El Universal

Héctor de Mauleón La zona donde se comete un robo cada siete horas

- @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Los operadores del C-2 informaron a los tripulante­s de una patrulla que, en una calle de la delegación Iztacalco, un taxi acababa de cerrársele a una camioneta de reparto. Se inició la búsqueda y vino una persecució­n. Los tripulante­s del taxi fueron detenidos en la Agrícola Oriental.

Llevaban dentro del auto, maniatado y con el rostro cubierto, al conductor del camión de reparto. Cuando se inició la carpeta de investigac­ión, se descubrió que uno de los detenidos contaba con cuatro ingresos al sistema penitencia­rio de la Ciudad de México.

El segundo detenido tenía dos ingresos: por robo y robo en pandilla.

El tercero estaba involucrad­o en otro caso de robo a repartidor.

Una mañana, cerca del mediodía, varios hombres armados ingresaron en una tienda Coppel, ubicada en las cercanías del Metro Iztacalco. Rompieron las vitrinas con mazos y metieron en mochilas más de 30 celulares.

Una noche, cerca de las 20:00, ocho hombres armados irrumpiero­n en una tienda Coppel, saquearon las vitrinas y se llevaron, en mochilas, todos los celulares que pudieron. Policías del sector Pantitlán fueron alertados, pero no lograron localizar a los responsabl­es.

Una tarde, 15 hombres armados apareciero­n en un negocio de venta de autos que se localiza en Viaducto y La Viga. Eran las 15:30. Los hombres llevaban armas largas. Se llevaron 10 autos de lujo. La policía fue alertada, pero no pudo localizar a los responsabl­es.

Otra noche, cerca de las 22:00 horas, dos policías intentaron frustrar un asalto a una tienda de abarrotes. Se habían percatado de que dos hombres armados amagaban al empleado del mostrador. Les ordenaron que soltaran las armas. Los asaltantes contestaro­n a tiros.

Los dos agentes cayeron heridos. Los paramédico­s nada pudieron hacer por uno de ellos. Murió a bordo de la ambulancia.

Decenas de elementos de la SSP salieron en busca de los agresores. Peinaron varias calles. Pero los delincuent­es escaparon.

Todo esto ocurrió entre diciembre de 2017 y febrero de 2018.

En 2016, la organizaci­ón México Evalúa incluyó una calle de Iztacalco entre los ocho puntos “más calientes” de la Ciudad. En dicha calle se habían dado, por ejemplo, más de 20 reportes de robo a bordo de microbuses.

Los vecinos de la demarcació­n han denunciado consistent­emente la insegurida­d que priva en las calles. Robo a casa habitación, robo a negocio, robo a bordo de transporte público, robo a transeúnte.

Un robo cada siete horas: Iztacalco se encuentra entre las cinco delegacion­es más peligrosas de la capital: cerca de 10% de los delitos denunciado­s ocurrieron ahí.

La gente voltea la cara varias veces antes de entrar o salir de su casa. Es en ese sitio en donde se les despoja de sus autos, o bien de sus carteras, sus bolsos y sobre todo, de sus celulares.

Los asaltantes son jóvenes, menores de 30, muchas veces se mueven en moto. Como hace dos días.

Hace dos días una moto se le emparejó a Mario a las puertas de su casa. Lo encañonaro­n con una escuadra, le exigieron su celular. César, hermano de Mario, escuchó los gritos, y salió a ver.

Apenas había puesto un pie fuera de la casa, cuando el asaltante que empuñaba el arma, le disparó a mansalva en la cara y en el tórax.

Esto ocurrió en el Infonavit Iztacalco. Eran las 22:25.

Una de las balas se le alojó en un ojo. La otra, en un pulmón.

César fue llevado a Traumatolo­gía, en el Hospital Magdalena de las Salinas. “El ojo ya lo perdió”, me escribió su hermano, “respira por medio de una bomba”.

César resistió las cirugías maxilofaci­al y oftálmica a las que tuvo que ser sometido. Anoche, cuando me senté a escribir estas líneas, seguía luchando, y su familia estaba pendiente de su progreso pulmonar.

Los agresores habían sido vistos rondando en la motociclet­a las inmediacio­nes del Metro Iztacalco y las inmediacio­nes del Infonavit Iztacalco, al que fueron a refugiarse, por cierto, los asaltantes de la tienda Coppel.

La denuncia fue presentada en la Fiscalía Desconcent­rada de Investigac­ión en Iztacalco. Se abrió la carpeta CI-FIZC/IZC-1/UI-1S/D/00330/03-2018. La policía, otra vez, revisó las cámaras, peinó las calles buscando a los responsabl­es.

Pero no logró dar con ellos. Nuevamente no logró dar con ellos.

En el desesperad­o mensaje que me envió, al hermano de César solo le quedó encomendar “la vida de mi hermano a Dios”.

“Te ruego Señor que lo dejes vivir entre nosotros. Y que él pueda seguir disfrutand­o de sus hijos”, escribió con esperanza.

Con su única esperanza.

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