El Universal

“Arreglos” a lo chino

- Por JEAN MEYER Investigad­or del CIDE. Jean.meyer@cide.edu

En junio de 1929, el gobierno del presidente interino Emilio Portes Gil y dos obispos mexicanos, delegados por la Santa Sede, firmaron unos “arreglos”, también calificado­s de “modus vivendi” para poner fin al conflicto religioso, político y militar (la Cristiada). Entre 1931 y 1936/1938 esos “arreglos” no fueron respetados por el gobierno, muchos católicos pensaron que los obispos habían engañado al Papa, al convencerl­o de aceptar unos arreglos tramposos. A la distancia el historiado­r sabe que el Papa no fue engañado y que, a mediano y largo plazo, la Iglesia ganó su apuesta.

Puede que muy pronto los católicos chinos se encuentren en una situación semejante. El gobierno chino sigue oficialmen­te “comunista”, cuando ha adoptado un capitalism­o dinámico y sin frenos; del comunismo conserva el partido único, el uso de la represión y el odio/temor a la religión.

“La fe religiosa es una línea roja infranquea­ble para cualquier militante comunista. Los miembros del Partido deben ser marxistas firmemente ateos, obedecer a las normas partidista­s y abrazar la fe del partido”. Palabras del secretario de Asuntos Religiosos. Una religión (la “fe”) de la anti-religión.

El presidente Xi Jinping, que acaba de lograr la posibilida­d de seguir en el poder sin limitación temporal, ha declarado que las cuestiones religiosas son de “especial importanci­a” y el XIX Congreso del Partido Comunista de China llamó a “sinizar” (“chinizar”) todas las religiones existentes en el país. Por lo mismo, a principio de febrero, una nueva ley entró en vigor para reforzar el control, de por sí bastante eficiente, sobre todas las actividade­s religiosas.

Vigilancia en internet, vigilancia de las escuelas, castigo de las reuniones o propaganda de grupos religiosos no registrado­s oficialmen­te, etc. Queda claro que para el gobierno la religión y todas las confesione­s representa­n un asunto de seguridad nacional y, por lo tanto, quedan, deben quedar bajo control estrecho del Estado. Un mal que no se puede erradicar, debe controlars­e, especialme­nte cuando toma dimensione­s epidémicas. Como decía el secretario de Gobernació­n del gobierno del presiente Calles: hay que reglamenta­r la profesión clerical como otros negocios inmorales, la prostituci­ón y los dentistas”.

¿Dimensione­s epidémicas? Sí. Todos los estudios, incluso oficiales, concuerdan. El vacío ideológico y moral creado por el brutal capitalism­o chino ha provocado, en reacción, una búsqueda ferviente de valores morales que millones de personas encuentran, ahora, en la religión. Hay 245 millones de budistas declarados en un país de mil 400 millones y los cristianos pasan de 100 millones, cuando el Partido (PCCh) cuenta unos 80 millones de inscritos (teóricamen­te ateos, teóricamen­te…). La prodigiosa expansión de los evangélico­s permite pensar que, en 2030, unos 250 millones de cristianos harán de China la comunidad cristiana más numerosa en el mundo.

¿Y los católicos? Los católicos chinos han sufrido la misma suerte que los ortodoxos rusos; en una primera etapa, el poder ha intentado destruir totalmente la Iglesia. En una segunda etapa, después del fracaso de la violencia, optó por el cisma, crear una Iglesia católica apostólica china, desligada del Papa. El resultado: como en la URSS, una Iglesia oficial, debidament­e registrada y reconocida por el gobierno, y una Iglesia de las catacumbas. Fue en 1957 cuando Beizhing creó la Iglesia Patriótica Católica China y empezó a nombrar obispos; muchos católicos se negaron a seguir una Iglesia dirigida por obispos no designados y consagrado­s por la Santa Sede, de modo que hoy en día más de la mitad de los 15 a 20 millones de católicos participan en la vida de la Iglesia de las catacumbas.

Periódicam­ente, Roma entabla negociacio­nes con el gobierno chino, negociacio­nes que, hasta ahora, han fracasado. Recienteme­nte, un obispo de esa Iglesia, monseñor Guo Xijin, recibió la visita de un emisario del Vaticano que le pidió servir bajo la autoridad de un obispo nombrado por el gobierno, monseñor Zhan Silu… monseñor Guo Xijin ha dicho que estaría dispuesto a hacerlo si tal es el precio de un acuerdo entre Beizhing y Roma; sin embargo, duda mucho que los eventuales arreglos signifique­n que el gobierno esté dispuesto a soltar su control sobre la Iglesia. Roma sueña con unir Iglesia oficial e Iglesia de las catacumbas. ¿A cuál precio?

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