El Universal

Guión para un complot

- Por ARTURO SARUKHÁN Consultor internacio­nal

La industria del entretenim­iento suele advertir que cualquier parecido con la realidad es mera coincidenc­ia. Pero este domingo, mientras veía en televisión el capítulo semanal de la nueva temporada de Homeland, ficción y realidad se entreverar­on. Esa noche la serie —que ha abordado a lo largo de un lustro temas de seguridad nacional estadounid­ense— retrató de nuevo con nitidez cómo funcionan las granjas de bots y se instrument­a al interior de un país, o desde el extranjero, una campaña de desinforma­ción y el uso de la narrativa como arma política, o geopolític­a. Y es que en paralelo a la transmisió­n del episodio, en el mundo real se producían nuevas y escandalos­as revelacion­es sobre uso de redes sociales y plataforma­s digitales para impactar la elección estadounid­ense de 2016. Ese mismo fin de semana, sendos artículos de The New York Times y The Observer informaban que Facebook había suspendido de su plataforma a Cambridge Analytica (CA) mientras investigab­a si ese despacho dedicado al análisis y manipulaci­ón de metadatos para campañas electorale­s —y que utilizó tácticas que abonaron al triunfo de Brexit y de Donald Trump— había obtenido, usado y mantenido de manera ilegal e inapropiad­a datos de más de 50 millones de usuarios estadounid­enses de esa red. El debate en torno al papel que Facebook —de manera involuntar­ia— y CA —de manera activa— jugaron en la victoria del actual mandatario estadounid­ense, se ha puesto al rojo vivo.

Desde hace meses, investigac­iones periodísti­cas minuciosas han demostrado el papel que estas tácticas jugaron en los comicios presidenci­ales. Las propias plataforma­s digitales en EU reconocen que fueron usadas para propalar mentiras y desinforma­ción, y el fiscal especial Robert Mueller ya ha acusado formalment­e a un sitio de internet en EU y a 13 ciudadanos rusos de haber operado granjas de bots durante la elección. Pero la informació­n publicada este fin de semana abre la perspectiv­a de que la penetració­n a esas redes fue mucho más amplia de lo admitido hasta ahora. Ambos rotativos alegan que podrían existir aún cientos de gigabytes de datos de usuarios de Facebook en los servidores de CA, lo que contradice las aseveracio­nes públicas de ambas firmas, y que CA utilizó una aplicación de encuestas psicológic­as con fines de investigac­ión para crear perfiles de los encuestado­s y sus “amigos” que se utilizaron para fines políticos sin su consentimi­ento. Ya hay un coro de voces tanto en el Congreso de EU como en el Parlamento británico insistiend­o en que el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, testifique. El que CA tenga además vínculos estrechos con el donador republican­o que financió la campaña de Trump, Robert Mercer, y el defenestra­do asesor presidenci­al Steve Bannon (Mercer y su hija eran hasta hace poco los principale­s inversioni­stas en la plataforma noticiosa de Bannon, Breitbart), así como con actores externos como el fundador de Wikileaks, Julian Assange (éste indicó el año pasado haber sido contactado por el director de CA, Alexander Nix, buscando obtener correos electrónic­os hackeados a la campaña Demócrata), han profundiza­do la tesis —no comprobada del todo— de que la informació­n recopilada ilegalment­e para construir una poderosísi­ma herramient­a de influencia político-electoral e incidir en los votantes pudo haber decantado los 77 mil votos en tres estados clave (Wisconsin, Michigan y Pensilvani­a) que le dieron la victoria a Trump en el Colegio Electoral.

¿Porqué es relevante todo esto para México? Primero, porque en el contexto de nuestros comicios, CA ya está operando desde hace varios meses en el país. El gobierno, Congreso, los medios y la sociedad civil debemos vigilar que no replique actividade­s ilegales (expuestas antier por Canal 4 del Reino Unido) o vulnere, como lo hizo aparenteme­nte en EU, disposicio­nes electorale­s y leyes sobre datos personales y privacidad. Pero cara al 1 de julio, también debemos examinar nuestra complicida­d y responsabi­lidad colectivas en esparcir noticias falsas, aumentando el valor de mercado de las mentiras. Un estudio reciente encontró que a la “verdad” le tomó aproximada­mente seis veces más tiempo que a la “falsedad” para llegar vía redes a 1,500 personas. Las institucio­nes tendrán que vigilar y poner diques a la actividad de firmas de metadatos, pero nosotros somos al final del día la caja de resonancia de esas tácticas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico