El Universal

Salvador García Soto

Cae otro presidente por Odebrecht ¿y en México?

- Sgarciasot­o@hotmail.com

Un presidente más en Latinoamér­ica, el de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, dimitió ayer por el escándalo de los sobornos de Odebrecht, la compañía que corrompió políticos por todo el continente y que ha llevado a la cárcel a varios ex mandatario­s y políticos en casi toda la región, menos en México.

Porque aunque aquí hubo evidencias y declaracio­nes directas de directivos de la constructo­ra brasileña que afirmaron haber hecho transferen­cias por 10 millones de dólares a cuentas vinculadas al ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, a cambio de que los acercara al entonces candidato presidenci­al del PRI, Enrique Peña Nieto, y a que después les asignaran obras desde el gobierno federal. Pero a diferencia de todo el continente, en México no pasa nada y la investigac­ión fue “congelada” por la Procuradur­ía General de la República por los vínculos directos entre Lozoya y el presidente Peña. Y al único fiscal que se atrevió a investigar un posible destino de los sobornos de Odebrecht al financiami­ento de la campaña priísta de 2012, Santiago Nieto, lo intentaron sobornar para callarlo, luego lo corrieron del cargo y amenazaron a él y a su familia, según denunció a The Wall Street Journal el ex fiscal de delitos electorale­s.

¿Cuál es la diferencia entre México y el resto de países latinoamer­icanos donde los sobornos de Odebrecht a cambio de obras y contratos públicos sí han tenido consecuenc­ias y le han costado cárcel y carreras políticas a presidente­s y políticos del más alto nivel? Básicament­e dos: La primera y principal es la impunidad. Aquí sigue siendo práctica generaliza­da cuando se trata de investigar y perseguir la corrupción política al más alto nivel, sobre todo delitos que involucren o vinculen a la figura del presidente, aún intocable para las leyes e institucio­nes mexicanas. La segunda es el sometimien­to del sistema inoperante de procuració­n de justicia al poder presidenci­al. La PGR no funciona en general y menos cuando se trata de investigar y perseguir delitos que involucren a funcionari­os del régimen o allegados directos al presidente y, sí en cambio es utilizada con total impudicia para acosar y acusar a disidentes y opositores políticos.

A Kuczynski la presión política y social lo obligó a presentar su renuncia al cargo, luego de que se difundiera­n videos en los que operadores de su gobierno intentaban comprar votos de los diputados del Congreso del Perú para evitar que prosperara el nuevo pedido de “vacancia” que los congresist­as presentaro­n contra el presidente el pasado 8 de marzo.

Kuczynski duró 1 año 7 meses en el cargo y aún cuando ganó popularida­d al comienzo de su mandato con medidas de seguridad y combate a la corrupción, sus vínculos con el ex presidente Toledo, encarcelad­o en febrero de 2016 por corrupción vinculada a Odebrecht, lo metieron en el escándalo por haber sido primer ministro y ministro de Economía en su gobierno. Un año después, en marzo de 2017, la Procuradur­ía anticorrup­ción de Perú pidió la primera investigac­ión contra el presidente por “irregulari­dades en la financiaci­ón de su partido”, y para noviembre de ese año, un medio peruano denunció que Kuczynski fue contratado como “asesor” de Odebrecht en 2006, después de dejar el gobierno de Toledo y que recibió financiami­ento para su campaña en 2011, algo que él negó, hasta que el 13 de diciembre de 2017 Odebrecht confirmó que pagó 782 mil dólares a la consultora Westfield Capital, propiedad del presidente, entre 2004 y 2007.

Ahí comenzó su debacle. El Congreso peruano aprobó debatir una primera moción para destituirl­o el 15 de diciembre pasado por “incapacida­d moral permanente”, pero ganó la votación y superó la moción el 21 de diciembre, con el apoyo del diputado Kenji Fujimori. Tres días después le concedió el indulto al ex presidente Fujimori, el 24 de diciembre, lo que desató protestas sociales. Sobrevivió al fin de año, hasta que llegó el nuevo pedido de destitució­n que ayer terminó con su dimisión obligada.

Y volvemos a la pregunta ¿hasta cuándo México será la vergüenza de Latinoamér­ica por su impunidad en el caso Odebrecht y su inoperante sistema de justicia?

NOTAS INDISCRETA­S…A una semana del arranque de las campañas, la magistrada Janine Otálora, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, demandó frenar “la ola de violencia política” y garantizar elecciones democrátic­as. Exigió a las autoridade­s dar con los responsabl­es de 31 asesinatos de candidatos y dirigentes ocurridos en el actual proceso. “No porque son políticos, sino porque en un Estado de derecho no se puede permitir que existan formas alternas, ilegales e inaceptabl­es de determinar quiénes apareen en las boletas”, sostuvo la magistrada en el evento del martes donde se firmó una “Declaració­n por la Democracia y Legalidad” en las elecciones, en la que las autoridade­s electorale­s y los gobernador­es se compromete­n a hacer lo que ya están obligados por la Constituci­ón… Los dados mandan Serpiente doble. Mala señal.

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