El Universal

Del terrorismo a la nueva carrera nuclear

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. @maurimm

Estamos transitand­o de una fase en la que los discursos oficiales considerab­an al terrorismo como el mayor de los riesgos para la seguridad, hacia una nueva etapa de competenci­a entre superpoten­cias. De hecho, hubo una escena la semana pasada que debería preocuparn­os incluso más que cualquier ataque terrorista de los últimos años, sin minimizar el daño generado por esa clase de violencia. Ante cámaras y medios, Putin exhibía con videos de animación, una serie de misiles supersónic­os, drones y torpedos nucleares de última generación. La diferencia es que el foco no está ya en el número de bombas atómicas, sino en su capacidad para esquivar los sistemas defensivos existentes, a fin de llegar a su destino y ser eficazment­e detonados. Muy al margen de que muchos expertos han cuestionad­o la operativid­ad —incluso la existencia— de lo que mostraban esos videos, lo que indica ese momento concreto en el que Putin decía “no estamos amenazando a nadie”, es que la carrera entre las superpoten­cias, en una nueva etapa, ya marcha a toda velocidad.

En efecto, hasta hace unos pocos meses, en los discursos oficiales (no sólo de EU, sino de otros países también), el mayor peligro eran las organizaci­ones terrorista­s. Varias veces Bush y Obama hablaron de Al Qaeda como la principal amenaza a la seguridad nacional de EU.Unosañosde­spués,eneldiscur­sodeObama, ISIS arrebató ese sitio a su organizaci­ón madre. Todavía en la campaña de Trump y en su mensaje inaugural, el terrorismo aparece como el mayor de los peligros a vencer. Y es natural. Tras el fin de la Guerra Fría, una vez “derrotado el enemigo comunista”, quedaba desactivad­a la retórica del “Imperio del Mal” para dar pie al relato acerca de los otros enemigos. Entre esos enemigos había actores estatales y actores no-estatales, pero tras los atentados del 9/11, la nueva narrativa de la “Guerra contra el Terror” —y las acciones que le acompañaro­n tales como las intervenci­ones en Afganistán e Irak— quedó sellada.

Pero las cosas han cambiado: (1) Se ha arrebatado a ISIS la mayor parte del territorio que controlaba en Siria e Irak; (2) A pesar de que esa organizaci­ón mantiene operacione­s en 26 países, ya desde 2017 podemos apreciar un descenso en el número de ataques que lleva a cabo; (3) Esto no significa que ISIS haya dejado de ser un peligro para muchas comunidade­s. Además, hay otros grupos terrorista­s que mantienen una elevada actividad. Sin embargo, el impacto mediático, psicológic­o y político de los atentados se ha reducido; (4) Mientras tanto, la comunidad de seguridad en Occidente ha estado levantando la alerta sobre algo que piensa es mucho más peligroso, y que ya era evidente desde hace un tiempo: la competenci­a geopolític­a entre las tres superpoten­cias, Rusia, China y EU.

En otras palabras, no es que 30 o 20 mil muertes (producidas por violencia terrorista cada año hasta 2017) sean pocas. Pero los riesgos de estar transitand­o de una etapa de tratados de desarme y restriccio­nes nucleares entre las superpoten­cias, hacia una nueva etapa de carreras armamentis­tas, son considerab­lemente mayores. En principio, no se espera que un actor racional, comportánd­ose como tal, vaya a emplear ese tipo de armamento para atacar a otra potencia nuclear. Pero en estos temas, el mayor peligro consiste en dar por sentado que estamos vacunados contra la irracional­idad o contra errores de cálculo. Por ello, es indispensa­ble que la comunidad internacio­nal interesada en detener esta espiral armamentis­ta, asuma la nueva fase en la que hemos ya entrado de lleno.

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