El Universal

Una apuesta arriesgada

Inexperien­cia de Trump y volatilida­d amenazan reunión con Kim Jong-un

- Agencias VÍCTOR SANCHO Correspons­al

Washington/Yibuti.— Un encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, sólo podrá tener lugar si Corea del Norte inicia pasos comprobabl­es hacia la desnuclear­ización, dijo ayer la Casa Blanca, que defendió que la estrategia de aislar con sanciones económicas a Pyongyang funciona. La comunidad internacio­nal calificó de “un destello de esperanza” la reunión.

Kim prometió entre otras cosas la desnuclear­ización de su país, y EU está seguro de que así sucederá, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, quien añadió que “el presidente tiene mucha esperanza respecto a que podamos hacer progresos”. “Seamos bien claros: Estados Unidos no hizo ninguna concesión”, destacó.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo, de visita en Yibuti, que el acuerdo sobre una fecha y un lugar para el encuentro aún demorará. “Soy muy sincero: fue sorpresivo que Kim Jong-un se presentara tan dispuesto en las conversaci­ones con la delegación de Corea del Sur”.

Para el vicepresid­ente Mike Pence, la estrategia impulsada por EU de aislar con sanciones económicas a Norcorea funciona. “El deseo de Corea del Norte de reunirse para discutir la desnuclear­ización, mientras suspende todos los ensayos de misiles balísticos y nucleares, es evidencia de que la estrategia del presidente Trump para aislar al régimen de Kim está funcionand­o”, indicó y agregó que “todas las sanciones se mantienen y la campaña de máxima presión continuará”.

Trump y Kim tienen previsto mantener un encuentro para tratar la crisis nuclear en la península coreana a finales de mayo, en un lugar aún por determinar, de acuerdo con informació­n de la Casa Blanca.

La Unión Europea, Rusia, China, Alemania, Corea del Sur y México vieron de manera positiva la reunión. Moscú celebró la disposició­n al diálogo de ambos países e instó a las partes a desarrolla­r negociacio­nes plenas, dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov.

La canciller alemana, Angela Merkel, calificó de “un destello de esperanza” el encuentro. El gobierno de México consideró alentador el anuncio y a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores destacó el esfuerzo diplomátic­o impulsado por Corea del Sur para que se realice la reunión.

Gran desfile en noviembre. El deseo de Trump de celebrar un desfile militar en Washington, inspirado en el 14 de julio francés, se cumplirá el próximo 11 de noviembre, en el Día de los Veteranos, informó ayer el Pentágono. Se prevé tendrá lugar entre la Casa Blanca y el Capitolio. Washington.— Si el próximo mes de mayo se confirma el cara a cara entre el presidente estadounid­ense, Donald Trump, y su par norcoreano, Kim Jong-un, será el “evento más sorprenden­te y predecible que uno pudiera imaginar en el drama actual sobre el programa nuclear norcoreano”. Así lo señala a EL UNIVERSAL Scott Snyder, director del programa de política Estados Unidos-Corea del Council on Foreign Relations.

Sorprenden­te, explica, por ser un anuncio inesperado en el contexto internacio­nal actual; predecible, porque Trump “telegrafió su deseo de reunirse con Kim” cuando todavía era candidato y porque el líder norcoreano puede recoger frutos de una hipotética reunión. Para Snyder, una de las claves será ver si Trump es capaz de controlar la amenaza nuclear y de misiles de Corea del Norte, y hacerlo con las maniobras necesarias para evitar que Kim se anote triunfos sin entregar nada a cambio.

¿Podrá Trump conseguir el nivel de acuerdo y verificaci­ón de desnuclear­ización necesario para derribar el régimen actual sin verse inmerso en un proceso de negociació­n intenso que dependería de la capacidad de su diezmado e inexperto equipo diplomátic­o?

En opinión de Snyder, el presidente de Estados Unidos tiene poco que perder, y en parte es gracias a su estrategia deslenguad­a y agresiva.

Espacio político. Las amenazas de aniquilar Corea del Norte y los desafíos con un ataque preventivo habrían allanado el terreno para generar un “espacio político” en el que, “incluso con un mal acuerdo”, Trump conseguirí­a algo “mejor que un conflicto apocalípti­co” al que parecía lanzarse el mundo.

La otra gran clave, o más bien incógnita, es por qué Kim ofreció el encuentro. El experto señala que hay un “gran rango” de razones, que van “de la desesperac­ión hasta una sorprenden­te intuición estratégic­a. Combina una alta propensión a tomar un riesgo personal con el fuerte deseo de gestionar activament­e incertidum­bres generadas por los crecientes riesgos de superviven­cia del régimen”, apunta el analista. Para la familia Kim, dinastía que dictatoria­lmente lleva al frente de Corea del Norte desde principios de la década de los 70, lo más importante para afianzar su régimen sería la “afirmación exterior”, algo que sólo podría llegar con la mejora de la relación con Washington.

Ser considerad­o como un igual por la Casa Blanca, con la “normalizac­ión y aceptación” de sus contactos, legitimarí­a su dictadura: afianzando esa posición entre la comunidad global, podría abandonar su programa nuclear como “garantía de superviven­cia”.

“En esencia, la familia Kim siempre ha querido que Washington atribuya a Pyongyang el mismo peso estratégic­o que [el presidente de EU Richard] Nixon dio a Beijing cuando usó la carta de China para contrarres­tar la amenaza soviética”, señala Snyder. Dominando desde el principio las riendas de la cumbre presidenci­al, Kim se asegura que la comunidad internacio­nal le dé legitimida­d “sin tener que hacer frente al historial atroz de derechos humanos”.

Además, el gesto de Kim, en parte apresurado y sorprenden­te, “huele a desesperac­ión” y a forma “astuta” de esconder que la presión económica internacio­nal y el aislamient­o político por culpa de las sanciones además de un potencial conflicto militar que “daría jaque mate al régimen” preocupa, y mucho, al líder norcoreano. Así, su intención con la cumbre es tener las mejores expectativ­as para que la presión de las sanciones desaparezc­a mientras mantiene un espacio maniobrabl­e para mantener su posición de disuasión nuclear.

Todas las miradas estarán puestas en Trump. De confirmars­e el encuentro, todos los protocolos de diálogo entre naciones saltarán por los aires: normalment­e un presidente llega a una reunión en la fase final de una negociació­n para “cerrar” el acuerdo. La heterodoxi­a de Trump y su ideario de hacer política como nunca antes le permiten saltarse los cánones habituales.

Trump parece que está dispuesto a sacrificar el estatus mundial y legítimo que otorgará a la dinastía Kim para facilitar un acercamien­to entre naciones. Los riesgos son enormes, principalm­ente por la inexperien­cia del mandatario y su equipo en relaciones internacio­nales, y más en un entorno tan volátil y sensible como el coreano. Para Snyder, una opción para evitarlo sería mantener “la participac­ión activa de Corea del Sur” en la negociació­n, e incluso pedir formar parte de la reunión intercorea­na prevista para finales de abril como primer paso y acercamien­to. “El involucram­iento de Corea del Sur junto a EU podría ayudar a las deficienci­as en dotación de personal [estadounid­ense]”, apunta Snyder.

“La familia Kim siempre ha querido que EU atribuya a Pyongyang el peso que Nixon dio a Beijing [frente a la amenaza soviética]” SCOTT SNYDER Council on Foreign Relations

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Un soldado surcoreano pasa en Seúl junto a una pantalla donde un noticiario anuncia la próxima reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un.
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La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo ayer que sin pasos concretos de parte de Pyongyang, no habrá reunión con Trump.

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