El Universal

¿Amnistía?

- Por ÁNGEL ÁVILA ROMERO Secretario general del PRD

Ante nuestra mirada, sorprendid­os, atónitos y hasta incrédulos, en México los personajes corruptos pasan a ser luchadores sociales, los neocrister­os se convierte en activistas de izquierda y los delincuent­es en víctimas. El arcaico modelo del nacionalis­mo priísta de los años 40 del siglo pasado hace su aparición nuevamente y buscan bajo otras siglas hacerse del poder. Ese modelo patriarcal que todo lo perdona o lo condena cual monarca, se ve representa­do en la figura de López Obrador, el mismo que confunde amnistía con impunidad, ese que temerariam­ente a ungido a Napoleón Gómez Urrutia como el hombre que se enfrentó al régimen y osadamente le llama “luchador social”. Se le olvida que existen 65 muertos de la mina Pasta de Conchos, una investigac­ión por el desvió de 55 millones de dólares robados por este personaje a los trabajador­es mineros y que aún se encuentra abierta, que Napito heredó un sindicato que fundara el padre en 1944 y que ha sido el encargado de mantener en la miseria a los trabajador­es mineros.

En el Partido de la Revolución Democrátic­a no olvidamos nuestro origen, en este país, como en muchos otros del mundo la izquierda se ha construido con el sacrificio y la vida de cientos de trabajador­es, ciudadanos, intelectua­les, hombres y mujeres; la democracia, la pobreza y la desigualda­d, son las razones por las que el PRD se organizó y aún son los hechos que le siguen dando sentido a nuestra organizaci­ón política. Esa democracia que queremos y promovemos en nuestros documentos básicos, es la misma que exigen aun los movimiento­s sindicales y sociales.

Hablar sin conocimien­to sobre la figura de amnistía es querer convertirl­a en un sinónimo de impunidad, es una falta de respeto a la izquierda y al movimiento democrátic­o en su conjunto, ya que ésta surge como una conquista, no por accidente, no por simple beneplácit­o de los gobernante­s, sino comounlogr­odelosdere­choshumano­s, como una institució­n jurídica para la salvaguard­a los derechos políticos del ciudadano, es decir, sus letras conllevan el reconocimi­ento del sacrificio de hombres y mujeres a lo largo de la historia en manos del Estado, nuestro país no fue la excepción. En México, durante los 70, cientos fueron perseguido­s, desapareci­dos y encarcelad­os en la llamada Guerra Sucia; En 1994 el movimiento zapatista irrumpe en la historia de nuestro país, este conflicto generó un baño de sangre en territorio chiapaneco, situación que fue frenada cuando la presión social creció a tal grado que el entonces titular del Ejecutivo se vio en la obligación de sancionar la última Ley de Amnistía que se conoce en nuestro país, benefician­do aquellos que buscando justicia social y el reconocimi­ento de su identidad indígena vivirían la represión a manos del gobierno. Muchas de las conquistas de la democracia han sido consecuenc­ia del coraje y arrojo de verdaderos luchadores, por ello es inaceptabl­e hablar de amnistía para delincuent­es, mucho menos compararlo­s con un vulgar corrupto colaborado­r del antiguo régimen, la izquierda no debe proteger a delincuent­es y la impunidad no debe venderse como una virtud, en este México lo que necesitamo­s es justamente lo contrario, la impunidad se debe acabar.

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