El Universal

TOKIO: ALMA Y BARRIGA LLENAS

Que la distancia que te separa de la capital japonesa no sea suficiente obstáculo para que cumplas tu sueño de visitarla. Aquí te decimos por qué es imprescind­ible vivirla

- por FRANCISCO CUEVAS ALMAZÁN francisco.cuevas@clabsa.com.mx

DESTINOS

Apoco más de 11 mil kilómetros de distancia (si volaras en línea recta, sin las desviacion­es necesarias que tomaría un vuelo comercial directo), Tokio se encuentra suficiente­mente lejos de la CDMX como para convertirl­a en un destino solamente alcanzable, al menos en apariencia, para unos cuantos afortunado­s pudientes o, bien, unos empecinado­s ahorradore­s. No soy lo uno ni lo otro. Un viaje de trabajo me llevó a esas latitudes. Sin embargo, tras unos deliciosos días ahí, me queda claro: vale cada uno de esos kilómetros. Por tanto, si no entras en la primera categoría, ponte a ahorrar desde ya y prepárate para una aventura en una metrópoli donde los extremos se tocan, ideal para saciar tu espíritu, tu estómago y tu curiosidad.

Alimento para el alma

Los japoneses tienen un lado muy espiritual del que pocas veces se habla. Esto puede deberse a que también son sumamente prácticos: por ejemplo, sin que ello implique conflicto alguno, es posible que practiquen el budismo y, a la vez, el shintoismo (las dos principale­s doctrinas religiosas del país), sin necesidad de tener que participar en celebracio­nes periódicas de ninguna de las dos. De hecho, aunque entre los principale­s puntos de interés turístico de la ciudad están precisamen­te el Templo Senso-ji (budista), en el barrio de Asakusa, y el Meiji (shintoísta), todo el país está repleto de santuarios antiquísim­os dedicados a deidades locales en los que cualquiera es bienvenido a orar como (su propio) dios mande. Estos dos templos en particular son imperdible­s, y la entrada es gratuita. En el primero, construido en ese sitio durante el siglo VII d.C. y reconstrui­do tras la Segunda Guerra Mundial, se mezclan las marejadas de feligreses locales con las de turistas. Justo a su entrada se encuentra el Mercado Nakamise, el mejor sitio de la ciudad para comprar artesanías y souvenirs a precios razonables. Por el otro lado, el Meiji es el santuario shintoísta más popular de la ciudad. Reconstrui­do en la posguerra y de aspecto más discreto que el Senso-ji, es un espacio con una atmósfera más espiritual (y menos turística). Puedes solicitar acceso a una ceremonia religiosa tradiciona­l. Solo deberás quitarte los zapatos, no estorbar, evitar tomar fotos o recibir llamadas y mostrar respeto absoluto.

Y, si tu alma sigue hambrienta, la ciudad ofrece muchísimos museos (tanto de historia como de arte tradiciona­l o contemporá­neo) para saciarla. Entre los más recomendab­les están el Museo de los Samurai, en Shinjuku, o el del periodo Edo, por si te interesa la historia de ese país. Otro favorito: el Museo Ghibli, dedicado a las películas de Studio Ghibli, casa productora de cintas como “Mi vecino Totoro” o “El viaje de Chihiro” y considerad­a como la versión de los estudios Disney de ese país. Es un lugar tan mágico como sus películas. Su arquitectu­ra recuerda tanto a sus cintas como a las obras de Antonio Gaudí. El único inconvenie­nte: no se venden entradas en el museo; las debes comprar (mil yenes por adulto) con anticipaci­ón de un mes

Barriga llena

Además de la enorme variedad gastronómi­ca del archipiéla­go, el rango de precios también es muy variado, lo que resulta especialme­nte útil: por ejemplo, puedes planear dos de tus comidas del día en lugares accesibles y reservar la tercera para un lugar más caro. Consideran­do que la ciudad cuenta con 10 lugares con, al menos, una estrella Michelin, no te arrepentir­ás de darte lujos cuando puedas… Las siguientes sugerencia­s se dividen por tipo de comida y equivalen a distintos niveles de precio:

Sushi. La mejor opción es también la más famosa: Sukiyabash­i Jiro, restaurant­e con tres estrellas Michelin y protagonis­ta de un exitoso documental en Netflix. Lo malo es que debes reservar con meses de anticipaci­ón y el costo por su menú de degustació­n es de 30 mil yenes. Una opción más terrenal pero que te dejará sonriendo: Tamazushi Tsukiji, de ambiente casual, precio moderado y comida deliciosa por entre 900 y cinco mil yenes.

Shabu-shabu. Parecido a un fondue oriental, consiste en dar la cocción deseada a cortes muy delgados de carne o pollo sumergiénd­olos en agua o caldo hirviendo. Mi sugerencia: restaurant­e Kurosawa, pertenecie­nte a los descendien­tes del director de cine Akira Kurosawa. Hay cuatro sucursales, todos con memorabili­a del cineasta. Entre tres mil y 10 mil yenes.

Robatayaki. Es la versión japonesa de los restaurant­es tipo Grill. Para probarla, ve a Gonpachi Nishiazabu, famoso por haber inspirado uno de los sets de la cinta “Kill Bill”. De dos mil a ocho mil yenes.

Teppanyaki. Esta especialid­ad con parrillas en cada mesa es tanto una buena opción de comida como de show, pues los chefs suelen mostrar su destreza con los cuchillos y demás utensilios de cocina al tiempo que te preparan arroz, cortes de carne (incluidos de calidad wagyu) y otros ingredient­es. Mi recomendac­ión es Mon Cher Ton Ton, en Shinjuku, por precios que parten de los 10 mil yenes. Comida para ver. Una visita obligada es el Mercado Tsukiji de pescado (en la estación de metro del mismo nombre), donde podrás ver las subastas de atún (sí, a ese grado se pelean los restaurant­eros por tener la mejor calidad en los productos). Solo para madrugador­es.

Comida para llevar. Casi en cada esquina encontrará­s “Konbini Stores” (sí, como convenient

stores), que son minisúpers en los que se vende comida caliente, así como golosinas y hasta café enlatado. Los precios son tan accesibles como en la CDMX.

Sacia tu curiosidad

Casi cada rincón en Tokio vale una foto. Así que solo salir a caminar te dará material para ir conociendo todas las facetas de esta compleja cultura. Sin embargo, si tienes poco tiempo, dirígete a estos puntos:

Barrio Shibuya. Aquí, saliendo de la estación de tren Yamanote) se encuentra uno de los cruces de calles más famosos del planeta. Esto se debe a toda la gente que lo atraviesa para dirigirse a una de las muchas calles que confluyen ahí pero también porque es el punto en donde el famoso perro Hachiko solía esperar a su amo. Hay una estatua que lo recuerda, justo a la entrada de la estación.

Barrio Akihabara. Es una zona repleta de tiendas de aparatos electrónic­os, gadgets, artículos relacionad­os con manga y videojuego­s y un triple etcétera. Los precios varían mucho dependiend­o de lo que quieras comprar. La sugerencia es navegar con el tiempo suficiente en busca de la oferta ideal o el regalo perfecto. Lo que halles te sorprender­á. Garantizad­o. Llega a la estación de metro del mismo nombre.

Sumo. Si visitas Tokio en enero, mayo o septiembre, podrías tener suerte y encontrar boletos para alguna pelea de Sumo en el Salón de Sumo Ryogoku Kokugikan. Este deporte nacional japonés desata muchas pasiones y es una excelente opción, si buscas un espectácul­o.

Vida nocturna. ¿Quieres practicar tus dotes artísticas en un bar de karaoke o solo buscas un trago? El barrio de Ginza es una gran opción, con antros, bares, restaurant­es y muchas boutiques. Si llevas dinero y tiempo, es recomendab­le para paseos nocturnos.

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 ??  ?? Vista de la bahía de Tokio desde lo alto del Grand Nikko, en la zona de Daiba.
Vista de la bahía de Tokio desde lo alto del Grand Nikko, en la zona de Daiba.
 ??  ?? Imagen del Templo budista Senso-ji, sumamente concurrido por locales y turistas.
Imagen del Templo budista Senso-ji, sumamente concurrido por locales y turistas.
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Museo Ghibli, imperdible. Pero debes comprar tu boleto con anticipaci­ón.
 ??  ?? Mercado Tsukiji de pescado. En octubre de 2018 cambiará de locación.
Mercado Tsukiji de pescado. En octubre de 2018 cambiará de locación.
 ??  ?? Artesanías en el mercado Nakamise.
Artesanías en el mercado Nakamise.
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 ??  ?? Akihabara, barrio donde se concentran centros comerciale­s con amplia oferta de artículos electrónic­os.
Akihabara, barrio donde se concentran centros comerciale­s con amplia oferta de artículos electrónic­os.
 ??  ?? Gonpachi, restaurant­e que inspiró un set de “Kill Bill”.
Gonpachi, restaurant­e que inspiró un set de “Kill Bill”.
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Los kimonos suelen verse aun en lugares turísticos.

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