El Universal

Nunca llegó a la reunión pastoral... fue abatido

• Describen al padre Habacuc como cercano a la gente; lamentan el “carpetazo” al caso

- Coordinado­r de la Unidad de Investigac­ión del Centro Católico Multimedia­l ASTRID RIVERA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Una reunión pastoral en Ciudad Altamirano, Guerrero, fue la cita a la que nunca llegó el sacerdote Habacuc Hernández Benítez; fue el último viaje que realizó antes de ser abatido por armas de grueso calibre en el trayecto.

Los feligreses describen al padre Habacuc como un “hombre que ejercía su ministerio con gran celo, cercano a su comunidad y que lo hacía en la zona de Tierra Caliente”.

Estaba a cargo de la pastoral vocacional de la Diócesis de Altamirano, mediante la cual fomentaba la formación de nuevos sacerdotes, impulsaba a los jóvenes a seguir el camino y el trayecto de la fe.

Tenía 36 años cuando el 13 de junio de 2009, al dirigirse al municipio guerrerens­e de Arcelia, Guerrero, para la reunión pastoral, el clérigo fue acribillad­o junto con los seminarist­as Eduardo Oregón Benítez y Silvestre González, quienes lo acompañaba­n en la camioneta en la que viajaban.

El delito fue atribuido a grupos del crimen organizado; no obstante, a casi una década de la muerte del sacerdote, sus familiares lamentan que la fiscalía de Guerrero le haya dado “carpetazo” al caso sin encontrar a los responsabl­es.

La investigac­ión que se inició reporta que no hay una sola persona detenida por el caso.

“No descarto que el asesinato de los religiosos formara parte del clima de violencia que desde ese año prevalecía en la entidad [Guerrero]” FELIPE AGUIRRE Ex arzobispo de Acapulco

“Tenía espíritu de caridad”. Su comunidad lo definía como “un modelo”, que se distinguía “por su espíritu de caridad con los más necesitado­s, entrega pastoral, inteligenc­ia, entrega a los demás y su dedicación por las vocaciones”.

Tanto el sacerdote como los seminarist­as recibieron tiros en la espalda.

Tras el deceso del sacerdote, el entonces arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre, no descartó que el asesinato de los religiosos formara parte del clima de violencia que desde ese año prevalecía en la entidad por los grupos de la droga que operaban, lo que convertía a los ministros de culto en “rehenes de la confrontac­ión violenta” desatada por los grupos delincuenc­iales.

Durante la misa celebrada con motivo de su funeral, el entonces obispo de Ciudad Altamirano, Maximino Martínez Miranda, alentó a los fieles “a rezar por el párroco y los dos seminarist­as asesinados”. También pidió “por la conversión de los homicidas”.

El prelado resaltó que la Iglesia católica rechazaba rotundamen­te esta clase de actos que van “en contra de la vida humana, el mejoramien­to de la sociedad y la labor evangeliza­dora de un sacerdote que diariament­e procura el bien de los demás”.

El obispo recordó que el padre Habacuc fue un modelo en cuanto a la vivencia de las “bienaventu­ranzas” e hizo un llamado "a la oración por el eterno descanso de Habacuc Hernández Benítez y por los responsabl­es de este magnicidio, para que el Señor transforme sus corazones que son de piedra en un corazón de carne”.

El pupurado recordó que el párroco “se distinguía por su espíritu de caridad con los más necesitado­s, entrega pastoral, inteligenc­ia, entrega a los demás y su dedicación por las vocaciones”.

Desde entonces sus familiares y la feligresía sigue en espera de los avances en la investigac­ión, sin que hasta ahora se tengan registros de lo ocurrido en aquel trayecto en la entidad.

“[Pido] a los fieles rezar por el párroco y los dos seminarist­as asesinados, pido por la conversión de los homicidas”

“[La Iglesia católica rechaza estos actos] contra la vida humana, el mejoramien­to de la sociedad y la labor evangeliza­dora de un sacerdote que diariament­e procura el bien de los demás" MAXIMINO MARTÍNEZ MIRANDA Ex obispo de Ciudad Altamirano

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Habacuc Hernández estaba a cargo de la pastoral vocacional de la Diócesis de Altamirano, mediante la cual fomentaba la formación de nuevos sacerdotes.

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