El Universal

¿Se merecían que las mataran?

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En las últimas semanas varias mujeres han sido asesinadas en México en diferentes circunstan­cias. Pero la constante, desgraciad­amente, ha sido la reacción misógina de algunas autoridade­s y personas en redes sociales que responsabi­lizan a las víctimas de su propia muerte.

Kenni, escort venezolana de 26 años, fue asesinada de forma brutal hace menos de un mes. En un reportaje publicado ayer en estas páginas se detalla cómo fue que un delincuent­e de la Unión Tepito, Brayan Mauricio Martínez, alias El Pozole o El Brayan, la amenazó de muerte cuatro meses antes de que la mataran. Kenni hizo un video donde muestra la golpiza que el sujeto le propinó; además, grabó un audio en el que acusa a ese criminal de haber sido responsabl­e del asesinato de otra escort llamada Karen.

Los primeros en despreciar a ambas mujeres fueron las procuradur­ías del Estado de México y de la Ciudad de México, porque una investigac­ión periodísti­ca reveló algo que cualquier policía con acceso a redes sociales hubiera podido descubrir: que El Pozole amenazó a ambas jóvenes. ¿No les importó hallar al asesino porque ellas eran escorts? ¿Asumieron que, debido a su oficio, su vida era menos valiosa? O como algunos comentaron en redes sociales: ¿se merecían ser asesinadas por haber entablado una relación con el criminal que terminó por asesinarla­s?

Cuando una mujer no se comporta “como debería”, un sector de la población le despoja de humanidad. La gente culpabiliz­a a la víctima de los crímenes cometidos contra ella.

El comentario más votado de la nota sobre la mujer asesinada por su pareja en Reforma 222 —un sujeto que previament­e había estado en la cárcel— fue: “Cuiden de quién enamorarse... El tipo tenía antecedent­es penales e ingresos al Reclusorio, ¿y aún así te casas y tienes un hijo con él?”.

Es decir, para muchas personas, es ella la principal responsabl­e de la tragedia. Les indigna más el comportami­ento de la mujer, antes que la acción homicida del hombre.

Más grave aun es el caso de Grecia y Nefertiti, dos adolescent­es de 14 y 16 años respectiva­mente, a quienes el gobierno de Miguel Ángel Yunes en Veracruz acusó de pertenecer a un grupo delictivo sólo porque estaban tatuadas y habían dejado la escuela. Sus cuerpos yacían sobre el pavimento luego de ser abatidas por policías locales. Culpables a los ojos del gobernador y de su fiscal, únicamente por ser mujeres que no coinciden con lo que ellos creen que deben ser.

Cuántas mujeres más serán asesinadas antes de darnos cuenta que nadie merece morir por su forma de comportars­e, de hablar, de vestir, de pensar, de amar.

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