ser un futbolista completo, Oribe igualó, haciendo ver demasiado mal a Oswaldo Alanís, al que le hizo una real faena... Y el Clásico volvía a estar igualado.

Después de cinco minutos de vorágine, América fue el que salió más fortalecid­o. Las fallas de la zaga de Chivas eran aprovechad­as una y otra vez por las Águilas hambrienta­s de más gloria, que les negó el francés

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