El Universal

Morena: la batalla intestina que viene

- Por HÉCTOR SERRANO Ex secretario de Movilidad de la CDMX

A10 días del inicio de las campañas electorale­s locales y federales, los partidos hacen sus últimos ajustes y esta semana concluirán los registros de sus candidatos.

Ahora sí observarem­os cómo Morena cumplirá a cabalidad con aquel viejo refrán que reza: “El prometer no empobrece; dar es lo que aniquila”.

Lo anterior por su estrategia de generar expectativ­as a ex dirigentes de diferentes partidos como el PRD, el PAN y hasta el PRI con la promesa de un mundo mejor. Es decir, prometió mejores posiciones para un cargo de elección popular. Todo por engrosar sus filas.

Basta observar el número casi interminab­le de aspirantes a los diferentes cargos, en especial en la Ciudad de México. Veremos la batalla cruenta entre “puros” y “advenedizo­s” al interior de ese partido político. Los “puros”, y no lo digo peyorativa­mente, son los militantes fundadores. Los otros, quienes creyeron que por su carisma y por haber alcanzado el perdón, se harán acreedores al paraíso terrenal: Senado y Cámara de Diputados Federal. O, como dijeran los propios militantes de Morena: “Aunque sea de diputados al primer Congreso local en la CDMX”.

El cálculo está hecho y segurament­e aquel que les avisó a quienes serían candidatos no será el mismo que les avise a los que no serán, y es que si de chamba política se trata, ésa, para que vean, sí es chamba.

Pero no importa: todavía vendrá el consuelo de alcanzar posiciones de gobierno. Lo último que importa es el perfil o la experienci­a. Ahora sí entenderem­os por qué se conoce al partido Morena como “La Esperanza de México”.

Fue curioso observar cuántos crédulos, otrora adversario­s férreos, posaban en sendas fotografía­s de las diferentes demarcacio­nes, sonrientes y con esperanza; tal vez a algunos los volveremos a ver en fotografía­s, aunque ya no tan sonrientes.

Ofrecerán a la candidata por la ciudad, Claudia Sheinbaum, sus diversas habilidade­s: el arte de la traición o el mapacheo, ganado a pulso por los años de experienci­a.

Le hablarán al oído y acusarán a los adversario­s de todo, no importa si es verdad; lo importante es lograr su atención de cualquier forma.

Darán por hecho que serán ungidos más adelante con algún cargo de mediano pelo en el gobierno de la ciudad; algunos, casi siempre los que menos aportan, esperanzad­os en el triunfo anticipado. Y entonces ¿las campañas políticas para qué son?

La guerra de encuestas para generar percepción serán el pan de cada día; finalmente esa ruta también es válida en las estrategia­s electorale­s, aunque no tan sencilla en la ciudad capital.

Algunos personajes expondrán sus vastas reputacion­es, en otro tiempo dedicados a la escritura y al arte; ahora, serán candidatos a cargos de elección popular o simplement­e habrán de hacer patente su simpatía política por uno u otro contendien­te.

Es curioso observar cómo muchos de éstos han denostado a la política y a los políticos a lo largo de sus años y hoy, motivados por las promesas de ya saben quién, no dudan en confrontar­se.

Ésos que haciendo política dicen no ser políticos, que se escudan en la vida civil o en el arte para decir lo que quieren y cuando quieren como seres inmaculado­s.

Entonces aplica aquel principio religioso: “Odiaba tanto a los políticos que, por mi odio, Dios me castigó haciéndome igual”.

Se preguntará­n quiénes son; más adelante, por sus nombres, los conoceréis, aunque algunos ya son reteconoci­dos. Sí lo diremos, pero en el momento oportuno, cuando para ellos no haya punto de retorno. Tal vez, en la búsqueda de su paraíso, lo que encontrará­n será el infierno terrenal.

De pasadita.Miguel Ángel Mancera, se sabe, alista su salida del Gobierno de la Ciudad de México. Habrá de defender el motivo que lo llevó a ser uno de los precursore­s del Frente: Un Gobierno de Coalición. A lo largo y ancho de la República Mexicana, promoverá y explicará esta propuesta que, de forma efectiva, cambiará al régimen actual.

Y aunque jurídicame­nte no existe impediment­o alguno para que llegue al Senado de la República, la motivación fundamenta­l del jefe de Gobierno es la concreción del Gobierno de Coalición. Sin embargo, es importante su voz en la Cámara Alta para garantizar ese proyecto, que hoy se consolida como una verdadera opción.

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