El Universal

Porfirio Muñoz L.

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Comisionad­o para la reforma política de la Ciudad de México

“Insisto en que el papel de las institucio­nes públicas es clave en 2018. Su función esencial es garantizar la transición democrátic­a y asegurar el cambio institucio­nal del país”.

No hay nada nuevo bajo el sol. Marx el lapidario, dijo que la historia se repite dos veces: primero como tragedia y después como farsa. Se refería a la inercia mental o determinis­mo histórico que degrada un acontecimi­ento político si se intenta copiarlo una segunda vez. Ese es hoy el proyecto ramplón declarado en nuestro país por el Partido Revolucion­ario Institucio­nal para reproducir a nivel nacional la operación que realizó en las elecciones de 2017 en el Estado de México. Estrategia que ese partido quiere replicar hasta en el menor detalle en los comicios federales de 2018. Así lo ha sentenciad­o cuando menos quince ocasiones el candidato oficial a la Presidenci­a de la República, J.A. Meade: “hace un año enfrentamo­s una batalla complicada en el Edomex; ganamos gracias al trabajo del priísmo fuerte y con todo”, y sentenció que ganará “como lo hizo Del Mazo”. A confesión de parte, relevo de prueba.

El régimen actual cree haber encontrado en el modelo mexiquense su tabla de salvación: primero la determinac­ión de que sea una elección de Estado y luego la manipulaci­ón estratégic­a de las otras candidatur­as. El factor determinan­te para construir el fraude en dicha entidad se hizo en dos fases: la canalizaci­ón y uso de recursos económicos de entes privados —principalm­ente la constructo­ra OHL— que superaban por mucho los límitesper­mitidospor­laley;ylatriangu­lación de recursos públicos documentad­a por el New York Times —en el tiempo que Meade era secretario de Hacienda— para impulsar a los candidatos del PRI. Los mandatario­s involucrad­os en este grotesco circo responden a los nombre de Duarte, Medina, Yarrington y Borge.

The Huffington Post publicó: “el PRI está fraguando un fraude en 2018 y reprimir la inconformi­dad con el Ejercito”; precisa la estrategia gubernamen­tal consistent­e en la triangulac­ión de recursos públicos idéntica a la de 2017 y la utilizació­n del financiami­ento ilícito (Odebrecht) para someter a los votantes mediante el dinero. Otro componente del proyecto es hacer jugar a Ricardo Anaya el papel de Josefina Vázquez Mota, a ésta la acusaron de haber malversado recursos recibidos por parte del gobierno federal que ascendían a más de mil millones de pesos, a través de su fundación Juntos Podemos. Esto ocurrió, por cierto, con el consentimi­ento de Peña Nieto. El aparato del Estado la vapuleó por el concurso de la PGR, ya que se la acusó de la utilizació­n de 17 millones de pesos de empresas indagadas por lavado de dinero. Hacen exactament­e lo mismo con el candidato panista a la Presidenci­a, que independie­ntemente de sus posibles culpas, éstas no fueron indagadas antes del proceso electoral, cuando los expediente­s estaban abiertos.

La eliminació­n de un tercer candidato favorecerí­a una final entre sólo dos polos que los priístas en su última convención llamaron el 50/50, al que apuestan por creer que disponen de las “armas duras” a su favor. Luego prosiguió la fase de impedir cualquier alianza entre las fuerzas de izquierda. Zepeda se convirtió en un factor importante para disminuir la votación de Delfina. En la reedición del modelo, el gobierno favorece abiertamen­te la aparición de candidatos independie­ntes que le restarían votantes a la izquierda. Margarita Zavala es una excepción, pero podría contribuir a la liquidació­n del tercer candidato.

En la elección del Edomex, las autoridade­s electorale­s tuvieron un papel equívoco. Por una parte el conteo rápido, que es un muestreo selectivo y temprano de la orientació­n de los sufragios, favorecía extrañamen­te al PRI, pero cuando se hicieron públicos los datos del PREP era claro que la candidata de Morena iba a la cabeza. No tengo la menor duda de que el INE sabe contar votos y dispone para ello de un inmenso presupuest­o. Dudo, sin embargo, de la independen­cia de los OPLES, influencia­dos por los gobernador­es. Esa es la trampa de la reforma del 2014.

Insisto en que el papel de las institucio­nes públicas —algunas de las cuales provienen de la transición política— es clave en el escenario de 2018. Su función esencial es garantizar la transición democrátic­a y asegurar el cambio institucio­nal del país. Incluyo al Ejército y a la Marina, cuyo comportami­ento ha sido ejemplar y que estoy cierto nunca sucumbirán frente a un populismo de derecha. El último recurso es la movilizaci­ón de la sociedad.

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