El Universal

EL MÁS TAQUILLERO

El Auditorio Nacional es, por quinta vez, el que más boletos vende. Te mostramos cómo funciona la maquinaria que lo ha convertido en el preferido del público

- HUMBERTO MONTOYA O. —jose.montoya@eluniversa­l.com.mx

EL AUDITORIO NACIONAL SUPERA A FOROS COMO EL RADIO CITY MUSIC HALL EN BOLETOS VENDIDOS EN 2017.

Los pasillos lucen orgullosos las imágenes de quienes han desfilado por ahí; un libro atesora como oro las firmas de sus estrellas, un juguetero da identidad al recinto que lo alberga, un altar a la Virgen de Guadalupe revela la devoción del país y sus camerinos tejen las más singulares historias de sus huéspedes. Detrás del escenario, los secretos del Auditorio Nacional.

El coloso de Reforma (9 mil 618 asientos) es por quinto año consecutiv­o el recinto que más boletos ha vendido en el mundo. El año pasado tuvo un millón 466 mil 180 localidade­s ocupadas, superando así a otros foros como el Radio City Music Hall de Nueva York (6 mil 15 personas), el Royal Albert Hall en Londres (5 mil 272 lugares) y The Axis at Planet Hollywood de Las Vegas (4 mil 600).

En entrevista, Francisco Serrano, director de Operacione­s del Auditorio Nacional, y Teresa Hurtado, coordinado­ra de Prensa, Relaciones Públicas y Acervo, comentan que si bien el recinto tiene caracterís­ticas que lo hacen privilegia­do, también han tenido que adaptarse.

“El Auditorio Nacional es muy diferente a otros recintos, en primera porque su ubicación lo hace un espacio privilegia­do; en segundo lugar es un recinto ecuménico en donde caben prácticame­nte todo tipo de expresione­s artísticas, desde ópera en vivo con recitales, conciertos de rock, proyeccion­es de películas con orquesta, ballet clásico, hasta jazz”, explica Serrano sobre el Auditorio, el cual tuvo una remodelaci­ón en 1991, a cargo de Teodoro González de León y Abraham Zabludovsk­y.

“Desde su remodelaci­ón se han dado espectácul­os de muy alta calidad, no importa de dónde vengas, suponiendo que vienes de cualquier punto de América Latina, sabes que puedes llegar a la Ciudad de México a ver un buen espectácul­o. Siempre va a haber algo qué ver en el Auditorio Nacional que te va a atraer”.

Contribuye­n al atractivo del sitio, agrega el director de operacione­s, la dimensión, las caracterís­ticas ópticas y acústicas que lo hacen un teatro lírico, de manera que el encuentro del público con el artista se hace de “una manera casi íntima”, aun con el tamaño del foro.

Hay carga emotiva que conlleva venir aquí y esto lo hace entrañable para quien acude al lugar desde hace 26 años al encuentro de su artista favorito, dice Teresa Hurtado.

“Es un lugar donde hay una magia muy particular”.

Un paseo por el recinto. En la entrada del lugar (por la parte costera, donde llegan los artistas) está un altar a la Virgen de Guadalupe. Cuentan que Carlos Rivera un día llegó para cantar, cuando formaba parte de La

Academia; se acercó a la Virgen y le dijo: “Un día yo voy a estar aquí —en solitario—”. Cuando hizo su primer Auditorio, regresó a rezarle en agradecimi­ento.

Adelante de la Virgen se camina por los pasillos que llevan a los camerinos, ahí lucen las fotografía­s de los artistas que se han presentado, ordenadas de acuerdo con el número de presentaci­ones que han tenido; al principo está Luis Miguel, seguido de Juan Gabriel, todos con su foto y su placa. Ambos recibieron un reconocimi­ento especial del Auditorio por estos récords; muy pocos artistas lo han obtenido.

Cuentan con 12 camerinos estándar, seis suites y cinco habitacion­es grupales; en la parte de arriba otros dos mucho más amplios, donde suelen instalar a grupos numerosos.

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Presentars­e aquí es la “graduación” para cualquier artista.

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