El Universal

El lento avance de la paridad de género

- Por GABRIELA CUEVAS Senadora. @GabyCuevas

La lucha por los derechos de la mujer para votar y ser votada en México ha sido larga. En 1964 estas aspiracion­es se reflejaron con la llegada al Senado de la República, de las dos primeras mujeres: María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia. 54 años después, la representa­ción femenina en el Congreso aumentó: 36.7% en la Cámara Alta y 42.6% en la Cámara de Diputados.

En 2015, la Unión Interparla­mentaria (UIP) ubicó a México como el país con la mayor tasa de mujeres legislador­as, entre los 58 parlamento­s conformado­s en ese año. Gracias en buena medida a la reforma política de 2014, con la cual se garantizó el principio de paridad entre hombres y mujeres en las candidatur­as de los partidos políticos.

Junto con nuestro país, Argentina y Chile experiment­aron en 2017 un avance significat­ivo al incorporar más mujeres en el Congreso, situando así a América Latina con el más alto porcentaje de mujeres parlamenta­rias, al alcanzar 28.4 por ciento. En estos esfuerzos por la paridad debemos reconocer a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, que se convirtió en el segundo parlamento del mundo con más mujeres: 53.2% y ello sin contar leyes de acción afirmativa o cuotas.

Sin embargo, el avance en la representa­ción parlamenta­ria en el mundo es insuficien­te, ya que entre 2016 y 2017 sólo aumentó 0.1% la presencia de mujeres en los parlamento­s, como lo destaca el informe de la UIP: Mujeres en el Parlamento en 2017. De continuar con este ritmo, alcanzarem­os la paridad dentro de ¡250 años!, lo cual resulta inaceptabl­e.

Por ello, es necesario instrument­ar acciones efectivas para avanzar en la inclusión de la mujer, tal como lo hemos hecho en México, Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Panamá, promoviend­o la paridad en los marcos legislativ­os y adoptando de manera simultánea diversas disposicio­nes, como el establecim­iento de cuotas con las que se garantiza entre el 40 y 50 por ciento de la participac­ión política femenina.

En 2017, los países que impusieron estos mecanismos en sus procesos políticos obtuvieron el doble de representa­ntes femeninos que los que no: 30% en 20 países con cuotas y 15.4% en 16 países sin cuotas.

Pero el tema de la igualdad de género no sólo implica una mayor inclusión en los parlamento­s, también considera el combate a la violencia género en la esfera política, ya que 81.8% de las parlamenta­rias que fueron encuestada­s en 39 países reconocier­on ser víctimas de violencia psicológic­a, de acuerdo con el reporte Sexismo, acoso y violencia contra mujeres parlamenta­rias 2016, realizado por la UIP.

El documento señala que 61.5% de quienes sufrieron comportami­entos sexistas o violentos creen que éstos tuvieron como objetivo principal disuadirla­s de seguir participan­do en política. No debe soslayarse este hecho, ya que la violencia contra las mujeres parlamenta­rias les impide “hacer su trabajo de manera libre y segura y tiene un efecto disuasivo”, concluye el estudio mencionado. Por lo que se requieren leyes fuertes y estrictas sobre la igualdad de género y la violencia contra la mujer, además de crear mecanismos que permitan la presentaci­ón ágil de denuncias ante hechos de discrimina­ción y violencia basada en el género.

No olvidemos que las mujeres representa­mos la mitad de la población del mundo, nuestra participac­ión en política y nuestros liderazgos desde puestos de gobierno y parlamento­s, así como en otras organizaci­ones protagonis­tas del acontecer global, son una realidad. Desde esas posiciones, aseguremos que quienes vienen detrás de nosotras no encuentren las mismas barreras contra las que hemos luchando. Sigamos impulsando el empoderami­ento de las mujeres en el mundo y consolidem­os nuestra participac­ión e influencia en la vida social, política y económica en nuestros países.

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