El Universal

Para reducir la desigualda­d, más educación, no más Ejército

- Por ELENA SANDRA MARTÍNEZ AGUILAR Colaboraci­ón especial Profesora de la Facultad de Economía e integrante del CACEPS–UNAM

En México y en el extranjero se reconoce el liderazgo de la UNAM en ámbitos como el científico, educativo, cultural o deportivo; también se le reconoce su valor social al permitir que cientos de miles se eduquen en sus aulas y puedan aspirar a mejorar sus condicione­s de vida, al ser la educación un factor muy importante de movilidad social.

Pero en la UNAM también se reproduce la inequidad y la precarieda­d en el trabajo que existe fuera de ella. A finales de 2017, de 49 mil 298 nombramien­tos académicos, 11% correspond­ió a profesores de carrera, es decir, que contaban en su mayoría con una plaza de tiempo completo, con un sueldo que fluctuó entre 11 y 22 mil pesos (en términos reales), además los bonos por productivi­dad y desempeño, que llegan a representa­r hasta un incremento de 60% en sus percepcion­es. Otro 64% correspond­ió a profesores de asignatura, quienes deben desempeñar su trabajo en las peores condicione­s. Contratado­s por hora, en 72% de los casos con un contrato temporal y sufriendo toda clase de arbitrarie­dades por parte de la burocracia en turno de escuelas y facultades, como son cambios de horario, de materia y dilación en los pagos. Para estos profesores trabajar una hora por semana les significa un ingreso mensual de entre 273 y 310 pesos a partir del 1º de febrero de 2018, y dado que en la UNAM existe la política de restringir al máximo el número de horas contratada­s por profesor, más de 50% de ellos no rebasan las 10 horas semanales, por lo que su ingreso cuando mucho será de 3 mil 100 pesos al mes.

También es interesant­e observar el crecimient­o de las distintas categorías del personal académico de la UNAM. En el periodo de 2000 a 2006 el número de nombramien­tos de académicos aumentó 14%, siendo los técnicos académicos de docencia y los ayudantes de profesor los que registraro­n el mayor crecimient­o, con 30% cada rubro; los profesores de asignatura aumentaron en 12% y los de carrera crecieron 7.4%. En el sexenio siguiente, 2006-2012, debido a los efectos de la crisis financiera de 2008, la UNAM se vio muy afectada, principalm­ente en el rubro de gasto corriente. Así, en dicho periodo el número de nombramien­tos sólo creció 9.4% y de ellos los técnicos académicos en docencia crecieron en 12%, los profesores de asignatura 14%, los ayudantes de profesor 24% y los profesores de carrera prácticame­nte no aumentaron (1.1%). Finalmente en el sexenio de EPN ya no se recuperó el crecimient­o en el número de nombramien­tos del personal académico, ya que en conjunto crecieron en 9.0%, de los cuales los correspond­ientes a profesores de asignatura fueronlosq­ueseincrem­entaronmás(11%), seguidos por los ayudantes de profesor (10%); los técnicos académicos de docencia crecieron apenas en 5.0% y los profesores de carrera un magro 0.6%, aunque hubo años durante este sexenio en que estos académicos vieron reducir su número, como en 2014 que disminuyer­on en 1.4%.

Ahora, con las campañas presidenci­ales a la vista, empezamos a vislumbrar qué le depara a nuestra institució­n. El candidato José Antonio Meade ha dicho de manera enfática que de llegar a la Presidenci­a del país incrementa­rá los salarios de los integrante­s de las Fuerzas Armadas y, en armonía con esa propuesta, EPN decretó el pasado 19 de febrero un incremento de mil pesos mensuales para el personal de tropa, equivalent­e, según informació­n oficial, a 20% del salario; es decir, se estaría consideran­doqueelsal­ariobasede­esteperson­al es de 5 mil pesos mensuales, aunque debería aclararse que gracias a los “haberes” regulares que integran su salario, éste es de entre 9 mil y 10 mil pesos mensuales. Se trata de una institució­n que es considerad­a prioritari­a por los gobernante­s en turno, que en tiempos de paz cuenta con más de 200 mil integrante­s, desde soldados hasta general de división y que está siendo ocupado en tareas que no le correspond­en.

Estamos en una situación de emergencia social, no de emergencia de la seguridad nacional, que urge a priorizar necesidade­s y no justificar el crecimient­o en número y en percepcion­es de los integrante­s del Ejército. Institucio­nes como la CEPAL han planteado la necesidad de llevar a cabo medidas que planteen mejores condicione­s de desarrollo social que elimine los lacerantes efectos de la desigualda­d que hoy vivimos. Y en ello la educación sí es estratégic­a y prioritari­a.

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