El Universal

Guerrero es México

- Por MARGARITA ZAVALA Abogada

Guerrero es México, como lo es Jalisco (y recuerdo a los tres estudiante­s que desapareci­eron el 19 de marzo), como lo es Michoacán (sobre todo por los habitantes de Tierra Caliente), y podemos seguir hablando de una gran cantidad de estados que tienen una realidad parecida.

Con las vacaciones de Semana Santa, muchas familias del Valle de México encontrará­n en Acapulco, Ixtapa o Taxco destinos para pasar unos merecidos días de descanso. Las autoridade­s tratarán de reforzar la seguridad con operativos especiales que, esperemos, resultarán en una temporada vacacional sin incidentes que lamentar.

Pero esto no será reflejo de la realidad que viven las familias de Guerrero todos los días. En las ciudades, en las comunidade­s rurales, en la montaña y en la costa, la gente vive a diario sometida al abuso y la violencia de los grupos criminales. En muchos lugares ya no se puede poner un negocio porque los criminales han ahuyentado con extorsione­s y secuestros a quienes pueden invertir. Ya no se puede estudiar, porque la gente con mayor preparació­n se ha ido y los estudiante­s temen salir a la calle y ser reclutados a la fuerza por las pandillas. Y ahora en Guerrero tampoco se puede trabajar, porque la violencia está ahuyentand­o a las mayores empresas del país.

Prueba de ello es lo ocurrido con la empresa Coca-Cola FEMSA y su decisión de suspender sus operacione­s en Ciudad Altamirano. La empresa fue muy clara en su comunicado al decir que “lamenta profundame­nte que la ausencia de un estado de derecho y la prevalenci­a de la impunidad que afecta a la región la lleve a detener sus labores en un territorio en el que ha tenido presencia por más de cuatro décadas (https://goo.gl/oVbWW5)”.

Si esto le pasa a una gran empresa, ¿qué puede esperar la gente más humilde? La respuesta nos la dio ayer El UNIVERSAL en un reportaje de investigac­ión en el que narra el éxodo de miles de desplazado­s por la violencia en las comunidade­s rurales de Guerrero (http://eluni.mx/_ jdmbxdk). Según una encuesta del INEGI citada en el reportaje, son 12,590 las personas que han tenido que dejar sus tierras, sus familias, sus raíces, a causa de los grupos delictivos. A esos guerrerens­es, a los michoacano­s que también vivían del crecimient­o constante que tenía Ciudad Altamirano y a los miles que a diario salen de sus casas a trabajar en el campo y en la ciudad sin saber si van a regresar, el Estado mexicano les ha fallado.

Se abandonaro­n las institucio­nes de seguridad y de justicia. Se debe recuperar el liderazgo presidenci­al en materia de seguridad y fortalecer a las policías de todo el país. A la Policía Federal hay que convertirl­a en una de las mejores del mundo en términos de preparació­n para combatir el delito y en términos de la confianza de los ciudadanos. Fortalecer la seguridad en México obliga a impulsar una justicia cercana a la gente que realmente le dé respuesta a todos: desde la señora que perdió su casa y sus animales por tener que huir de su pueblo a cualquier otra ciudad, hasta las grandes empresas que hoy con razón exigen seguridad y alto a la impunidad. No voy a dudar y actuaré con valor y con valores, porque tenemos que recuperar la vida diaria de nuestros pueblos.

POR CIERTO. El Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México —con el que sí estoy de acuerdo— ha sido una de las obras más discutidas; puede haber muchas opiniones al respecto, pero también la certeza jurídica de los actos de gobierno son fundamenta­les para el crecimient­o y el reconocimi­ento de un país. Estoy a favor de que las institucio­nes competente­s revisen a fondo la transparen­cia. Estoy en contra de que un político autoritari­o crea que ya es Presidente y quiera decidir arbitraria­mente sobre un proyecto estratégic­o para el país sólo por sus fobias ideológica­s y partidista­s. México se merece algo mucho mejor que eso.

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