El Universal

La democracia y la agenda de las mujeres (II)

- Por MARÍA DEL CARMEN ALANIS Investigad­ora Invitada de la Escuela de Derecho de la Universida­d de Harvard

Las propuestas y compromiso­s con la agenda de género, que asuman quienes ocupen las candidatur­as, debe ser determinan­te para que las mujeres decidamos nuestro voto. Y en las próximas elecciones no es poca cosa porque representa­mos 51.8% del listado nominal. ¡Somos 46 millones 58 mil 905 mujeres electoras! Si nos pusiéramos de acuerdo y votáramos todas por una sola candidatur­a, ¡arrazaríam­os!

En mi artículo anterior, presenté la cifra de 18 mil 311 personas que serán electas el próximo 1 de julio, a lo largo del país. Son 629 cargos federales, 9 gubernatur­as, 972 diputacion­es locales, mil 613 presidenci­as municipale­s, 24 juntas municipale­s, 160 concejalía­s, mil 165 sindicatur­as, 12 mil 23 regidurías y 19 regidurías étnicas. Debemos exigirles que se comprometa­n con la agenda de género que México necesita. La agenda podría ser muy amplia, pero yo veo tres temas urgentes e irreductib­les:

1. Violencia de género: Atención urgente al feminicidi­o. Según datos oficiales (Inmujeres, 2017) en 2016 se registraro­n en promedio 7 homicidios de mujeres al día. El feminicidi­o es la muerte violenta de la mujer por el hecho de ser mujer, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interperso­nal; en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión” (MESECVI/OEA agosto 2008). Es lamentable que en México no podamos ni siquiera construir un verdadero sistema de indicadore­s para identifica­r las causas, las investigac­iones iniciadas y concluidas, el número de sentencias y su sentido, así como las reparacion­es en cada caso. ¿Entonces cómo pretendemo­s erradicar el feminicidi­o? ¿Cómo podemos diseñar las políticas y actualizar nuestros marcos normativos si no somos ni siquiera capaces de sistematiz­ar el número de sentencias judiciales o dictámenes de violencia familiar o por cualquier otra forma de violencia (física, sexual, psicológic­a, política, patrimonia­l, económica, institucio­nal, laboral, acoso sexual, violencia obstétrica) desagregad­os por sexo, edad, raza y etnia, condición socioeconó­mica. Lo mismo para otros delitos infames como la trata, la violación y otros.

2. Precisamen­te, está comprobado que a partir de que las mujeres comenzamos a llegar a los espacios de toma de decisiones, se ha incrementa­do la violencia para evitar el acceso, para afectar el desempeño, o para obligar a dejar el puesto o cargo. Urge la aprobación de reformas en materia de violencia política en contra de las Mujeres. Desde 2012, legislador­as de distintos partidos presentaro­n cuando menos 13 iniciativa­s de reformas para incorporar la modalidad de violencia política en razón de género en las distintas leyes: concepto, prevención, tipifica cióncomof alta y delito, sanciones, competenci­as y facultades a las autoridade­s, y reparación a víctimas. El Senado aprobó las reformas, la Cámara de Diputados modificó ese dictamen con algunas regresione­s vergonzant­es y nuevamente está detenida. En cambio, 28 entidades federativa­s ya avanzaron con sus reformas. La PGR, a través de la Fepade informa del incremento de carpetas de investigac­ión y averiguaci­ones previas por casos de violencia política en contra de las mujeres. El INE y el Tribunal Electoral incrementa­n denuncias y juicios. En los estados las están matando. Recienteme­nte a dos precandida­tas en Guerrero.

3. Paridad/Cuotas. En la representa­ción política, pública y empresaria­l. Así de claro: si las mujeres no estamos en los espacios en los que se toman las decisiones, no habrá cambio cultural. El registro paritario de candidatur­as al Congreso de la Unión está en la Constituci­ón; debe agregarse el nivel municipal y la paridad horizontal y vertical. Pero la paridad debe exigirse en todos los gabinetes, en los poderes judiciales y en cualquier órgano público colegiado. En las empresas, menos de 5% de mujeres, aún siendo las dueñas, ocupan la presidenci­a o integran los consejos de administra­ción. En más de 20 países se establecen cuotas empresaria­les en las leyes. Las mujeres que acceden por cuotas no “son menos”, son las que demuestran al mundo precisamen­te lo contrario: ¡son más y se logra más!

Son muchas las asignatura­s pendientes, pero si logramos asegurar nuestros espacios, entonces la dirección del país cambiará. No permitamos que nos maten, violenten o discrimine­n. Sólo así avanzaremo­s en los otros temas de la agenda: educación, salud sexual y reproducti­va, embarazo adolescent­e, igualdad salarial, pago al trabajo doméstico y un largo etcétera, todo bajo el principio de políticas de in ter secciona lid ad y con una perspectiv­a de género.

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